Con la llegada de octubre y las primeras lluvias estivales, Córdoba se prepara para enfrentar una nueva temporada de dengue, enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti que tradicionalmente registra sus primeros casos en este mes y extiende su período de circulación hasta mayo. En este contexto epidemiológico previsible, un equipo de investigación de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) ha desarrollado mapas de riesgo actualizados que permiten identificar con precisión las áreas de la ciudad con mayores probabilidades de presencia del vector.
Metodología avanzada para una problemática compleja
El estudio, realizado por científicos del Centro de Investigaciones Entomológicas de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC y publicado en la prestigiosa revista The Journal of Climate Change and Health, representa un significativo avance metodológico respecto a trabajos anteriores. Utilizando técnicas de machine learning combinadas con información satelital y datos de campo correspondientes a los años 2015 y 2017, los investigadores han logrado crear modelos predictivos de alta precisión.
La líder del proyecto, Elizabet Estallo, en comunicación con el periodista Lucas Gianre de UNCiencia, explica que «esta aproximación metodológica nos permite integrar múltiples variables ambientales y urbanísticas que influyen en la distribución espacial del mosquito, ofreciendo una herramienta sólida para la planificación de políticas sanitarias preventivas».
Resultados contundentes: el este cordobés como zona crítica
Los mapas resultantes del estudio muestran un patrón espacial claro y consistente: la zona este de la ciudad, particularmente el sector noreste, presenta las condiciones más favorables para el desarrollo del Aedes aegypti. «Esta área mantuvo una alta probabilidad de presencia del vector en ambos años analizados, constituyéndose como la región de mayor riesgo sostenido», afirma Elisabet Benitez, primera autora del trabajo.
En un nivel de riesgo levemente inferior, pero igualmente significativo, aparecen las periferias sur de la ciudad, tanto en su sector este como oeste. Es importante destacar que estos mapas no representan la circulación viral del dengue, sino las condiciones ambientales favorables para la presencia del mosquito vector, lo que permite anticipar las zonas donde podría iniciarse la transmisión si el virus es introducido por personas infectadas.
Variables determinantes en la ecología del vector
La investigación identificó cuatro factores clave que explican la distribución espacial del riesgo:
Temperatura mínima: «Este factor resulta fundamental para el desarrollo y supervivencia del vector», explica Benitez. «Las temperaturas bajas ralentizan el ciclo de vida, reducen la supervivencia y disminuyen la actividad de los adultos, limitando la expansión del mosquito».
Densidad poblacional y urbanización: Las variables relacionadas con el número de habitantes y la proporción de áreas construidas actúan de manera directa e indirecta. «Condicionan tanto la disponibilidad de alimento para la hembra -a través de la ingesta sanguínea necesaria para la producción de huevos- como la presencia de sitios de cría, principalmente recipientes artificiales», agrega la especialista.
Cobertura vegetal: La vegetación cumple un doble rol ecológico: provee refugio y alimento para los insectos machos, al tiempo que regula las condiciones microclimáticas locales, generando ambientes más estables y favorables para la supervivencia del mosquito.
Configuración urbana: La densidad de viviendas y edificios brinda más «refugios» y movilidad a los mosquitos, mientras que las edificaciones altas pueden funcionar como barreras para su dispersión.
Evolución temporal y factores conductuales
Al comparar estos nuevos mapas con los publicados en 2018 -que analizaban datos de 2012 y 2013- los investigadores observan una interesante evolución en la distribución espacial del riesgo. «Antes se veía una distribución más amplia de zonas de riesgo y ahora está más focalizada en sectores específicos de la ciudad», puntualiza Estallo.
Benitez agrega que «en el primer estudio aparecían zonas del centro-oeste de la ciudad como adecuadas para el desarrollo del vector, pero ahora no se destacan. Esto podría deberse a cambios en la cercanía a los canales de agua y en la acumulación de recipientes artificiales». La investigadora subraya que «la presencia de este mosquito depende en gran medida de la conducta de los habitantes frente a la acumulación de recipientes artificiales en sus viviendas, un factor dinámico y difícil de cuantificar pero crucial en la epidemiología del dengue».

Aplicación en políticas sanitarias
La utilidad de esta información científica para la gestión pública queda demostrada a través de la activa participación del equipo de investigación en la «Mesa Municipal de Dengue», un espacio interdisciplinario que reúne a todas las áreas del municipio afectadas por la problemática.
Federico Layún, médico veterinario del Programa Municipal de Zoonosis, valora especialmente el aporte de esta investigación: «Estos nuevos mapas incorporan variables ambientales y meteorológicas, además de índices satelitales, lo que nos ofrece una visión más completa. El aporte central es la integración de variables climáticas a escala local, lo que mejora la capacidad predictiva de los modelos y permite anticipar áreas de riesgo con mayor precisión».
Actualmente, la Secretaría de Salud municipal y la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC trabajan mediante un convenio específico de asistencia y cooperación que garantiza la transferencia continua del conocimiento científico hacia las políticas de prevención y control del dengue.