Recalculando
En junio del 2022, cuando todavía estábamos con los barbijos y las vacunas contra el covid, la Cámara Tercera del Crimen condenó a sólo 9 años de prisión a Brando Larrubia López por el homicidio de Katherine Saavedra, quien era su novia y sólo tenía 22 años de edad. El hecho había sucedido en Malvinas Argentinas el 28 de febrero del 2021, cuando el imputado la golpeó y la arrojó desde un auto en movimiento. Por el grave traumatismo cráneo encefálico que sufrió, ella murió cinco días después. Ya en el juicio con jurados populares, se discutió si él la había querido matar o si se había tratado de un hecho accidental. Y fue justamente la figura el Homicidio Preterintencional calificado por el vínculo, la que prevaleció en la sentencia. Tanto el fiscal Marcelo Hidalgo como la abogada querellante Antonella Pellanda habían pedido la condena de prisión perpetua, por considerar que se había tratado de un femicidio. Por lo tanto, ante esta resolución, apelaron para que el Tribunal Superior revise el fallo. El fiscal siempre sostuvo que se trató de un dolo directo, porque Larrubia la maltrataba y le hacía escenas de celos, y porque fue su golpe el que le produjo el hematoma fatal. Pero además, había sido un boxeador amateur que participó en 17 peleas, por lo tanto sabía y podía representarse el riesgo de vida que suponía un golpe en la cabeza como el que le aplicó a Khaterine.
Hace algunos días, el TSJ hizo lugar a la casación presentada por Hidalgo y ordenó la realización de un nuevo juicio. El mismo se deberá hacer en otra Cámara del Crimen y habrá que ver entonces, si se repite la valoración de la prueba o si por el contrario Larrubia es finalmente condenado a perpetua. Lo cierto es que para el Alto Cuerpo, había pruebas importantes que tal vez no fueron lo suficientemente tenidas en cuenta. Por eso, sobre este caso dispuso un “recalculando”.
Chanta chantajeador
En nuestro vocabulario corriente, la palabra “chanta” nos sirve para identificar a alguien no confiable, tramposo y estafador, y pertenece al lunfardo ya que es un diminutivo del vocablo genovés chantapuffi, que significa “el que no paga sus deudas”. Muy posiblemente con la misma raíz latina, está la palabra “chantaje”, que es básicamente una extorsión: “si no hacés lo que te exijo, entonces te haré tal daño o te pasará tal cosa”.
Hace algunos días, el imputado FJR fue condenado a 3 años de prisión efectiva (o sea que deberá estar al menos 8 meses en Bower), por extorsionar a un conocido, con mostrar fotos íntimas que supuestamente lo involucraban, si no le pagaba 15.000 dólares. La amenaza concreta consistía en entregar estas imágenes de “encuentros sexuales de la víctima”, a su esposa y compañeros de trabajo. Pero además, para consumar el chantaje y preservar el anonimato, usaba la red telegram como usuario oculto y con mensajes que se autodestruían ni bien eran vistos. El damnificado no sólo no pagó ni un centavo sino que presentó la denuncia en la fiscalía del Cibercrimen, y así lograron identificar al extorsionador, quien terminó reconociendo su jugarreta para evitar una condena de varios años en prisión. De hecho la acusación en su contra no sólo era la de extorsión sino también por coacción y lesiones leves, ya que la víctima sufrió estrés postraumático por la persecución psicológica que sufrió. Y como alguien comentó luego del juicio abreviado, dentro de todo, “la sacó barata” este chanta chantajeador.









