A pocos días de finalizar el ciclo lectivo 2021, marcado una vez más por la pandemia de Covid-19, en los ámbitos educativos existe ya cierto consenso en relación a que este año escolar está siendo más dificultoso que 2020. Las nuevas normas y modalidades organizativas y de evaluación provocaron un cisma en el sistema: los docentes y los estudiantes se adaptaron como pudieron a la “educación alternada” (presencial y remota), en burbujas, o híbrida.
Cada escuela hizo lo que estaba a su alcance y de la manera que pudo. Hoy podría decirse que hubo tantas formas de enseñar y de organizarse como escuelas hay en la provincia y que, en este contexto, las reglamentaciones fueron por un lado y la realidad en las aulas, por otro. Las pautas sobre el funcionamiento escolar se dieron a conocer a principios de año, pero la Provincia publicó el miércoles pasado en el Boletín Oficial la resolución ministerial con los detalles sobre la acreditación de los conocimientos y la promoción de año.
Al respecto, un informe de la periodista Mariana Otero reveló que los alumnos del secundario podrán pasar de curso adeudando hasta dos materias o áreas curriculares (Sociales y Naturales, entre otras, que agrupan varias materias), contando las asignaturas que quedaron pendientes de años anteriores y la “tercera previa”, como hasta ahora. El área se considera una unidad y no una sumatoria de asignaturas, con lo cual si un alumno no aprueba un área se lleva sólo ese espacio curricular (no las materias que la conforman).
Las posibilidades para aprobar los distintos espacios se darán el último día de clases, en los coloquios de diciembre y en las mesas de exámenes de febrero. Los estudiantes aprobarán cuando logren el 70% de los aprendizajes priorizados. Igual que el año pasado, el programa de estudios vigente fue recortado para asegurar contenidos mínimos e indispensables.
Los coloquios de diciembre y las mesas de febrero estarán constituidas por un docente para Matemáticas, Lengua e Inglés y por dos profesores para las áreas integradas (Sociales, Naturales, Artística). En estas instancias sólo se evaluarán con calificación los aprendizajes que los alumnos tienen pendientes, siguiendo la idea de la “evaluación formativa”, que intenta registrar y monitorear los saberes prioritarios.
Las asignaturas o áreas adeudadas podrán ser aprobadas en exámenes regulares o previos en sucesivos ciclos lectivos. En caso de que el estudiante pierda la regularidad, deberá aprobar cada una de las disciplinas que conforman el área (por ejemplo, Biología, Física y Química si perdió regularidad en Ciencias Naturales en el primer ciclo), siguiendo el plan de estudios vigente al momento de dar el examen.
La secretaria de Educación de Córdoba, Delia Provinciali, destacó que la decisión de agrupar las materias en áreas fue tomada a comienzos de año, atento a las características de una presencialidad de alternancia. A partir de septiembre, recordó, volvimos a la presencialidad plena. “Antes teníamos cuatro horas de clases y en el nivel secundario estas condiciones impactan de una manera particular. Hubo que pensar una organización para que ninguna materia quedara afuera”, resaltó.
Sobre el particular, sostuvo que la nueva organización pedagógica tuvo que ver con “la restricción de la carga horaria durante el sistema de burbujas”. “La última resolución convalida la organización pedagógica. No se hace a fin de año, sino que resulta de un acuerdo que se estableció a través de sucesivos memos. Convalida y le da el carácter legal a las evaluaciones, para que en las instancias futuras, cuando se tenga que otorgar un certificado analítico, se sepa por qué hubo en 2021 un formato que no era el habitual de asignaturas”, abundó.
Cómo se evalúa
Este año, la evaluación se realizó por etapas. En el primer semestre se pidió a las escuelas monitorear el progreso de los aprendizajes de los estudiantes con una evaluación formativa. Esto implicó una tarea personalizada y casi titánica porque muchos estudiantes se mantuvieron desconectados de la escuela durante los períodos en que su burbuja no asistía de manera presencial.
El retraso en los aprendizajes fue notorio, y se registraron dificultades para que el alumnado mantuviera un ritmo de estudio: se advirtieron baches en el conocimiento. En esta segunda parte del año la evaluación se está desarrollando con una calificación numérica. Esta es la nota que vale, ya que no se promedia con las del primer semestre, que fue cualitativa.
En tanto, los alumnos de primaria pasarán de grado si alcanzan el 70% de los contenidos priorizados, expresados con una calificación cualitativa junto con una síntesis de la evaluación formativa. Los chicos que queden con saberes pendientes el último día de clases, deberán asistir a una serie de clases de “intensificación de aprendizajes” en febrero del año próximo.
Los cambios de 2021
Este año se establecieron nuevas normas y modalidades. En el secundario se dio prioridad a tres disciplinas troncales (Matemática, Lengua e Inglés) y todas las otras materias se agruparon en áreas (Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Taller de Expresión Artístico Corporal y Educación Tecnológica en el ciclo básico) ante la imposibilidad de dictar todos los contenidos del programa escolar.
Se trató de una medida excepcional de difícil implementación; en muchos casos, los docentes de distintas asignaturas de una misma área no pudieron trabajar en conjunto, por diversas circunstancias. De este modo, cada uno recortó los contenidos y los dictó de manera intercalada con sus colegas del área. Posteriormente, consensuaron una nota.
Para 2022, el Ministerio de Educación de Córdoba prevé un retorno a la modalidad prepandemia (aunque intentando capitalizar las bondades de la virtualidad) si la situación sanitaria continúa como hasta ahora. Es decir que, en principio, habrá presencialidad plena y retorno a los programas de estudio originales, sin recortes de contenidos. El desafío será recuperar lo perdido durante dos años.
La mayoría de las escuelas retornaron a las aulas todos los días en septiembre, aunque algunas aún hoy siguen trabajando en burbujas por falta de espacio para garantizar la distancia interpersonal mínima de 50 centímetros, según indican los últimos protocolos.