Héctor Laiz, gerente de Metrología, Calidad y Ambiente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), se encuentra en París para participar de una reunión en la ciudad de Sèvres que tendrá como objetivo trazar, junto a 18 especialistas de diferentes países, el camino que modificará la forma de medir el segundo de acá al 2030, lo que repercutirá en el ámbito de la ciencia.
La modificación de la forma de medir el segundo para lograr mayor exactitud permitirá, entre otras cosas, prevenir desastres naturales, «en comunicación aumentar la cantidad información que se transmite por una fibra óptica» y también «abre la posibilidad de nuevas aplicaciones tecnológicas que hoy son desconocidas», sostuvo Laiz.
«El segundo hace 70 años se definía en función del período de rotación de la Tierra sobre su eje y después se descubrió que ese período de rotación no era estable, sino que variaba de acuerdo a distintos fenómenos» como, por ejemplo, efectos gravitatorios o la fuerza de mareas», explicó.
Como «no era demasiado exacto como demandaba la tecnología, en 1969 se definió el segundo en función del período de la radiación electromagnética que emite una transición energética del átomo de cesio», subrayó.
Desde entonces, el Sistema Internacional de Unidades (que rige las mediciones en el mundo) determinó que la unidad de tiempo se define estableciendo el valor numérico fijo de la frecuencia del cesio, un metal que se puede hallar en la naturaleza en formaciones rocosas.
La redefinición del segundo no impactará en los relojes utilizados en la vida cotidiana ni implicará tener que ajustar el horario, como sucedió el 30 de junio de 2015 y en más de veinte ocasiones, que hubo que retrasarlo un segundo.
«Ahora se está trabajando para redefinir el segundo, pero no en función del átomo de cesio, sino de otras transiciones energéticas de otros átomos que van a estar en el rango de las frecuencias ópticas que son mucho más altas y eso va a permitir incrementar la definición del segundo, 100 o mil veces más exacto», contó.
Para Laiz, «eso traerá la posibilidad de mejorar la posición de los sistemas de posicionamiento, mejorar la velocidad de las comunicaciones o permitirá verificar, en el ámbito científico, teorías físicas que hoy no es posible».
Laiz subrayó que la gestión del INTI «está trabajando para desarrollar la tecnología necesaria para que los servidores argentinos de procesos clave estén sincronizados» con los relojes de cesio que se encuentran en ese organismo.
Estos relojes sirven para «sincronizar las computadoras o los satélites argentinos», lo que da a la «Argentina autonomía porque no es lo mismo sincronizar las comunicaciones o las transacciones de la Afip, por ejemplo, con relojes que no están en nuestro país».
Los relojes de cesio serán reemplazados por relojes atómicos ópticos cuyo desarrollo comenzó hace 15 años y permitirán medir «la transición entre dos niveles energéticos de un átomo, pero de otro átomo y en otras condiciones. Eso produce que la transición energética sea de una frecuencia más alta con lo cual se tiene mucha más precisión».