El reciclaje del PVC (cloruro de polivinilo) se consolida en Argentina como una estrategia clave para reducir el impacto ambiental de la industria y avanzar hacia una economía circular. Este tipo de plástico, ampliamente utilizado en la construcción, no solo es resistente y versátil, sino también reciclable múltiples veces sin perder sus propiedades físicas, lo que lo convierte en un recurso ideal para iniciativas sostenibles.
“La reutilización del PVC es un componente fundamental en el mercado de la economía circular. Al reciclar este material, no solo reducimos su impacto ambiental, sino que también aprovechamos una oportunidad valiosa para que las empresas y toda la cadena de valor contribuyan a un futuro más sostenible”, afirma Miguel García, director ejecutivo de la Asociación Argentina del PVC (AAPVC).
Este enfoque está siendo adoptado por diversas empresas del país que ya implementan programas de reciclaje para cerrar el ciclo de vida del PVC y reincorporarlo a sus procesos productivos. Un ejemplo es VEKA Argentina, proveedora de perfiles de PVC para carpinterías, que trabaja con sus clientes para recolectar los restos de fabricación y reincorporarlos al sistema. “Desde 1993 VEKA se preocupa, actúa y recicla PVC, siendo pioneros en este tema”, señala Natalia Ruiz, del área de Marketing VEKA LATAM. Además, detalla que en Chile ya funciona un programa de reciclaje de despuntes de perfiles que busca reducir la huella de carbono hacia 2045.
Otro caso relevante es el de Muchtek, que el año pasado sumó una planta de reciclaje propia. Esta permite reprocesar residuos del proceso de extrusión y utilizarlos en nuevos productos como zócalos y revestimientos de la línea In&Out Design. “Estamos orgullosos de ser la primera empresa fabricante de perfiles para aberturas y productos arquitectónicos de PVC de Latinoamérica en cerrar el círculo de la economía circular”, destaca Fernando Martinez, presidente del grupo Tecnoperfiles.

Por su parte, el Grupo Erpla, dedicado a la fabricación de cables eléctricos, desarrolló un sistema interno para recuperar hasta 20 toneladas mensuales de PVC excedente. “En lugar de desechar este material, decidimos implementar un sistema de recuperación y reprocesamiento para contribuir a la economía circular y reducir el impacto ambiental”, explica Marcelo Vergagni, presidente de la firma.
Además, otras empresas como Tecnocom han encontrado formas creativas de valorizar residuos que no cumplen con los estándares de calidad para ciertos productos. “Cuando tenemos compuesto de PVC fuera de especificación, lo derivamos a nuestra línea de mangueras de riego para jardinería, dándole valor a nuestro producto”, detalla Eduardo Estévez, gerente comercial de la empresa.
Una oportunidad para escalar el cambio
Estas experiencias reflejan un cambio de paradigma en la industria del PVC en Argentina, que busca no solo reducir el desperdicio sino también ser parte activa de la solución frente a la crisis ambiental. La estructura polimérica del PVC lo hace resistente al estrés mecánico y térmico, lo que permite su reciclaje sin perder calidad.
Desde la AAPVC, Miguel García destaca que “la celebración del Día del Reciclaje es un gran recordatorio de la importancia de la sostenibilidad en nuestra sociedad y la industria del PVC en Argentina, la cual está avanzando en la dirección correcta, pero todavía con mucho trabajo por hacer”. Y concluye: “Con el aumento en la cantidad de recicladores y el crecimiento de PVC reciclado, hay oportunidades para seguir mejorando y alcanzar los estándares de países más avanzados en términos de reciclaje de plásticos”.

¿Por qué es importante?
Reciclar PVC no solo reduce residuos, sino que permite crear productos con balance energético positivo, es decir, que a lo largo de su vida útil ahorran más energía de la que se utilizó para producirlos. Esta eficiencia, sumada a la menor emisión de CO₂ en su fabricación, convierte al PVC reciclado en un aliado estratégico contra el cambio climático.
Promover políticas públicas que incentiven el reciclaje, acompañar a las pymes en la implementación de estas prácticas y generar conciencia social sobre la revalorización de materiales son pasos necesarios para que estas iniciativas no sean la excepción, sino la regla.