En pleno corazón del vibrante barrio Güemes, existe un rincón en Fructuoso Rivera 224 que trasciende las fronteras gastronómicas y culturales. Elefante Bengal, un restaurante especializado en comida hindú vegetariana y vegana, no es solo un lugar para comer, sino que es una experiencia auténtica que transporta a los visitantes directamente a la India.
“Bengali es una ciudad sagrada, un lugar sagrado de India donde yo estuve y siempre recordaba a un elefante que en la entrada de un templo tocaba la frente de cada uno de los peregrinos que querían entrar. Así surgió Elefante Bengal, para hacerlo distinto y que sea fácil de pronunciar”, explicó Martín Duré, dueño del primer restaurante inspirado enteramente en la India.
Duré, también conocido como Mathura Raj (nombre que recibió cuando vivió en este país asiático), relató en una entrevista con Hoy Día Córdoba que empezó a estudiar el hinduismo desde su juventud. Desde hace varios años organiza encuentros en su casa sobre cultura hindú que incluyen meditación, música, cantos y lectura de libros milenarios.
Estas reuniones siempre terminaban con la preparación de comidas típicas de India. “A la gente le gustaba y un día con mi compañera decidimos abrir un restaurante para compartir eso. La idea no es solo vender comida, sino compartir un poco de esta cultura, por eso en el lugar ponemos música hindú, cada tanto hacemos jornadas de meditaciones, también hacemos cursos o talleres de cocina. Está ambientado como en India, entonces cuando la gente entra, la idea no es solo venir a comer, sino toda una experiencia oriental, hindú”, explicó Mathura.
Los sabores de la India
La propuesta gastronómica de Elefante Bengal es única en Córdoba. Los platos son conocidos como thali y en el local ofrecen cuatro tipos distintos.
Un thali es un plato variado que viene en una bandeja donde sirven seis preparaciones dispuestas en pequeñas cazuelas. “En la Ayurveda, que es la medicina india milenaria, un plato siempre tiene que tener una variedad de alimentos. Picantes, para encender el fuego digestivo, legumbres y cereales”, indicó.
Mathura sostiene que la gente se queda completamente satisfecha, porque las preparaciones poseen todos los nutrientes necesarios para el cuerpo y son abundantes, pese a no contener carne. Una buena noticia para los vegetarianos.
Los platos principales que se ofrecen se dividen en Thali 1, Thali 2, Thali 3 y Thali 4. La clave para disfrutar de este tipo de comida es saborear con curiosidad y apreciar la complejidad de las especias y combinaciones únicas. Cada bocado es también un viaje sensorial hacia la India.
El primero contiene subji (salteado de vegetales al masala); pakoras (buñuelos fritos de verdura); arroz con semillas de mostaza tostadas; chutney (salsa agridulce picante de tomate); chapati (pan plano indio) y raita (papas con yogurt natural y especias salteadas).
El segundo lleva alu-pra (arrollado de harina integral relleno de papas, jengibre y cúrcuma); channa masala (garbanzos y verduras salteadas en especias de India); mung dal (sopa crema de porotos mung); curry chawal (arroz al curry); mayonesa vegana y kachori (empanada horneada circular de brócoli o coliflor, verduras varias y especias).
El Thali 3 viene con arroz con coco rallado y semillas tostadas; bharat (croquetas horneadas de arvejas); tamatar panir (queso indio en cubitos sumergidos en salsa de tomate); samosa (empanada horneada de jengibre, arveja, papas y curry); chutney (salsa picante de frutas de la estación) y raita (calabacín o zanahorias asadas en salsa de yogurt y especias salteadas).
Por último, el cuarto thali trae palak panir (hojas verdes al vapor especiado con cubos de queso indio), channa raita (garbanzos con yogurt natural al garam masala; sabji pulao (arroz integral con verduras variadas); matthi (galletas saladas fritas); alooparatha (pan plano indio relleno de papas y especias salteadas) y chutney (salsa agridulce picante de banana).
