Los resultados de las elecciones del 22 de octubre fueron tan sorprendentes como los guarismos de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias – Paso del 18 de agosto.
La gran mayoría de los encuestadores fallaron, una vez más, en su intento de adivinar el futuro.
En contra de los pronósticos, Sergio Massa, el candidato de Unión por la Patria se impuso con casi el 37% de los votos, seguido por el candidato de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, con menos del 30%. Así, ambos se ganaron el derecho a participar del ballottage.
Por primera vez, el ganador de las Paso perdió la primera vuelta. En 2011 y 2019, respectivamente, Cristina y Alberto Fernández ganaron las primarias y, luego, en primera vuelta. Daniel Scioli fue el más votado en las primarias de 2015 y en la primera vuelta, aunque luego perdió el ballottage.
La gran perdedora de esta primera vuelta electoral fue, sin dudas, la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, superando apenas el 23%. Sólo se impuso en CABA, aunque con una votación muy por debajo de la obtenida por Jorge Macri para la Jefatura de Gobierno.
La noche del domingo, con los resultados a la vista, Sergio Massa puso en marcha la campaña del ballottage. Con un discurso cuidado al detalle, desde la escenografía hasta las palabras y los conceptos, ratificó su llamado a un gobierno de unidad nacional.
En ese acto, el protagonista excluyente fue el mismo Massa. En el escenario, no estuvo Cristina Fernández de Kirchner; ni siquiera estuvo el gobernador reelecto de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. No hubo referencias al kirchnerismo, cánticos o banderas de La Cámpora.
Como a lo largo de toda la campaña, Massa hizo gala de su deskirchnerización. “Si hay algo que ha quedado claro en esta elección, es que la grieta se murió y empieza una nueva etapa desde el 10 de diciembre en mi gobierno”, dijo enfáticamente, por si quedaba alguna duda.
En el planteo de Massa, la muerte de la grieta es la base del llamado a un gobierno de coalición con dirigentes de otros partidos. Sólo superando el enfrentamiento entre el kirchnerismo y el macrismo es posible alcanzar algunos consensos básicos entre las grandes fuerzas populares.
El abrazo del gato
Javier Milei hizo todo lo contrario. Fiel a un estilo que ha hecho de la hostilidad y la conflagración un método de acumulación política, antes y durante la campaña, no reconoció la victoria en las urnas de su adversario y llamó a la conformación de un frente antikirchnerista.
Milei dijo que daba por terminadas las agresiones y los ataques y que estaba dispuesto a hacer “tabula rasa”. “Más allá de nuestras diferencias, lo que tenemos que entender es que enfrente tenemos una organización criminal, lo peor que le ha pasado a la Argentina”, sostuvo dramáticamente.
En rigor, el libertario dio por terminados sus improperios a Patricia Bullrich, sólo a ella. Así, de buenas a primeras, no le pidió perdón, sino que la absolvió de su pasado montonero en los años 70, de las bombas puestas y los niños asesinados por esa organización.
Con un criterio selectivo que habla de una soberbia fuera de control, él decide a quiénes agrede y ataca, cuándo lo hace y cuándo deja de hacerlo. Bullrich fue la beneficiaria de este gesto propio de los monarcas medievales. No así los radicales, vilipendiados con exacerbada infamia.
A horas de haber perdido las Paso, de noche y a escondidas, Milei recibió el apoyo que Mauricio Macri le ofreció incondicionalmente, según dicen. Con la participación de Bullrich como actriz de reparto, Macri abrazó a Milei: lejos de apoyarlo, se apoyó en él.
Macri destruyó la opción republicana que había construido en 2015. Juntos por el Cambio ya no existe. En una decisión que sólo se puede explicar desde el rencor al peronismo y al radicalismo, le entregó las banderas del “cambio” a alguien que no logra garantizar su salud y estabilidad mental, como quedó de manifiesto apenas unas horas después, cuando Milei comenzó a “escuchar voces y murmullos” y a sufrir el inicio de un brote psicótico en un programa de televisión en vivo.
La UCR, la Coalición Cívica, el peronismo de Miguel Ángel Pichetto, la parte del PRO representada por Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, más los 10 gobernadores de Juntos por Cambio, dirigentes de primera línea -como el ex ministro Avelluto- y diputados y diputadas electos en ese espacio -como Amalia Granata o Nicolás Massot-, todos desconocieron la inconsulta y apresurada decisión de un Macri sin liderazgo, y rechazaron apoyar a Milei en el ballottage.
Así, mientras Massa se desprende de Cristina, une al peronismo y llama a la unidad nacional, Milei se aferra a Macri, divide a Juntos por el Cambio y milita la grieta entre “criminales” y “argentinos de bien”, según piensen o no como él. Entre ellos, hay que optar. O votar en blanco.