Hay muchos ríos imponentes y bellos en nuestro planeta. Entre tantos, podemos nombrar al Amazonas en Brasil, el Nilo, el Congo y el Níger en África, el Misisipi en Estados Unidos, el Yangtsé y el Amarillo en China, el Obi en Rusia, el Mekong en el sudeste asiático y el Danubio, el Rin y el Volga en Europa. Son todos ríos poderosos por la biodiversidad que contienen y porque millones de personas viven gracias a ellos, además con desarrollos económicos, industriales y turísticos, que en muchos casos sostienen a regiones inmensas y a países enteros.
Son “regalos de la Naturaleza” imposibles de ignorar y desaprovechar, a excepción de lo que pasa con el Río Paraná en nuestra querida Argentina. Afortunadamente tenemos un montón de ríos hermosos y con características distintivas como el Bermejo, el Limay, el Negro, el Uruguay, el de La Plata, en montañas, en llanuras y en mesetas. Pero sin dudas, es el Río Paraná el más extraordinario con 2.564 kilómetros de longitud desde su nacimiento en Brasil, cuando se unen los ríos Grande y Paranaíba. Claro que si se suma el trayecto del río Grande, la longitud supera entonces los 4.000 kilómetros.
Por supuesto es un río con un caudal majestuoso y que además transporta muchos sedimentos con los que se formó el Delta en su desembocadura en el Río de la Plata. Pero también la historia del Río Paraná nos remonta a hechos heroicos como la batalla de la Vuelta de Obligado en 1845, cuando Juan Manuel de Rosas ordenó enfrentar a la flota anglo-francesa que pretendía navegar y comerciar libremente sin respetar la autoridad de la Confederación Argentina. Aquella resistencia se convirtió en una gesta reconocida en toda América, a tal punto que desde Francia donde estaba exiliado, el Padre de La Patria, José de San Martín, le regaló su sable corvo a Rosas “por la heroica defensa de la soberanía”.
Hace algunos días, visitó nuestra ciudad el reconocido escritor y periodista chaqueño Oscar “Mempo” Giardinelli, autor de notables narrativas, ensayos y ficciones, y distinguido además en diferentes Universidades e instituciones de Argentina y del extranjero. Ocurre que Mempo nació en Resistencia y si bien se debió exiliar durante la última dictadura cívico-militar, de regreso al país y luego de vivir en Buenos Aires y Paso de los Libres, se volvió a radicar en la capital chaqueña, esa hermosa ciudad ubicada a sólo 18 kilómetros del río Paraná. Y justamente vino a Córdoba a presentar su último libro “Paraná, Crónicas de un río herido”, en el que describe el doloroso presente de este río “tan nuestro” pero al mismo tiempo “tan ajeno”. En estos tiempos en los que nuestro Ser Nacional sufre turbulencias, bien vale la pena entonces echarle un vistazo y enterarnos sobre esta “tragedia”.

HDC: MEMPO… ¿QUÉ SIGNIFICA PARA VOS EL RÍO PARANÁ Y POR QUÉ LE DEDICASTE ESTE LIBRO?
Oscar “Mempo” Giardinelli: Porque yo nací y vivo cerca del Paraná y mi vida está vinculada a este río, al igual que los trece o catorce millones de personas que viven en sus orillas. El Río Paraná es una vena fundamental de nuestro país, es imposible imaginar a la Argentina sin este río, que sin embargo es ignorado por muchos compatriotas que le dan la espalda. Sin dudas, y en el repertorio de los grandes ríos del mundo, el Paraná es el más ignorado. Miren nomás el Misisipi en Estados Unidos, absolutamente bajo control del ejército y de la marina, sin ningún quiosco ni concesión en ninguno de sus tramos. De hecho, por el Golfo de México no ingresa al Misisipi un solo barco que no haya sido construido en EE.UU. Pero además, todos los países cuidan sus ríos como si fueran oro y no los privatizan como acá. Hoy, los alrededor de cincuenta puertos pequeños y grandes que están en el Paraná, son todos privados; el Estado Nacional no tiene uno solo.
HDC: ¿Y ENTONCES HOY QUÉ CONTROLA EL ESTADO ARGENTINO?
