El escándalo por la visita de los diputados libertarios a represores condenados por delitos de lesa humanidad en la cárcel de Ezeiza sigue creciendo cada día, en una trama que mezcla borradores de proyectos para darle prisión domiciliaria a los genocidas, acusaciones cruzadas y denuncias de engaños entre los propios legisladores de La Libertad Avanza (LLA).
En efecto, la diputada libertaria Lourdes Arrieta (Mendoza) presentó una denuncia en el juzgado N°2 de Lomas de Zamora por los posibles delitos de coacción agravada, abuso de autoridad y violación de deberes de funcionario público, conspiración y malversación de fondos públicos. Los cargos apuntan contra los diputados Benedit Beltrán y Guillermo Montenegro, compañeros suyos de bloque, Sharif Menem -secretario del presidente de la Cámara, Martín Menem– y el director Nacional del Servicio Penitenciario Federal, Fernando Martínez, entre otros. También señala al cura Javier Olivera Ravasi como que uno de los organizadores de la visita a los represores.
Lo interesante, empero, son las pruebas que aportó la diputada libertaria, básicamente mensajes de diferentes grupos de WhatsApp que confirman varias de las versiones que estuvieron circulando en la prensa, como la existencia de un proyecto para liberar a los genocidas condenados por delitos de lesa humanidad. En efecto, los mensajes revelan que hubo otros encuentros en Campo de Mayo; muestran quiénes son los diputados que estaban al tanto de los proyectos para sacar de la cárcel a los condenados por lesa humanidad y hasta aparece mencionada la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quién según el organizador del tour a represores les “facilitó el ingreso” al penal.
Por caso, en las pruebas se ve que Montenegro envió un comunicado para exigir respeto por los derechos humanos de Alfredo Astiz, Raúl Guglielminetti y los otros genocidas que están presos en la cárcel de Ezeiza después de visitarlos. El diputado –que supo ser la mano derecha de Victoria Villarruel– envió un mensaje de texto a un grupo de WhatsApp reclamando que el resto de sus colegas exigieran que se revisaran las causas por los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura y se les otorgara prisión domiciliaria “en forma urgente” a los condenados.
Arrieta reveló, además, que hubo habido otras visitas a represores en las cárceles de Campo de Mayo y Marcos Paz, así como también encuentros auspiciados por el padre Ravasi con legisladores y abogados presuntamente para tratar el proyecto de liberación de los genocidas. Incluso aportó un video donde el cura anuncia que el proyecto de ley está “prácticamente terminado”. “Buenas y santas, soy el padre Javier Olivera Ravasi (…). Les mando muy cortito este video para comentarles que está prácticamente terminado el proyecto que venimos conversando hace algunos meses. Por favor léanlo. Si Dios quiere en un par de semanas nos juntamos para terminar de cocinar lo último”, asevera el cura. Por último, Arrieta denunció que viene recibiendo presiones y amenazas de sectores libertarios desde que estalló el escándalo por la visita al penal de Ezeiza.
Por su parte, la diputada Rocío Bonacci, otra integrante de la comitiva que fue al penal de Ezeiza, ratificó que la visita contó con el visto bueno de Bullrich, que habría arreglado la entrada de los legisladores. “Lo craneó Beltrán (Benedit), supongo que con ayuda de Guillermo (Montenegro) y, parece ser, a raíz de unos chats que salieron ayer (…), que esto tenía un okey de Bullrich”, afirmó Bonacci, quien recordó que los protocolos de seguridad que se realizan en una visita a las cárceles fueron pasados por alto. “Simplemente nos abrieron la puerta, ingresamos, conversamos, nos recibieron muy cordialmente”, contó Bonacci, quien consideró que “fue todo muy irregular”.
Fuerte mensaje del papa Francisco
En un gesto de fuertes resonancias políticas, el papa Francisco recibió ayer a Anita Fernández, hija de Ana María Careaga, quien estuvo secuestrada durante la dictadura militar cuando estaba embarazada de ella, y nieta de Esther Balestrino de Careaga, una de las víctimas del grupo de la iglesia de la Santa Cruz que fue infiltrado por el genocida Alfredo Astiz en 1977.
No fue el único gesto del santo padre en medio del escándalo por la visita de los diputados oficialistas al ex marino y otros represores presos, ya que el miércoles pasado el papa había visitado a la sobrina de la monja francesa Léonie Duquet, otra de las personas secuestradas por el grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada gracias a la misión de Astiz como agente encubierto.
Ayer, en la charla con Fernández, “el papa le manifestó que se había enterado de que unos diputados habían visitado a Astiz, que estaban queriendo que no estuvieran presos y que eso era algo muy peligroso”, informó el Instituto Espacio para la Memoria. “No aflojen, conserven la memoria de lo que han recibido, no solo de las ideas sino de los testimonios, ése es el mensaje que les doy en este día”, les dijo también Francisco.