Las combinaciones de comidas se completan con las bebidas, que también son inspiradas en India. Todas son naturales y no poseen alcohol. Algunas de las opciones son el Mohini Murti (maracuyá, limón y leche condensada), la limonada hindú Ganga Devi (limón, jengibre y menta) y el Soma Rasa, una bebida afrodisíaca que lleva cardamomo, té rojo, moringa, lemongrass y manzanas rojas tostadas en caramelo y miel.
Asimismo, Mathura suele recomendar abrir la alimentación ayurvédica con un té “chai” para preparar el cuerpo “y despertar el fuego interior”. Se sirve en pequeños cuencos y se caracteriza por su sabor especiado.
Además de las cenas, el lugar fue agregando horarios y menús de otro tipo. También abren al mediodía y hacen meriendas con opciones inspiradas en ese país de Asia.
Más allá del plato: una inmersión cultural
En Elefante Bengal, cada detalle está pensado para acercar a sus visitantes a la India. Además de las comidas, la atmósfera envolvente juega un papel fundamental. Todos los rincones están decorados con tapices y alfombras de India. Hay cuadros de mandalas y de los diferentes dioses del hinduísmo. A su vez, en las mesas hay veladores estilo hindú. Los aromas especiados se mezclan con melodías tradicionales, creando un ambiente que invita a desconectar del ritmo cotidiano. “Acá realmente es como estar en India. La gente entra y siente que esto es como un oasis dentro de la ciudad, porque estamos a cuadras del centro, mucho movimiento, muchos autos. Las personas entran y bajan muchos cambios, los decibeles, como se dice”, expresó Mathura.
En este sentido, destacó: “Lo que hacemos acá es ofrecer esa experiencia de viajar. Con los sabores, los sahumerios, la música, ya se sienten en otro lugar. Suelo ver a mucha gente que cuando sale dice ‘uy, no, volvimos al mundo real’”.
Cuando una mesa termina la cena, Mathura se acerca y ofrece los oráculos de India, de dioses y diosas del hinduismo, de vidas pasadas y sobre los chakras también. Este gesto genera un momento de reflexión y curiosidad, permitiendo a los comensales llevarse no solo el sabor de la comida, sino también un mensaje personal y significativo.
El broche de oro para concluir la experiencia es la costumbre de Mathura por tocar el armonio hindú y cantar mantras en sánscrito, la lengua madre de India, para las mesas que quedan hasta el cierre del local. “Es como un cierre completo, no solo para los clientes, sino para mí también. Una jornada de estar trabajando duro y terminar con algún canto, algunas meditaciones, es muy lindo y a la gente le encanta esa experiencia completa”, afirmó Mathura.
Los desafíos de un restaurante diferente
Abrir un local con una propuesta tan particular como la de Elefante Bengal no está exento de desafíos. En un barrio donde la mayoría de las opciones gastronómicas giran en torno a la carne y el consumo de alcohol, apostar por un menú 100% vegetariano, vegano y libre de bebidas alcohólicas supone nadar contracorriente. Sin embargo, para quienes están detrás de este proyecto, la autenticidad y el compromiso con una experiencia genuina valen cada esfuerzo.
“Yo dije: voy a hacer algo totalmente distinto, que puede funcionar o no. Si escuchamos siempre a nuestra mente y a nuestros miedos, nunca vamos a hacer nada diferente y siempre vamos a ser uno más”, reflexionó Mathura. Para el músico, la curiosidad que despierta Elefante Bengal es un factor clave que lo convierte en un lugar atractivo no solo para vegetarianos, veganos o miembros de la comunidad hindú, sino también para cualquiera que busque una experiencia única y memorable.
Un lugar como Elefante Bengal demuestra que, incluso en medio de lo convencional, siempre hay lugar para propuestas auténticas y diferentes. Para quienes buscan algo más que una comida, este rincón en barrio Güemes es una puerta abierta a un viaje cultural, espiritual y gastronómico imperdible. El mundo es demasiado amplio para no ser curioso.