Puro chamuyo
Como esas plantas carnívoras repletas de colores y aromas que se cierran ni bien los insectos se zambullen en esa ricura que los encandila, los estafadores buscan una carnada apetecible para que las desprevenidas víctimas piquen el anzuelo sin los mínimos recaudos.
En la Cámara Décima comenzaron a juzgar a cuatro acusados de cometer defraudaciones con la mentirosa venta de autos Volkswagen nuevos, que supuestamente eran entregados ni bien los interesados pagaban la segunda cuota del plan. Jorge Córdoba, Royer Luna, Nicolas Moyano y Gonzalo Orab Zombeck -además del por ahora enfermo Marcelo Zanglá-, están acusados de estafa reiterada y asociación ilícita y podrían recibir hasta 10 años de prisión.
Los fraudes ocurrieron en agosto de 2016, cuando los acusados montaron una oficina trucha de un tal «Grupo Córdoba Inversiones S.R.L». Lo más impresionante es que tenían una «concesionaria con ¡un sólo auto y además usado! La habilidad de los acusados era sólida desde el mismo momento del ofrecimiento, ya que después de los pagos de los «gastos administrativos» y de las primeras dos cuotas, el auto era supuestamente entregado. Al menos en esta causa judicial, hay alrededor de 50 damnificados que pagaron no menos de $ 3.000.000. Ni hablar de aquellos que entregaron sus vehículos usados como parte de pago y se quedaron con las manos vacías.
No es novedad que en nuestra ciudad pululan los encantadores de serpientes, capaces de convencer y sorprender a un montón de gente en su buena fe. Como lo simplificó uno de los investigadores: «Estos tipos te levantan un edificio con la lengua. Todo, pero todo, puro chamuyo».
Preparen… apunten… ¡choquen!
Cuando en Tribunales todavía resuena la polémica por el llamativo veredicto en el juicio por la muerte del niño Mateo Aguirre, atropellado por un vehículo que había participado de una picada en Villa Santa Rosa de Río Primero, se siguen sumando juicios por «crímenes viales», tal como lo expresa una nueva clasificación jurídica no oficializada aún.
La fiscal Jorgelina Gutiez pidió la elevación a juicio de una causa por la muerte de Lucas Tulián de sólo 18 años en Saldán. Era la madrugada del domingo 16 de junio del 2019, cuando este joven y su hermano Marcos, de 17 años en ese momento, caminaban de regreso desde la casa de su abuela. De la nada, apareció un auto de frente (un VW Gol), el conductor cambió de carril y los embistió. Marcos pudo saltar pero Lucas fue levantado por el aire, pegó en el parabrisas y fue arrastrado por varios metros, para caer finalmente en el camino. Como si nada hubiera pasado, Jean Vladimir Criado de 21 años, aceleró y se dio a la fuga, para alejarse rápidamente del barrio Portón de Piedra. Cercado por la búsqueda de la Policía y la identificación de su auto, Criado se entregó al tercer día y estuvo siete meses detenido. La fiscal lo imputó por homicidio culposo agravado y lesiones.
Criado será juzgado y seguramente condenado el próximo año en la Cámara Segunda del Crimen. Será otro juicio más por otro siniestro de tránsito total y absolutamente evitable. Como una epidemia que castiga con dureza, muchos jóvenes protagonizan como víctimas o victimarios estas tragedias que destruyen a cientos de familias. Por ahora, las campañas de educación vial, las multas y las condenas parecieron no alcanzar para apaciguar la adrenalina que algunos sienten al apretar un acelerador. Es como si tuvieran un dedo en el gatillo y alguien les dijera: » Preparen… apunten… ¡choquen!