Podríamos decir que desde siempre las diferentes religiones se encargaron de explicarnos la existencia del bien y del mal, del paraíso o del cielo, del infierno, o del pecado como sinónimo de que hacer algo prohibido que nos condenará a pedir perdón. Además de tratar de ser consecuentes con los mandamientos del Supremo, y así lograr la paz espiritual. El gran riesgo de la tentación es que la manzana que ofrece la serpiente muchas veces se ve muy grande, roja y deliciosa y entonces “la débil carne” sucumbe.
Hace algunos días, la Cámara Décima del Crimen condenó a tres años de cárcel efectiva a Santiago Ezequiel Sánchez, de 29 años, que se ocupaba del mantenimiento y reparación de cajeros automáticos de diferentes bancos de nuestra ciudad. Aprovechando esta circunstancia, y valiéndose de un posnet que llevaba con él, el hombre se apropiaba fraudulentamente de dinero de las tarjetas que encontraba retenidas en los cajeros que abría.
De hecho, Sánchez llegó acusado por 32 hechos de clientes de Bancor, Banco Santander Río y de otras entidades bancarias, con hechos consumados y otros en tentativa. Ahora, con el proceso iniciado, y con el imputado preso en Bouwer durante los últimos ocho meses, el fiscal Gustavo Arocena propuso y logró la reparación económica del fraude completo con la devolución de casi $ 600.000, pero además el genuino arrepentimiento por el daño causado.
Queda claro que nunca es tarde para admitir los errores y resarcir a las víctimas de la mejor manera posible. Santiago Sánchez ya recuperó la libertad y seguramente jamás olvidará el calvario que vivió tantos meses en una prisión. Ahora, tendrá una segunda oportunidad y deberá cuidarse de no volver a caer en alguna tentación.