Un equipo del Observatorio Astronómico de Córdoba y de Conicet exploró cómo los agujeros negros primordiales (PBH, por sus siglas en inglés), más antiguos que los supermasivos que se encuentran en el centro de las galaxias, podrían explicar la presencia de las mismas en mayor cantidad de lo esperado en altos desplazamientos al rojo (cuando el Universo era aún muy joven). Estos descubrimientos fueron posibles gracias al telescopio espacial James Webb, que permitió observar el universo en sus etapas más tempranas con mucha precisión.
Patricio Colazo, autor principal de esta investigación, explicó: “Imaginemos al universo como un niño al que hemos observado crecer desde los 10, 11, 12 años hasta su edad actual, gracias a los instrumentos de los que disponíamos. Con esta información, podemos teorizar cómo era a los ocho o nueve años».
Sin embargo, el investigador explicó que “a los ocho y nueve, el universo había evolucionado más de lo que anticipábamos. Nuestra investigación se asemeja a introducir una ‘vitamina de crecimiento’ en forma de pequeños agujeros negros primordiales (PBH) en las primeras etapas, como en su primer año de vida. De esta manera, logramos que el universo simulado a los ocho y nueve años tuviera un crecimiento similar al que observamos, sin alterar los años venideros. Es como si el universo hubiera dado un estirón de repente”.
“Este trabajo, además, sugiere que los PBH podrían no sólo explicar la presencia de estas galaxias, sino también actuar como semillas para los agujeros negros supermasivos que observamos en el universo, logrando solucionar al mismo tiempo dos problemáticas del modelo actual”, señaló Colazo.
Al respecto, cabe señalar que la cosmología moderna se basa en la teoría del universo en expansión, donde las galaxias se alejan unas de otras mientras el cosmos se expande desde el Big Bang. Según el modelo cosmológico estándar, conocido como “Lambda Cold Dark Matter”, la formación de galaxias y cúmulos de galaxias es impulsada por la materia oscura fría y la energía oscura. Sin embargo, las observaciones del Webb revelan la existencia de galaxias más masivas y compactas de lo esperado en etapas tan tempranas del universo que desafían las predicciones de este modelo.