María Constanza Prato
(De nuestra redacción)
El viernes, la banda porteña Bandalos Chinos se presentó con una doble función en la Plaza de la Música. El regreso de los shows en vivo en plena pandemia mundial, es una experiencia que hay que vivirla: barbijo, toma de temperatura, ticket digital y adentro.
Las expectativas por la vuelta de la banda a Córdoba, las ganas de cantar a todo pulmón el nuevo álbum Paranoia Pop” (2020) y los clásicos de Bach” (2018), junto con la incógnita sobre la nueva normalidad”, se sentían fuertemente en el aire y se escuchaban en los diálogos de los asistentes.
Para mi arranca con ‘El ídolo’”, le decía una joven a su compañera: No, para mi empieza con ‘Vámonos de viaje’”, le respondía ella, quien agregaba: Apostemos”. Ninguna de las dos acertó.
La ex Vieja Usina estaba adaptada al protocolo para evitar la propagación del Covid-19: largas doble filas de sillas, pasillos entre medio de cada una y sólo se podían verle los ojos a quienes iban a disfrutar del espectáculo, porque el barbijo se tenía que usar en todo momento.
Previo al inicio del show del sexteto, apareció la cordobesa Paz Carrara. Con su voz, sus dulces melodías acompañadas de su guitarra y una luz azul que sólo la iluminaba a ella, la artista logró ambientar el lugar al ritmo de algunas de sus populares canciones como Radar” o El show”, entre otras. Cuando Carrara se despidió y las luces se apagaron, era cuestión de minutos para que aparezcan ellos.
Así fue: con una entrada imponente, aparecieron los músicos de Bandalos Chinos para posicionarse sobre el escenario. Segundos después, vistiendo un pantalón y un saco de estampa animal print azul, entró Goyo Degano al ritmo de los primeros acordes del tema Paranoia Pop”. La Plaza de la Música vibró desde la primera hasta la última nota del recital.
Tenemos poco tiempo y queremos cantar un montón”, dijo el líder del grupo, provocando los gritos del público, que no paraba de moverse en sus sillas entre tapabocas, jarras de bebidas, conos de papas fritas y celulares grabando el espectáculo. Si no hubiese sido por los barbijos y algunos lásers color verde que apuntaba a quien se lo quitaba o lo tenía bajo, parecía que el coronavirus había quedado atrás. Luego, comenzaron los acordes de Fulnabis”.
Desde el minuto cero, la performance que brindó el conjunto fue excepcional: desde el juego de luces que se adaptaba a la melodía de cada canción, junto con los movimientos que componían los bailes de Goyo hasta el poder de regular la energía de la audiencia acomodándose al formato teatro.
Sí, mírame a los ojos”, se escuchó a Degano al compás de los instrumentos, dando lugar al Mi manera de ser”, esa composición de ritmo progresivo que sumerge a quien lo escuche en un contexto de euforia.
Mientras se podían ver las siluetas de los brazos de la gente o el ritmo de sus cabezas en contraste con la luz del escenario, comenzó a sonar Súper V” del disco Bach”. Los clásicos siempre son un gran momento en los espectáculos, porque escucharlos en vivo cambia la perspectiva del espectador.
El tiempo pasaba entre canción y canción. Desde Sin señal” hasta Chu – Chu”, la presentación oficial de Paranoia Pop” en nuestra ciudad, era un éxito. La gente cantaba todos los temas, sin excepción. Se podía escuchar, se podía ver (quizás porque el público permanecía en sus lugares) y apreciar el gran espectáculo del viernes a la noche.
Sin embargo, se produjo un momento de intimidad y complicidad entre la banda y la audiencia cuando las luces se apagaron y sólo quedaron tres luces amarillas iluminando al cantautor, y comenzó a sonar Demasiado”. Se percibía emoción, y felicidad. Tan simple como eso: un grupo indie de Buenos Aires, con función llena en la Plaza de la Música y miles de personas cantando su canción. Quizás, la satisfacción de los músicos sea poder estirar el micrófono al público y que este sepa cada estrofa de su tema. Con una mano en el corazón, y luego estirando los brazos en un gesto mirando al cielo, Goyo agradeció.
Departamento”, AYNMG”, El ídolo”, La herida”, fueron sucediéndose a lo largo de la noche durante dos horas. Pero con la canción Los puntos”, ingresaron al escenario los cordobeses Paz Carrara y Rodrigo Molina como invitados especiales. Un momento explícito en que Córdoba se hacía sentir con más fuerza.
Con Isla”, uno de los primeros temas producidos por Bandalos Chinos y las personas desde sus asientos aplaudiendo al ritmo de cada nota musical, se iba anunciando el cierre del show: Y si esto es el final, sos el lugar donde caí”, narra la letra.
Pero como suele suceder en la mayoría de los conciertos, sin previa despedida, las luces se apagaron y los artistas desaparecieron. La gente comenzó a aplaudir, y en un acto de insistencia por una más”, los músicos regresaron y terminaron su concierto con sus grandes clásicos: Dije tu nombre”, Tú orbita”, El temblor” y Vámonos de viaje”. Abrazados y agradecidos, las luces se prendieron y el espectáculo finalizó.
Al salir de las instalaciones se escuchó a una mujer decir: Necesitaba esto”, poniendo en dos palabras un sentimiento colectivamente compartido. Lo que se respiraba afuera era esa sensación de sentirse un poquito más vivo y más libres.