La comunidad científica argentina reaccionó al unísono ante los nuevos ataques del presidente Javier Milei, quien la semana pasada consideró que los investigadores son parte de “la casta” porque “se creen que por tener un título académico, el Estado les debe financiar su vocación”, a la vez que los mandó a “vender sus libros” en el mercado “si realmente son tan buenos como dicen”.
Se trata del último ataque directo de una política de desfinanciamiento de la universidad pública que, por ejemplo, solo ejecutó el 35% del presupuesto vigente para investigación científica en lo que va del año, a la vez que promovió una caída dramática de los salarios de docentes, no-docentes e investigadores, al punto que la comunidad científica denuncia que ya se está produciendo una nueva “fuga de cerebros” como en la década de los ´90. Ocurre que Argentina pasó a encabezar el ranking de los docentes e investigadores peores pagos de América Latina: un profesor de cátedra con dedicación exclusiva (el mejor cargo de las universidades públicas, que sólo tiene el 10% de la planta) cobra unos US$ 1.124, mientras en Colombia recibe US$ 1.703, en Paraguay US$ 1.870, en Uruguay US$ 3.443 y en Brasil US$ 4.231.
“Habló de subsidiar la vocación. Es un error. Todos los que estudian en educación pública de alguna manera tienen subsidiada la vocación. Dice que tienen que salir al mercado. Y que escriban libros. Habría que decirles que en general los investigadores escriben papers”, respondió ayer la periodista científica Gabriela Vizental, quien consideró que los agravios responden a un espíritu “poco afín a la libertad de expresión y el pensamiento crítico”.
“La ciencia es conocimiento basado en evidencia” y “la forma de construir eso implica constatar lo que uno quiere con la realidad”, agregó la vicedecana de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, Valeria Levi, quien consideró que “esto es un gran problema para este tipo de Gobierno porque permite detectar mentiras que no tienen sustento en la realidad. Por eso Milei cree que la ciencia es su enemiga”.
“Esto no es una ignorancia inocente, es un cóctel de ignorancia, maldad y estupidez, las tres juntas, que es explosivo”, enfatizó el biólogo e investigador Diego Golombek, quien consideró que “hay algo de resentimiento también del Presidente por no ser un académico”.
“Estamos en una situación inédita para los años de democracia de la ciencia argentina”, lamentó Golombek, quien destacó su preocupación por el creciente éxodo de jóvenes científicos ante la falta de oportunidades y el deterioro del sistema público. Golombek resaltó el caso de Alejandro Díaz Caro, investigador de la Universidad de Quilmes quien, después de regresar a Argentina desde Francia bajo el programa Raíces, está nuevamente gestionando su salida del país.
“No puede trabajar, no consigue recursos humanos porque no hay becas, no tiene los subsidios, las colaboraciones bilaterales que nos permiten recibir gente o mandar gente a formarse están cortadas también”, denunció el especialista, que reveló que hay 850 personas que obtuvieron las becas del Conicet a finales del año pasado pero que aún no pudieron comenzar a trabajar.
El propio Díaz Caro explicó que “hay una destrucción muy marcada de la ciencia en este momento” y aseguró que hizo pública su decisión de dejar el país “para que más gente se entere de lo que sucede”. “No parece ser desinterés por la ciencia, sino interés por destruirla y eso me parece muy grave”, remarcó.
Una pérdida salarial del 33,3%
Los docentes universitarios anunciaron un paro de 48 horas para esta semana en reclamo de mejoras salariales y el financiamiento de las universidades públicas, en medio del fuerte ajuste oficial. La medida de fuerza se realizará mañana y el jueves, en el marco del tratamiento de la Ley de Financiamiento Universitario en el Senado (vale aclarar que en Córdoba, el paro se realizará sólo el jueves).
Ocurre que, entre noviembre de 2023 y julio último, los profesores universitarios perdieron un 33,3% de su poder de compra, según calcularon los investigadores de las universidades nacionales de San Martín (Unsam) y Río Negro (UNRN). La contracción también afecta al personal no docente. Esta devaluación se debe a que el Gobierno no otorgó aumentos en diciembre ni en enero, meses con 25% y 20% de inflación.
En febrero les subió un 6%, la mitad del 13% del índice de precios al consumidor (IPC). En marzo, la remuneración apenas le ganó a los precios por 12% a 11%, mientras que en abril le empató en 8%, en mayo le ganó 9% a 4%, pero en junio quedó igualado en 4% y en julio le ganó 8% contra 4%, pero sin recuperar lo perdido.
Desde que comenzó el gobierno libertario, la inflación ascendió al 114%, pero el salario promedio del sector privado sólo subió un 87%; el de los empleados públicos un 62%; el de los trabajadores informales un 49% y el de los universitarios apenas un 48%, según la investigación de la Unsam y la UNRN.