En las próximas elecciones presidenciales y legislativas en Estados Unidos, más polarizadas y cerradas que nunca, se volvió aún fundamental el interior profundo del país. Allí, en principio, el movimiento Make America Great Again (MAGA), corre con ventaja. Mientras que los demócratas son fuertes en las costas y en las grandes ciudades cosmopolitas, el trumpismo logró representar muy bien a los estadounidenses promedio de las pequeñas comunidades. No obstante, la situación está lejos de encontrarse resuelta y la contienda permanece abierta.
El panorama electoral en Estados Unidos, especialmente en las zonas rurales del Midwest, se encuentra en un punto crítico. Según diversas encuestas, Donald Trump lidera con más del 60% de apoyo en estas regiones, donde las crisis económicas han afectado profundamente a los agricultores y a las pequeñas comunidades. Esta situación ha llevado a los demócratas a tomar decisiones estratégicas, como la elección de Tim Walz como compañero de fórmula de Kamala Harris, en un intento por recuperar la conexión con estos votantes.
Desde 2013, el ingreso neto de las granjas ha caído drásticamente, afectando especialmente a las pequeñas y medianas. Aunque durante la administración Trump se prometieron apoyos al sector agrícola, los recortes en áreas críticas han sembrado dudas sobre su compromiso real. A pesar de esto, Trump ha consolidado su base de apoyo en estas áreas, lo que representa un reto considerable para los demócratas, que son vistos como ajenos a la realidad de lo que sucede allí y más preocupados por resolver los problemas de las ciudades costeras.
En respuesta a esta situación, la campaña de Harris busca reducir los márgenes de Trump abriendo oficinas en localidades remotas y acercándose a las preocupaciones de los votantes rurales. La elección de Walz, con un pasado como maestro y entrenador en comunidades pequeñas, se presenta como una estrategia para resonar con los valores de estas poblaciones. Sin embargo, la percepción de que el Partido Demócrata está dominado por liberales costeros ha erosionado su apoyo en el Midwest, donde incluso los candidatos demócratas locales, como el propio Walz, han visto una disminución en su respaldo popular.
A pesar de su trayectoria como gobernador y, quizás como consecuencia de sus intentos de adoptar posturas más progresistas una vez asumió la gobernación, Walz alienó a algunos votantes rurales, especialmente tras la gestión de las restricciones por la pandemia. Esta polarización dificulta la capacidad de los demócratas para recuperar la confianza de los votantes en áreas que históricamente apoyaron al partido pero que en los últimos años se volcaron al movimiento MAGA.
Para los demócratas, pequeñas mejoras en el apoyo rural podrían ser cruciales en elecciones cerradas, representando un primer paso para reconstruir la relación con las comunidades pequeñas. La campaña de Walz podría ser una oportunidad para revitalizar un populismo que resuene en el electorado rural, evocando la figura del difunto senador Paul Wellstone, un histórico representante de los granjeros y los pequeños pueblos del Midwest, cuya conexión con estas comunidades aún se recuerda con cariño.
Justamente, otro partido que se juega en paralelo a los comicios presidenciales son las elecciones legislativas, fundamentales a la hora de gobernar o de erigirse en una oposición con posibilidades reales de bloqueo. Las chances de los republicanos para conseguir una mayoría en el Senado dependen cada vez más de su éxito en los Estados del Rust Belt o “cinturón del óxido”, específicamente Ohio, Pennsylvania, Michigan y Wisconsin. Las encuestas internas del Comité Senatorial Nacional Republicano (NRSC) y del Fondo de Liderazgo del Senado (SLF) muestran diferentes perspectivas sobre la competitividad en carreras clave, especialmente en Ohio y Michigan.
Ambas carreras están reñidas, con encuestas internas mostrando ligeras ventajas para los candidatos republicanos, pero las encuestas públicas favorecen a los demócratas. Montana parece ser un Estado favorable para los republicanos. En contraste, los candidatos republicanos enfrentan dificultades en Estados del Sun Belt como Nevada y Arizona, donde las encuestas internas muestran que están detrás. Los republicanos necesitan ganar solo dos escaños para lograr una mayoría, considerando a West Virginia como una probable ganancia, mientras que los Estados del Rust Belt podrían determinar el tamaño de su posible mayoría.
A medida que se acercan las elecciones presidenciales y legislativas previstas para el martes 5 de noviembre, queda claro que la contienda por el Midwest y las comunidades rurales se vuelve cada vez más crucial. El ascenso del movimiento MAGA dejó a los demócratas en una posición complicada, obligándolos a replantear sus estrategias y a buscar reconectar con un electorado que se siente marginado por las políticas de un partido que es percibido como parte de las “élites” y desconectado de sus realidades. La polarización actual y la percepción de que el partido está dominado por intereses costeros complican este objetivo.
En este contexto, el desafío para ambos partidos es claro: entender y responder a las preocupaciones de un electorado diverso y fragmentado, que demanda atención y soluciones concretas a sus problemas. La capacidad de los demócratas para recuperar terreno en las zonas rurales y el éxito de los republicanos en mantener su base en el Midwest y el Rust Belt marcarán el rumbo de los comicios y el futuro político de Estados Unidos.