La Policía Ambiental, dependiente del Ministerio de Ambiente y Economía Circular, realizó una nueva suelta de ejemplares de fauna silvestre que obtuvieron el alta sanitaria y comportamental, tras ser rescatados del cautiverio en los distintos procedimientos de control.
Esta jornada se llevó a cabo en una zona rural de Colanchanga, una localidad que se ubica en las Sierras Chicas de Córdoba y que cuenta con una vasta vegetación propicia para que los animales puedan aventurarse a una segunda oportunidad en la vida silvestre.
Se trata de 25 pájaros, dos aves rapaces, cuatro aves carroñeras, dos comadrejas, un gato montés y un zorro gris. Algunos de estos individuos ingresaron al centro de rescate del Parque de la Biodiversidad, en la ciudad de Córdoba y otros, en el del Tatú Carreta, en Casa Grande, departamento Punilla.
“Estos dos centros de rescates son los principales con los que trabajamos por su capacidad de recepción de los animales rescatados. Por supuesto que no son los únicos, pero son a donde derivamos el mayor caudal de fauna silvestre rescatada”, puntualizó Adrián Rinaudo, secretario de Policía Ambiental.
Y luego explicó el proceso que debe transitar cada animal para volver a ser reinsertado en la naturaleza: “No todos los ejemplares realizan el mismo proceso. Algunos solo con la cuarentena ya están aptos, otros, necesitan crianza asistida, rehabilitación comportamental o física, no es tan sencillo. Y también, hay algunos animales que ya no pueden regresar, por eso es que insistimos tanto en que el lugar para la fauna silvestre es la naturaleza”, enfatizó el funcionario.
Particularmente en esta ocasión, se da un factor común entre los individuos rescatados y luego liberados: la gran mayoría, exceptuando a las aves paseriformes (pequeñas), ingresaron con una edad muy temprana, por lo que el esfuerzo para que puedan regresar a la naturaleza fue arduo.
“Todos ingresaron muy jóvenes al Parque de la Biodiversidad y algunos requirieron crianza asistida, monitoreos constantes, adaptación de recintos e intervenciones indirectas del personal para evitar su impronta y preservar su comportamiento salvaje”, explicó Melody Bayro, bióloga y responsable del área de Bienestar Animal del centro de rescate.

Especies liberadas
Desde el Tatú Carreta otorgaron el alta a los siguientes ejemplares silvestres: cinco piquitos de oro, seis reinasmoras, dos pepiteros de collar, un naranjero, un brasita de fuego, cinco jilgueros y dos chimangos.
Por su parte, el Parque de la Biodiversidad informó que tres cardenales copete rojo, un pepitero de collar, un corbatita común, cuatro jotes cabeza negra, un gato montés, un zorro gris y dos comadrejas habían culminado exitosamente su proceso de rehabilitación y estaban listas para regresar a su hábitat.
Algunas historias con segundas oportunidades
En mayo de este año, ingresó al centro de rescate un gato montés de aproximadamente un mes y medio de edad rescatado por la Policía Ambiental.
“A lo largo de estos meses, el equipo de veterinarios, biólogos y cuidadores trabajó con él mediante interacciones indirectas, con el objetivo de evitar su impronta y preservar su comportamiento salvaje” informó Bayro. Y luego explicó que ese proceso fue monitoreado de forma integral: se realizaron placas radiográficas, evaluaciones de locomoción, análisis de materia fecal, exámenes de sangre para detectar enfermedades infecciones y revisiones periódicas de dientes, uñas, pelaje y condición corporal.
Además, se implementó un monitoreo continuo mediante cámaras, especialmente durante la noche y las primeras horas del día, momentos en los que esta especie presenta mayor actividad, para evaluar su repertorio comportamental sin interferencia humana.
En el mismo mes, ingresó una zorrita gris de unos cinco meses de edad con un cuadro complejo de sarna con muchas lesiones y heridas abiertas en la cadera producto de ello. Esta hembrita se encontraba deshidratada. Gracias al trabajo de los especialistas fue liberada en estado adulta y se recuperó de la sarna.
En tanto los cuatro jotes cabeza negra, llegaron todos en distintos niveles de desarrollo pero todos juveniles. Uno de ellos, todavía tenía plumón, los otros también pero ya estaban cambiando el plumaje. “Los monitoreamos y trabajamos comportamentalmente, adaptamos recintos, trabajamos para que aprendan a volar vuelo. Y ahora comen y vuelan muy bien”, cerró la bióloga del Parque de la Biodiversidad.










