Gustavo “Sapito” Coleoni volvió a meterse en el corazón del ascenso argentino. Hoy conduce a San Miguel, un equipo de fuerte arraigo barrial que atraviesa un presente alentador en la Primera Nacional. El viernes, el Trueno Verde igualó 1-1 con Almagro. Ese empate le impidió acercarse a Atlanta y Deportivo Madryn en la cima de la Zona A, pero los mantiene terceros con 45 puntos, a tiro de los líderes. La tabla está ajustada y, a cuatro fechas del final, el conjunto de Los Polvorines se ilusiona con seguir entre los protagonistas.
El propio Coleoni reconoce que el empate dolió más de la cuenta, sobre todo porque el equipo buscaba volver a sumar de a tres en condición de local. “Siempre uno tiene la ilusión de los primeros puestos, pero creo que el primer puesto no nos quitaba el sueño. Teníamos una mínima posibilidad y queríamos aprovecharla, pero el empate nos duele porque queríamos asegurar un poquito quedarnos entre los cuatro primeros”, explicó. Al mismo tiempo, valoró que los resultados de la jornada terminaron favoreciendo a San Miguel, lo que les permite seguir en la pelea. “Llegamos en un momento donde el equipo no estaba muy bien, encontramos algunas cosas, reforzamos un poquito y estamos contentos. Vamos a estar en la pelea hasta el final”, aseguró.
Desde su desembarco, el “Sapito” le imprimió al plantel un sello reconocible: solidez defensiva, compromiso colectivo y un espíritu de lucha que lo caracteriza como entrenador. “El equipo ganó una estructura, hicimos un sistema defensivo fuerte, lo transformamos en un equipo duro. De 18 fechas, tuvimos 10 con el arco en cero. A partir de ahí buscamos el crecimiento hacia adelante y hemos sacado más del 50% de los puntos”, señaló. Esa fórmula de consistencia atrás y pragmatismo adelante le permitió a San Miguel escalar posiciones y soñar con un cierre de campeonato entre los cuatro mejores. De todas maneras, Coleoni advierte que todavía hay aspectos por mejorar. “Nos faltan cosas en la búsqueda de variables ofensivas. Ayer no hicimos un buen juego, pero a todos los equipos les pasa en esta categoría, que es muy difícil”, subrayó.
San Miguel no es un club cualquiera. Con raíces barriales y un vínculo estrecho con su gente, representa mucho más que un equipo de fútbol para la comunidad de Los Polvorines. Coleoni lo sabe y se siente cómodo en ese tipo de entornos. “Son equipos que me quedan bien, con gente ávida de buenos resultados y con muchas carencias en lo social. A veces la única alegría que tienen es un triunfo del Trueno para pasar una semana tranquila”, describió. Esa conexión entre la hinchada y el entrenador no es nueva: algo similar le sucedió en Central Córdoba de Santiago del Estero, donde logró el histórico ascenso a Primera División. “Hay un feeling conmigo que es muy bueno y lo disfruto mucho, pero uno tiene que encerrarse en el trabajo y tratar de hacer la mejor semana. El rendimiento de ayer no fue tan bueno, así que esperamos volver a ser el equipo duro e inteligente que éramos”, sostuvo.
Coleoni no solo habla de fútbol; también habla de barrio, de gente y de cómo cada partido puede marcar la semana de muchas familias. “Estos equipos son del barrio, de la comunidad. La hinchada siente los partidos como si fueran suyos, y eso genera una responsabilidad enorme. El día que ganamos, los chicos se van felices a la escuela, los padres sonríen y el barrio respira distinto. Esa es la dimensión que tiene dirigir un club como San Miguel”, explicó, mientras relataba anécdotas de la gente que lo saluda en la calle, que le agradece por levantar el equipo y devolverles un poco de alegría.
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Con más de 800 partidos como técnico, Coleoni acumula una trayectoria singular que pocos entrenadores pueden igualar. “Soy el único técnico de la historia del fútbol argentino que pudo ascender en las tres categorías más grandes de ascenso: B Metropolitana, Federal A y Nacional B. Seguramente hay entrenadores con más ascensos que yo, pero en esas tres, gracias a Dios, soy el único”, remarcó. Para el cordobés, cada torneo tiene su propia impronta. “El Federal A es más vistoso, porque son ciudades o localidades atrás de un equipo. En la B Metropolitana es más rústico, más duro: es el equipo del barrio contra otro equipo del barrio. Eso los hace diferentes, y he tenido la suerte de transitar ambos y ascender en los dos”, explicó, con la voz cargada de orgullo.
