El tachero de El Pueblito
Lamentablemente, en nuestra ciudad de Córdoba hay un montón de zonas rojas por la inseguridad. Uno de estos lugares es el barrio El Pueblito, geográficamente ubicado al oeste, pasando Las Violetas y antes de llegar a la circunvalación. Fue justamente allí donde lo mataron a José Aguirre en la madrugada del 12 de agosto del 2023. Fue un hecho de gran conmoción porque tanto él como su esposa Mónica, eran muy queridos en el barrio. Oriundo de Perú, José de 57 años de edad, estaba radicado en nuestro país hacía 30 años. Se ganaba la vida con su vehículo utilitario, transportando vecinos del lugar, ya que por la falta de seguridad, los taxis y remises casi no ingresaban, y mucho menos durante la noche.
Hace un par de semanas, en la Cámara Octava del Crimen con Jurados Populares, y con el Tribunal presidido por el juez Juan Manuel Ugarte, se inició el juicio a dos de los presuntos delincuentes que mataron a Aguirre. Se trata de Héctor Calderón y Maximiliano Cornejo, ambos imputados por robo calificado y homicidio en ocasión de robo. Según la investigación del fiscal Horacio Vásquez, los atacantes fueron cuatro en total, solo que Edgar Calderón y otro joven no identificado permanecen prófugos. Aquel día, apenas pasadas las 6 horas, los malhechores sorprendieron a la víctima cuando estaba esperando a unos pasajeros para trasladarlos al aeropuerto. Al darse cuenta del intento de robo, Aguirre puso en marcha el auto e intentó escapar pero le dispararon un proyectil que le ingreso por debajo de la axila izquierda y lo terminó matando de un shock hipovolémico. Minutos antes de cometer esta locura, estos presuntos cuatro ladrones y otro más tampoco identificado, habían golpeado y robado $10.000 y una campera a Iván González, a quien sorprendieron en vía pública.
Por supuesto, si prospera la acusación que lleva adelante el fiscal Fernando López Villagra, los dos imputados podrían recibir una dura condena de varios años de prisión. Para la gente de El Pueblito, donde viven muchas personas de la comunidad peruana, el dolor todavía persiste. No se olvidan de José Aguirre porque era muy servicial y solidario…y además, era el tachero de El Pueblito.
Los casi femicidios
Cuando nos espantamos por la impresionante cantidad de crímenes generalmente muy violentos, con mujeres como víctimas, debemos considerar que además de los femicidios consumados, hay muchos casos en los que por diferentes circunstancias los asesinos no logran de milagro matar a sus parejas o ex-parejas. Hasta folclóricamente podríamos decir que “no murieron porque no les había llegado la hora, o porque tuvieron un Dios aparte, o por lo que sea”.
Sólo para dimensionar hechos de estas características, compartiré con ustedes un tramo de la acusación judicial contra Roberto Carlos Murúa de 55 años, quien hace un par de semanas fue condenado por la Cámara Primera del Crimen 12 años de prisión, por haber amedrentado y amenazado gravemente a su hermana, e intentado matar a su pareja. Sobre este último hecho, sucedido en Villa El Libertador en la noche del 2 de julio del 2024, la imputación fue por homicidio doblemente calificado por el vínculo y por violencia de género en grado de tentativa, y esto dice el expediente: “…Roberto Murúa se enojó porque A.Y. le reclamó que no había cumplido su promesa de comprarle una computadora a su hijo de 11 años. Entonces empezó a tirar cosas como pinzas y herramientas adentro de la vivienda, hasta que agarró una maza con mango de madera y la golpeó en el rostro. Ella pudo cruzar su brazo para defenderse, mientras Roberto Murúa le gritaba te voy a matar. Ella como pudo, mareada y atontada por el golpe en la zona de la oreja izquierda, logró empujarlo y salir corriendo a la calle, pero sin encontrar a ningún vecino que pudiera auxiliarla. También Murúa salió con la maza en sus manos y decidido a matarla. Ella entonces agarró una botella de vidrio que estaba en el piso y la arrojó contra el auto de Murúa, mientras se escondía detrás de un árbol. Entonces él intentó golpearla una vez más, pero no pudo impactarla de lleno. Finalmente agarró su auto y chocó contra un portón intentando embestirla. Ella finalmente logró huir y así salvar su vida. Murúa, y por situaciones ajenas a su voluntad, no pudo matarla…”.
Lo transcripto (con algunas simplificaciones), es la descripción de lo que habitualmente ocurre en estos casos aberrantes, y en los que en cuestión de minutos o segundos repletos de violencia y locura, culminan con el triste desenlace de otra mujer asesinada. O como en este caso, y de milagro, de un casi femicidio.