O.M.G: Nada, ni las orillas porque ni siquiera dejaron el camino de sirga, o sea el costado de uso público, similar a un perilago. Por eso cada día que pasa, es más difícil “ganarse la vida” para muchos pescadores, que son corridos por guardias que en algunos casos ni siquiera hablan nuestro idioma. Quiero recordar que esta entrega del Paraná comenzó durante el menemismo en los años 90, y que después ningún gobierno la revirtió. Y el problema central es que hoy se llevan todo lo que pueden, sin ninguna clase de control de nada. La Prefectura casi ha desaparecido y por lo tanto, quienes tienen las concesiones pueden entrar y sacar lo que quieren, desde cereales hasta drogas. Por eso el problema de la droga en Rosario y otras ciudades, también tiene que ver con este descontrol. Hoy, por ejemplo, Paraguay -que no tiene salida al mar- tiene la tercera flota fluvial más importante del mundo. Y nosotros, tenemos apenas algún que otro barquito que a lo sumo controla a pobres pescadores. Pero además del abandono le tenemos que sumar la destrucción del río con dragados muy profundos, ordenados por empresas que “se creen dueñas” y corrompen cualquier intento de control.
HDC: ¿Y ESTA SITUACIÓN NO SE PUEDE REVERTIR?
O.M.G: Es imposible hacerlo sin una decisión política que acompañe todo lo que se pueda hacer desde lo jurídico y operativo. Imaginen la cantidad millonaria de dinero que perdemos los argentinos, y que ya hemos perdido durante las últimas décadas. Hasta se podría pagar totalmente la deuda externa. Pero reitero, además del perjuicio económico, está el tremendo daño ambiental y ecológico. Fijate que todos los ríos son explotados y cuidados por los Estados. Por ejemplo en Alemania, el puerto de Frankfurt que mueve un volumen de comercio cinco veces superior a los puertos de acá, pertenece a los alemanes y parece un hospital de lo cuidado que está, con aguas transparentes y una infraestructura impecable. En cambio acá los concesionarios norteamericanos, chinos y europeos no pagan casi nada. Por eso es necesario un cambio de rumbo; no podemos seguir permitiendo que unos pocos se queden con un río que además es la ruta de salida para el 80% de nuestras exportaciones.
HDC: ¿Y POR QUÉ TODO ESTO ES DESCONOCIDO POR LA MAYORÍA DE LA GENTE?
O.M.G: Porque hay mucha desinformación y ocultamiento de la verdad, como pasa con tantas otras cosas en Argentina. Es una gran tragedia, porque hasta le han cambiado el nombre. De hecho, durante la época de Menem, al Río Paraná empezaron a llamarlo Hidrovía, que también es una manera de que mucha gente no se entere de lo que pasa. Salí y pregunta en las siete provincias beneficiadas por el Paraná, y en el resto del país también, sobre “la Hidrovía” y verás que por lo menos el 80% no tienen la menor idea de lo que es. Ahora si vos les decís Paraná, entonces lo reconocen porque en verdad lo aman como yo, y estamos identificados con el río porque tenemos muchas historias en el Paraná.
HDC: ¿Y QUÉ ES EL CANAL MAGDALENA?
O.M.G: Es la salida natural del Paraná al Río de la Plata, un canal ancho, profundo y cómodo hecho por la naturaleza, que va desde la ciudad de La Plata hasta la Bahía de Samborombón y que también podría significar una fuente muy importante de recursos para nuestro país. Pero a partir de las privatizaciones, empezaron a usar el Canal de Punta Indio, que es mucho más angosto y playo, pero que recorre la costa uruguaya y que por supuesto forma parte del entramado de los negociados y además está concesionado a dos empresas por varias décadas. Yo recuerdo un proyecto muy bueno del ex canciller Jorge Taiana para el uso del Canal Magdalena, pero que finalmente no prosperó.
HDC: ¿TE DUELE MUCHO TANTA DECIDIA CON EL RÍO PARANÁ?
O.M.G: Sí, muchísimo. Por eso me puse a investigar y a escribir este libro para crear conciencia ciudadana, y para que asumamos el compromiso de protegerlo y quererlo. Pero además porque lo están contaminando mucho y llegará el día que ni la pesca será posible. Hoy es un río castigado y abandonado a la voluntad de quienes ganan mucho dinero con su explotación, sin ningún respeto ni protección que no se corresponda con los negocios como la droga. Justamente en este libro, yo hago una reconstrucción histórica desde aquellos tiempos en los que el Paraná era una bendición para los pueblos originarios, y no una maldición como ocurre en casi los últimos cuarenta años. Es muy triste pero desaparecieron las banderas argentinas de este río tan nuestro.
HDC: SI EL PARANÁ PUDIERA HABLAR… ¿QUÉ CREES QUE NOS DIRÍA A LOS ARGENTINOS?
O.M.G: Nos pediría que no nos dejemos engañar, que nos involucremos, que nos necesita. Y si pudiera, sin dudas nos gritaría “Soy argentino, quiero ser argentino… ¡Auxilio, cuídenme!”.