La presión de las hinchadas también varía según el contexto, aunque en San Miguel se siente de una manera particular. “Tiene la adherencia que tienen Nueva Chicago o Chacarita, son equipos con mucha gente. Mientras más expectativa hay, se genera más presión en el buen sentido. La expectativa la generás vos con el rendimiento, y si la presión existe, hay que acostumbrarse. Yo me siento cómodo en la presión”, remarcó. Y agregó que el contacto directo con la gente es algo que lo motiva y lo hace disfrutar de cada partido y cada entrenamiento.
El recorrido de San Miguel incluyó un triunfo resonante ante Racing de Nueva Italia, un club al que Coleoni conoce de cerca por haberlo dirigido. “Hicimos el gol y quisimos manejar el partido, pero no lo pudimos hacer de la mejor manera. Racing, con un hombre menos, manejó la pelota y nosotros tuvimos que defender con uñas y dientes. Fueron tres puntos importantes ante un gran rival”, analizó. El DT destacó el potencial del plantel cordobés: “Merece tener más puntos. Tiene gente rápida, de buen manejo, y jugadores de jerarquía como Pablo Chavarría. La tabla le está debiendo algunos puntos que se merecen”.
A la hora de evaluar qué le falta a Racing para asentarse en la categoría, Coleoni prefirió no dar una respuesta taxativa por respeto a Hernán Medina, actual técnico del club y amigo personal suyo. “Lo vi contra Ferro: hizo un primer tiempo bárbaro y en el segundo le costó un poco. La categoría es muy pareja y a veces uno no se lleva lo que merece. Tiene un fixture difícil, con Patronato, San Martín de Tucumán, y Güemes, pero tiene un gran plantel”, opinó, dejando claro que, más allá de las diferencias regionales, todos los equipos del ascenso requieren constancia y fortaleza mental para sostener resultados.
El corazón cordobés de Coleoni también lo lleva a mirar de cerca la actualidad de Talleres, institución de la que es hincha y que atraviesa un momento complicado en la Liga Profesional, hoy en zona de descenso. “La situación es difícil, claramente. A veces el hincha se pregunta qué pasó en tres meses, que estaba jugando Copa Libertadores y ahora pelea un descenso. Hay que tomar conciencia de que cada punto vale oro. Hoy cada empate de visitante hay que valorarlo”, advirtió. Para él, lo más importante es “despertar rápido de esta pesadilla”. Con su estilo frontal, graficó: “A lo mejor es un pase menos y un centro más, por decirlo de una manera, en la forma de encarar los partidos”.
Sobre la llegada de Carlos Tévez al banco albiazul, fue claro. “No tengo el gusto de conocerlo, pero tengo una gran admiración por él. Creo que por su forma y su carácter, tiene espalda y le sobra personalidad para transmitir en este momento. Para mí le cabe justo este desafío”, afirmó. También admitió que la salida de Diego Cocca fue desprolija, lo que apuró la llegada del Apache, pero insistió en que su perfil es el adecuado para este contexto.
En su extensa carrera, Coleoni nunca atravesó una situación similar a la de Cocca, que decidió irse por promesas incumplidas. “Por suerte no. Donde estuve tuve una relación bárbara, con procesos largos: más de 100 partidos en San Miguel, más de 100 en Santamarina, más de 100 en Central Córdoba, casi 100 en Juventud Antoniana. Siempre tuve buenas relaciones con la dirigencia”, aseguró.
Cuando se le pregunta por un eventual regreso a Córdoba, el entrenador se ablanda y deja de lado el tono técnico para hablar de lo personal. “Lo único que me hace ruido es mi nieta. Es una de las personas que más me han cambiado la vida. Varias veces me dijo: ‘¿Cuándo vas a dirigir en Córdoba, abuelo?’. Ella quiere que la vaya a buscar a la escuela, que salgamos a comer. Eso es lo que más me tira”, confesó, con una sonrisa que refleja la ternura de su vínculo familiar.
Mientras tanto, su presente está en San Miguel y su objetivo es claro: llegar con chances hasta la última fecha. “Estoy en la pelea y quiero pelear con San Miguel hasta el último partido. Sé que no va a ser fácil, pero la categoría es pareja y tenemos que intentarlo. Después, como siempre, la idea es dejar algo en cada lugar al que vaya. Esta profesión me gusta y quiero seguir disfrutándola”, concluyó, dejando en claro que su compromiso con el fútbol y con su gente es tan fuerte como sus ganas de seguir dejando huella en cada club que dirige.
