Esta semana se produce la tan esperada visita apostólica del papa Francisco a Irak. Sin dudas es su viaje más complejo, cargado de incertidumbres, e incluso peligroso. Se produce en medio de una escalada de tensión en una de las regiones ya de por sí más inestables del mundo. A comienzos de esta semana, el gobierno de los Estados Unidos autorizó un bombardeo en una región siria donde operaban milicias supuestamente apoyadas por Irán, lo que contribuyó a aumentar la creciente violencia en la zona. Además de eso, sobrevuela la situación sanitaria, que en las últimas semanas experimentó un aumento considerable de casos en la región.
Se tratará del primer viaje de un sumo pontífice de la iglesia católica a Irak. A comienzos de los 2000, Juan Pablo II había intentado viajar, pero en esa ocasión la visita no se pudo concretar, debido a que no podía asegurarse su seguridad.
El papa argentino arribará a Irak el viernes y se quedará durante todo el fin de semana en el país. Ya se ha calificado al viaje como el más peligroso” que jamás haya realizado un líder de la iglesia. Al mismo tiempo que el cardenal ortodoxo iraquí, patriarca de Babilonia de los Caldeos, Luis Raphael Sako, aseguró que se trata del viaje más importante de todos los tiempos” para los cristianos de la región. Además, el encuentro reviste una gran importancia para el diálogo ecuménico, debido a que en Irak la representación cristiana recae especialmente en los ortodoxos, separados de la iglesia católica desde el cisma de Oriente, en 1522. Francisco ya ha dado numerosas muestras de su apertura al ecumenismo, al encontrarse en 2016, en La Habana, con el patriarca de la iglesia ortodoxa rusa, Kiril I, siendo el primer pontífice en hacerlo desde el Gran Cisma de 1054.
La comunidad cristiana en Irak se encuentra gravemente signada por la persecución que sufrió en las últimas décadas a causa del terrorismo. Una violencia que se profundizó a partir de la emergencia del autodenominado Estado Islámico (o Daesh) en Mosul o la llanura de Nínive, donde los extremistas arrasaron con iglesias de varios siglos de antigüedad y se incendiaron cientos de casas de cristianos. Antes de la última invasión estadounidense en 2003, en Irak se encontraban aproximadamente un millón y medio de cristianos. Actualmente, diezmados por la persecución religiosa de los grupos terroristas que surgieron a causa de la inestabilidad producida por la guerra, apenas quedan unos 200.000. Los cristianos iraquíes que permanecen en el país esperan que el papa Bergoglio interceda ante las autoridades, para otorgarles alguna protección contra la dura persecución a la que siguen sometidos. Ni siquiera están habilitados a mantener actividades religiosas públicas en el país –con la excepción del Kurdistán iraquí-, pudiendo ser castigados con duras penas.
Probablemente la visita más impactante de Francisco sea cuando, el domingo 7 de marzo, aribe a Mosul, la que fue capital del Estado Islámico. La ciudad, una de las más castigadas por la guerra, fue reconquistada por las autoridades iraquíes en 2017, en días de cruentos combates. Allí rezará por las víctimas de la guerra en un acto que seguramente estará cargado de simbolismos. Francisco, antes de regresar a Roma, oficiará también una misa en un estadio del Kurdistán iraquí, una región que históricamente reclamó su independencia.
Irak nunca logró reponerse plenamente de la invasión de 2003. Políticamente, viene atravesando una serie de revueltas contra la corrupción imperante en vastos sectores de la clase política, que emergieron con fuerza en 2019 y presentan un fuerte sentimiento anti estadounidense y anti iraní. Si bien mermaron relativamente durante la pandemia, son reclamos que se mantienen latentes entre los iraquíes. Irak es hoy prácticamente lo que se conoce como Estado fallido”. Es decir, un país cuyo gobierno no es capaz de garantizar los servicios básicos a su pueblo.
Devastado por la guerra y desangrado internamente por las luchas intestinas y el accionar de los grupos extremistas, sólo se habla del país en los medios internacionales cuando suceden atentados que dejan centenares de víctimas. El viaje del Papa del fin del mundo” servirá además para echar luz sobre el país y la región. Además de la castigada población cristiana, la visita también es vista con mucha expectativa por parte de los chiítas: Irak está integrado mayoritariamente por musulmanes; aproximadamente el 55% de su población es chiíta, mientras que el 22% es sunita, el 19% es kurdo, el 3% es turkmeno o turcomano, y el 1% pertenece a otros grupos étnicos como el zoroastrismo, el judaísmo o el mismo cristianismo.
Francisco arriesgará gran parte de su capital político al visitar un país que se encuentra en la periferia del cristianismo. Algo que condice con el discurso y el actuar de un papa que se ve a sí mismo como alguien proveniente de las periferias.