M.S.M., un adolescente de 15 años con reiterados conflictos con la Ley Penal Juvenil, sigue siendo una figura de preocupación para las autoridades y la sociedad debido a su extenso historial delictivo y las reiteradas fugas. Este joven, que se encuentra a solo unos días de cumplir 16 años y dejar la inimputabilidad, rompió la tobillera electrónica que le había sido colocada como parte de un plan de monitoreo tras sus problemas con las adicciones y su comportamiento impulsivo el pasado 12 de diciembre. Desde entonces, su paradero es incierto.
El menor tiene un largo historial de reincidencias: 20 aprehensiones en lo que va de 2024, involucrado principalmente en robos violentos, muchos de ellos con armas de fuego, y otros delitos como asaltos a conductores de aplicaciones de transporte.
Su vínculo con el barrio Marqués Anexo, en la zona norte de la ciudad, donde reside su familia, es crucial en este contexto, ya que allí cometió varios de estos delitos y donde algunas personas aseguran haberlo visto recientemente.
El joven, que es descrito en informes psicológicos como impulsivo y con conductas compulsivas, especialmente vinculadas al robo por la adrenalina que le genera, también enfrenta serios problemas de salud mental y adicción.
A pesar de estos antecedentes, y bajo la medida de la tobillera electrónica, M.S.M. no solo se escapó, sino que también desafió las restricciones judiciales, entre ellas la prohibición de acercarse a su barrio, lo que pone de manifiesto las limitaciones del sistema judicial y de contención juvenil en Córdoba.
La Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) fue la primera en tomar conocimiento del hecho y solicitó a la Justicia Penal Juvenil una medida “excepcionalísima” para internar al joven en el Complejo Esperanza, un espacio de contención adecuado para menores de 16 años en adelante, donde podría recibir el tratamiento interdisciplinario que requiere. Esta solicitud resalta la preocupación por la peligrosidad de M.S.M., quien no solo pone en riesgo a otros, sino que también representa un “alto riesgo para sí mismo”.
A pesar de la urgencia de la situación, el joven sigue con paradero desconocido. “El Pistolero” expone las fallas del sistema para controlar y rehabilitar a los menores con altos riesgos de reincidencia, en un contexto donde la violencia juvenil parece ser un problema recurrente.