El miércoles 4 de diciembre de 2013, el diario Hoy Día Córdoba no pudo distribuir su edición impresa. La ciudad amaneció paralizada, con comercios cerrados, calles semivacías y un clima de miedo que todavía permanece en la memoria de miles de vecinos.Ese día fue parte de una de las jornadas más violentas que atravesó Córdoba en democracia.
Los reclamos salariales de la Policía comenzaron en noviembre de ese año. Durante varias semanas, las esposas de los uniformados realizaron protestas frente a la sede de la fuerza, en avenida Colón. Sin embargo, el episodio central comenzó en la mañana del 3 de diciembre, horas después de que el gobernador José Manuel de la Sota viajara a Colombia para participar de un encuentro de intendentes y gobernadores.
En barrio Cerveceros, la central del Comando de Acción Preventiva (CAP) fue la primera en acuartelarse. En pocas horas, más de 2.000 uniformados abandonaron sus tareas para exigir mejoras salariales. El gobernador fue informado de la situación durante una escala en Panamá y decidió regresar de inmediato, aunque tuvo dificultades para conseguir un vuelo.
El acuartelamiento policial generó medidas preventivas. Se suspendieron las clases, el transporte público y los bancos no abrieron sus puertas. Con el correr de las horas, la ausencia policial se hizo total. Solo permanecieron en funciones algunos efectivos de la Caminera, parte de la Guardia de Infantería y el grupo táctico ETER.
Hacia el mediodía comenzaron episodios aislados de saqueos en supermercados de los barrios SEP e Ituzaingó, en el sur de la capital. Pero eso fue apenas un anticipo. Durante la noche, los robos cometidos por grupos más o menos numerosos se multiplicaron por toda la ciudad. Las zonas comerciales de Villa El Libertador, avenida Colón, Fuerza Aérea y Donato Álvarez, así como barrios como San Vicente, entre otros, fueron gravemente afectados.
La ciudad vivió horas de descontrol absoluto: hubo enfrentamientos, destrozos, heridos y comercios vaciados en cuestión de minutos. En algunos sectores, los vecinos intentaron defender sus cuadras formando barricadas e iluminando las veredas para vigilar los movimientos.
El saldo fue devastador. En la provincia se registró un muerto y al menos 120 heridos. La víctima fatal fue Javier Rodríguez, de 20 años, quien se encontraba cerca de un supermercado saqueado en barrio Deán Funes. Nunca se determinó quién efectuó el disparo de 9 milímetros, a pesar de que se peritaron todas las armas policiales de la zona. Otras fuentes mencionaron un segundo fallecido, fue un hombre de 85 años que sufrió una descompensación cuando un grupo de ladrones ingresó a robar en su vivienda.
Según indicaron los medios, más de 1.000 comercios sufrieron robos y daños en Córdoba, aunque decenas de intentos fueron frustrados por vecinos que defendieron sus barrios. Los hospitales de la ciudad no daban abasto ante la gran cantidad de personas ingresadas con heridas de armas blancas, de fuego y otros accidentes derivados del caos.
En los días siguientes, se recuperó solo una parte de la mercadería robada y se registraron numerosas detenciones. Además, la Policía de Córdoba habilitó una línea telefónica para que los vecinos pudieran hacer denuncias anónimas. Para el viernes 6 de diciembre de 2013 había 96 detenidos por los saqueos y asaltos masivos.
El conflicto se resolvió al mediodía del 4 de diciembre, cuando el gobernador José Manuel de la Sota informó desde el Centro Cívico que se había arribado a un acuerdo. El titular del Ejecutivo precisó que “el salario mínimo de los uniformados pasará de 6.000 a 8.000 pesos” y que los policías que estarán en la calle cobrarían 9.000 pesos. También anunció que se aumentarían los adicionales un 52 %, y que la suba alcanzaba también a los miembros del Servicio Penitenciario. El abogado Miguel Ortiz Pellegrini actuó como representante de los policías acuartelados, mediando entre ellos y el gobierno y anunciando públicamente la aceptación del acuerdo.
Las consecuencias judiciales se extendieron en los años siguientes. En 2018, la Justicia de Córdoba condenó a 52 policías implicados en la revuelta por delitos como desobediencia a la autoridad. Sin embargo, todas las sentencias fueron condicionales, por lo que ninguno terminó en la cárcel.
El impacto económico y social fue profundo. Algunos supermercados permanecieron meses en reparación y otros nunca volvieron a abrir. Muchos pequeños comerciantes perdieron sus fuentes de trabajo porque los locales quedaron destruidos o completamente vaciados.
El episodio también tuvo consecuencias políticas. El lunes 9 de diciembre de 2013, el entonces jefe de la fuerza, César Almada, y la ministra de Seguridad Alejandra Monteoliva perdieron sus cargos.
En 2021, la Justicia Federal sobreseyó a Sergio Berni, Jorge Capitanich y María Cecilia Rodríguez en la causa por incumplimiento de los deberes de funcionario público. En ese momento, Berni era ministro de Seguridad de la Nación, Capitanich jefe de Gabinete y Rodríguez titular de la Unidad Gabinete de Asesores, durante la presidencia de Cristina Kirchner. El sobreseimiento se basó en que no se acreditó un pedido formal de ayuda por parte del Gobierno de Córdoba, pese a que funcionarios locales aseguraron haber realizado llamados de auxilio.

La ola de acuartelamientos y aumentos otorgados en Córdoba generó un efecto dominó que se extendió a casi todo el país. Durante esas semanas, diversas provincias atravesaron protestas policiales y saqueos, que dejaron por lo menos unos 10 muertos a nivel nacional.
Doce años después, la figura de Alejandra Monteoliva volvió a ocupar un lugar de primera línea en la política argentina. El pasado martes 2 diciembre juró como ministra de Seguridad, en reemplazo de Patricia Bullrich, quien dejó el cargo tras casi dos años de gestión para asumir como senadora.
Aquel jueves 5 de diciembre de 2013, Hoy Día Córdoba volvió a poner en sus páginas la tapa que no había podido salir el miércoles 4, publicando además repercusiones de los acontecimientos y las declaraciones de los funcionarios.
Memorias en papel nos permiten mirar la historia de Córdoba a través del archivo de este diario, recordando cómo las decisiones y los acontecimientos de cada época moldearon la ciudad. La memoria colectiva nos invita a reflexionar sobre los errores y aciertos del pasado para imaginar otro futuro posible.












