Un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos) publican en un estudio de ‘JAMA Network Open’ la influencia que los olores pueden tener en las personas deprimidas. En concreto, afirman que oler un aroma familiar puede ayudar a las personas deprimidas a recordar recuerdos autobiográficos específicos y potencialmente ayudar en su recuperación.
El estudio demostró que los aromas son más efectivos que las palabras para recordar un evento específico. Incluso podrían usarse en el entorno clínico para ayudar a las personas deprimidas a salir de los ciclos de pensamiento negativos y reconfigurar los patrones de pensamiento, ayudando a una curación más rápida y suave.
Para llegar a esta conclusión, Kymberly Young, investigadora de neurociencia que estudia los recuerdos autobiográficos, decidió probar si involucrar la amígdala podría ayudar a las personas deprimidas a acceder a sus recuerdos de manera más efectiva. Y en lugar de utilizar pruebas de escáner cerebral costosas y a menudo inaccesibles, decidió recurrir a una tecnología mucho más sencilla.
De esta forma, Young presentó a los participantes una serie de viales de vidrio opaco que contenían potentes aromas familiares, desde naranjas y café molido hasta betún para zapatos e incluso Vicks VapoRub. Después de pedir a los participantes que olieran el vial, Young les pidió que recordaran un recuerdo específico, sin importar si era bueno o malo.
Así, la investigadora se sorprendió al descubrir que el recuerdo de la memoria era más fuerte en personas deprimidas que recibían señales de olores en comparación con señales de palabras. Aquellos que recibieron señales de olor tenían más probabilidades de recordar un evento específico (por ejemplo, que fueron a una cafetería el viernes pasado) que recuerdos generales (que habían estado en cafeterías antes).
Los recuerdos provocados por los olores también eran mucho más vívidos y se sentían más inmersivos y reales. Curiosamente, dijo Young, aunque no dirigió a los participantes a recordar específicamente recuerdos positivos, sus resultados señalan que los participantes tenían más probabilidades de recordar eventos positivos.
Young se está preparando para iniciar estudios tecnológicamente más avanzados utilizando un escáner cerebral para demostrar que los olores ayudan a activar la amígdala de las personas deprimidas de manera más efectiva que las señales verbales, pero mientras tanto, está entusiasmada con el progreso ya logrado. «Si mejoramos la memoria, podemos mejorar la resolución de problemas, la regulación de las emociones y otros problemas funcionales que las personas deprimidas suelen experimentar», concluye Young.