El mundo de la literatura se encuentra conmocionado. Luego del reciente fallecimiento de Juan Forn, el día de ayer murió el reconocido ensayista Horacio González tras sufrir complicaciones en su cuadro de Covid-19. El ex director de la Biblioteca Nacional, que se encontraba internado desde el 19 de mayo en el Sanatorio Güemes, ya había enfrentado varias veces situaciones de salud críticas: en el aeropuerto de Panamá en 2013 cuando regresaba del Congreso de la Lengua y tuvo un ACV, y en 2015 cuando fue operado de urgencia por una hemorragia renal. La triste noticia fue comunicada por su esposa.
El sociólogo nació el 1 de febrero de 1944 en Buenos Aires y fue uno de los intelectuales fundadores de la Carta Abierta que se creó en 2008, como un espacio que apoyaba al gobierno de Cristina Kirchner y que se disolvió en 2019. Además, era doctor en Ciencias Sociales y se desempeñó como docente en distintos puntos del país y en Uruguay, Noruega, Francia, Brasil y Estados Unidos desde los ’60.
Con más de 40 publicaciones, entre las que se destacan: La ética picaresca”, Decorados”, El filósofo cesante”, Las multitudes argentinas”, Restos Pampeanos”, Filosofía de la conspiración”, Las hojas de la memoria. Un siglo y medio de periodismo obrero y social”, Violencia y trabajo en la historia argentina”, el escritor fundó la revista El Ojo mocho”, que abrió un lugar de para reflexionar sobre políticas, éticas y filosofías.
Considerado uno de los pensadores más influyentes del último siglo, González se caracterizó por la lealtad a sus ideales y su compromiso con la cultura.
En 2004 se convirtió en director de la Biblioteca Nacional. En su idea de redefinir los consumos culturales de la Argentina que venía de afrontar la crisis de 2001, González encontró en ese espacio, un lugar para reivindicar la cultura y el arte del país. Apostando por una agenda desplazada hacia expresiones asociadas a lo periférico o lo alternativo que nunca antes habían tenido lugar allí”, explican desde la Agencia de Noticias Télam, donde detallan que llevó a cabo distintas exposiciones como: la muestra dedicada a ‘El Eternauta’, la historieta de Héctor Germán Oesterheld, las varias exhibiciones donde se mostraba el universo artístico del Indio” Solari, o la producción poética y musical de Luis Alberto Spinetta, a quien en 2012 se le rindió homenaje con una exposición antológica.
«La Biblioteca Nacional tiene que mantener la idea de interrogar toda la cultura disponible. Es como en la época de Groussac y la época de Moreno, que de algún modo estaba vinculada a todos los asuntos públicos, incluso a la guerra. Entre guerra y biblioteca hay muchas relaciones y ocurre hasta hoy que en las guerras las bibliotecas son un blanco muy selecto», había manifestado en una entrevista el sociológo.
Durante sus años de gestión, el pensador multiplicó las actividades que se realizaban en la Biblioteca, a partir de distintas presentaciones de libros, paneles, ejercicios de relectura crítica, exposiciones, ciclos de reflexión, jornadas de desagravio, entre otras.
Más allá de sus emblemáticas publicaciones, Horacio González será recordado por su ímpetu para impulsar la cultura argentina a través de un pensamiento nacional y una crítica comprometida.