«Una persona que no tiene la capacidad no solamente económica, sino de palabra, de portación de cara, seguramente va a pasar más años adentro que alguien que puede defenderse y ser defendido de otra manera», afirmó Roth, en relación con uno de los dilemas que cruzan el nudo del filme y que ponen a su personaje, Alicia, al borde de una suerte de «grieta moral».
Casada con Ignacio (Miguel Ángel Solá) y con una acomodada vida en un departamento de Recoleta, Alicia entra en desesperación cuando su hijo Daniel (Benjamín Amadeo) deba enfrentar un juicio por el intento de homicidio de su exesposa (Sofía Gala Castiglione).
De forma simultánea y como en un juego de espejos que distorsionan, se lleva a cabo otro juicio, esta vez contra Gladys (Yanina Ávila), su mucama cama adentro, una chica del interior casi analfabeta que protagonizó un episodio horroroso pero que no recibe ni el mismo trato ni las mismas contemplaciones que el que Alicia pretende para su hijo.
«Crímenes de familia» tenía previsto para mayo un amplio estreno en un centenar de salas, pero la pandemia de coronavirus hizo que Schindel cambiara de planes y desde hoy llegará, acaso, a un público más amplio: ya está disponible en Netflix, y podrá verse por las distintas vías de Cine.ar (hoy y el sábado a las 22 por la señal televisiva, y desde mañana a las 9 gratis por una semana en la plataforma Cine.ar Play).
– ¿Qué te atrajo de este papel?
Cecilia Roth: Me gusta mucho lo que hace Schindel, había visto «El patrón», había visto «El hijo»; me parece que tiene una mirada muy propia, que es un autor. Me interesó el personaje, el cambio que pega lentamente a lo largo de la película era muy interesante para actuar. Y medio cargarse la película al hombro está bueno, que este personaje sea el que tiene el gran cambio dentro de la historia, el que se adentra en la verdad.
– ¿Cómo lo preparaste? Es un personaje con el que, sobre todo en el comienzo, es difícil empatizar.
CR: Sí, pero lo primero que tenés que hacer es defender a tu personaje. De ninguna manera criticar nada de lo que hace porque ahí la jodés, no te vas a poder meter en su razonamiento ni en su verdad, en su porqué. Esa señora burguesa acostumbrada a esa vida, sin plantearse demasiado las cosas, con una distancia con su hijo que le parece incluso hasta lógica, que va naturalizando las situaciones. En el momento en el que comienza el «click», que empieza a enterarse de quién es su hijo, empieza una pequeña grieta en su personaje.
– La película trabaja todo el tiempo como un relato de paralelos; hay dos procesos judiciales y la situación que atraviesa Daniel gracias a su condición de clase es bien distinta a la de Gladys. ¿Por qué el sistema no es ecuánime?
CR: Creo que por eso la Justicia está en este momento en duda, o por lo menos en estudio. Creo que hay una justicia para unos y otra para los otros.
– Justo venías de hacer «Los Internacionales», que te ponía en ese mismo sistema pero de la vereda de enfrente en la piel de una fiscal, con la corrupción como uno de los comunes denominadores.
CR: Sí. El personaje en «Los Internacionales», Marta Costas, está como en el límite. Son personajes muy distintos, por más que sean dos señoras burguesas y que ambas tengan aceptada y naturalizada una manera de moverse en el mundo dado sus posibilidades. Marta Costas no sé si cambia mucho, sin embargo creo que Alicia en esta película, desde el lugar en el que está no tenía otra opción más que ver la verdad.
– Alicia tiene una dificultad para ponerse en el lugar de su nuera y de su mucama. Al comienzo las condena sin más y queda expuesta su falta de empatía con otras mujeres.
CR: Creo que en este caso es un tema clasista. Lo que le pasa a Alicia con su empleada al principio es la absoluta insolidaridad, el desconocimiento, y no querer saber. Y también le pasa eso con su nuera. Le pasa a ella en general, hasta que le pasa lo mismo con sus amigas, hasta que ella es también descartada.
– La película iba a tener estreno en salas y por la pandemia no se pudo. ¿Qué expectativas te genera que en lugar de eso se vea no solo por Cine.ar sino a través de Netflix, con el alcance que supone?
CR: Esta es obviamente una película para salas, pero hay que tomar las buenas cosas que se generan porque se vea por ahí, que se pueda ver en más de 190 países. Ahora va a estar disponible para 193 millones de personas, lo que suena delirante porque no era una película pensada para eso. Estaba pensada para festivales, pero de pronto todo cambia y todo lo que tenías previsto para tu vida se da vuelta. Compartir una sala con el público en una suerte de ceremonia es una manera que a mí me encanta, pero también hay que aceptar que en este momento eso no es posible y está bueno que se estrene sea donde sea. Es interesante también ver cómo produce identificación con públicos de otros lugares.
– En este año tan difícil por la pandemia, tenés la posibilidad de mostrar varios proyectos que habías rodado antes, e incluso grabaron y presentaron con Santiago Loza «Amor de cuarentena», un interesante proyecto de teatro por WhatsApp. ¿Cómo ves al resto del sector? ¿Cómo está siendo afectada la industria por el coronavirus?
CR: Nuestro oficio sufre un montón. Desde los técnicos hasta los actores. Detrás y delante de cámara. Además de que no tenemos aportes de ningún tipo porque no somos monotributistas, no somos dependientes, no somos nada, no existimos. La idea en general de la gente sobre los actores es que están rodeados de glamour, llenos de plata, que son millonarios y dista mucho de esa realidad.
Fuente: agencia Télam