Al cumplirse 50 años de la muerte de Agustín Tosco, su figura trasciende el mero recuerdo histórico para erigirse como un símbolo vigente. Representa una forma de hacer política y sindicalismo que interpela al presente, basada en la coherencia, la combatividad y la organización popular. No obstante, desde su profunda humildad, Tosco se pensó siempre a sí mismo no como un héroe solitario, sino como un integrante activo de un enorme colectivo de masas cuya vanguardia debía ser la clase trabajadora.
El inicio de las actividades conmemorativas del aniversario tuvo lugar en el cementerio San Jerónimo, específicamente en el panteón de Unión Eléctrica donde se encuentran sus restos.
El acto contó con la presencia de representantes de centrales sindicales, diversos gremios, organismos de derechos humanos, y la participación de sus familiares, incluyendo a su hija Malvina Tosco, su nieta Sofía y su bisnieto Amadeo.
Hubo diversas intervenciones, incluyendo las palabras del Alfredo Seydell, Secretario de Derechos Humanos; y de Daniel Tapia, secretario adjunto del sindicato de Luz y Fuerza. También brindó homenaje Malvina, hija Tosco; Patricia López, hija del dirigente Atilio López; Leticia Medina, Secretaria General de CTA Córdoba; y Mariana Mandakovic Secretaria Adjunta de la CTA y Secretaria General del Cispren. La jornada incluyó una intervención especial a modo de semblanza, a cargo del periodísta Juan Cruz Taborda Varela.
Las actividades conmemorativas se programaron para continuar en la Plaza Tosco, ubicada frente a Patio Olmos, y posteriormente con la presentación del libro “Tosco” en la casa histórica de la CGT.

Más que una Revuelta: El «Cordobazo» como Conciencia Popular
El «Cordobazo» del 29 de mayo de 1969 es un evento inseparable de Agustín Tosco. Sin embargo, reducirlo a un simple estallido social es ignorar su verdadera naturaleza. Aquella histórica revuelta obrera y estudiantil, en realidad, condensó años de lucha y organización popular expresadas en la conciencia de su propia fuerza para actuar sobre la realidad y torcer el rumbo impuesto por la dictadura militar y el poder económico.
Tosco lo definió con una lucidez insuperable, explicando que no fue un acto irracional, sino la máxima expresión de un despertar colectivo.
“Fue la expresión militante del más alto nivel de la toma de conciencia de un pueblo oprimido”.
Esta idea redefine la rebelión como un acto de profunda conciencia. Para Tosco, en esas jornadas la clase trabajadora y el pueblo comprendieron su propia fuerza para transformar la historia. No era caos; era el poder popular poniéndose de pie.









