El martes 7 de septiembre se celebró la fiesta nacional de Brasil, el día de la independencia del país. Durante esa jornada, el presidente Jair Bolsonaro, tomando cierta inspiración” de la insurrección en el Capitolio estadounidense del 6 de enero pasado, convocó a su propia manifestación. Esto se da en un momento critico de la política brasileña, donde, además, el mandatario enfrenta su peor imagen pública desde la campaña que lo llevó a su elección presidencial. Los mayores problemas que enfrenta Bolsonaro no tienen que ver únicamente con la oposición política partidaria: sostiene también una disputa de alto voltaje tanto con la Corte Suprema de Justicia, y otra con el Poder Legislativo. Por eso, no son pocos los analistas que alertan sobre la posibilidad que el presidente intente avanzar sobre ambos poderes.
Se lo ha acusado de querer perpetrar un autogolpe, disolviendo al Poder Legislativo y al Judicial, constituyendo así una virtual dictadura.
De cara a los comicios presidenciales que están estipulados para celebrarse el año que viene, Bolsonaro pretende crear un clima de incertidumbre. Por ello, desde el año pasado denuncia supuestos fraudes que, según él y sus hijos, cometería la oposición con el apoyo de los gobernadores opositores. Este discurso no es nuevo, se encuentra prácticamente copiado del que sostenía el ex presidente estadounidense Donald Trump durante la campaña de 2020, en la que fue derrotado por Joe Biden. Trump no solo mantuvo esta postura tras conocerse los resultados electorales, sino que hoy sigue asegurando que fue expulsado del poder de manera fraudulenta” por las corruptas élites de Washington”. El brasileño cree que esto puede servirle para mantenerse en el poder, especialmente en un contexto donde ya no tiene el apoyo de la Casa Blanca, que lo ve, justamente, como una versión latinoamericana de Trump.
Cuando el Consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, realizó una visita oficial a América Latina hace poco más de un mes, se fue de Brasilia convencido de que el brasileño era lo más cercano posible a Trump. Para los demócratas, se trata de una figura sumamente incomoda. Hacia adentro de la coalición gobernante, los sectores más progresistas lo rechazan debido a su discurso negador del cambio climático, su accionar frente a la pandemia, al avance sobre el Amazonas, sus discursos contra la comunidad LGBTIQ+, y a sus posturas de extrema derecha.
En discursos similares a los del ex inquilino de la Casa Blanca, Bolsonaro le ha pedido a la población que se arme”, ya que, si uno quiere paz, hay que prepararse para la guerra”. Esto ha sido visto más que como una provocación, debido a las acusaciones contra el gobierno de estar creando sus propias milicias armadas, paralelas a las fuerzas de seguridad del Estado. Algo similar a lo sucedido con los grupos extremistas de ultraderecha que asaltaron el Capitolio en favor de Trump, entre ellos, los Proud Boys.
Además, la hostilidad de Bolsonaro con los países vecinos, especialmente con Argentina, es creciente. Lo sucedido el domingo pasado en el partido de eliminatorias que enfrentaba a las selecciones brasileña y argentina es solo un signo más de esto. Hay dos versiones sobre por qué Anvisa decidió irrumpir en el partido a los cinco minutos de comenzado: algunos creen que se hizo para desviar los focos puestos sobre las manifestaciones del martes; otros aseguran que se trató de una demostración de fuerza” contra Argentina, para reconquistar sus bases más duras. Los ataques contra sus vecinos no son nuevos: uno de los hijos del presidente, Eduardo, se ha pronunciado en contra del presidente argentino en duros términos, incluido ataques a su hijo. Además, recientemente manifestó su apoyo al candidato libertario”, Javier Milei, para las elecciones legislativas.
Eduardo Bolsonaro es cercano a Steve Bannon. El gurú de la extrema derecha mundial asegura que las elecciones en Brasil son las segundas más importantes del mundo”, detrás de las de los Estados Unidos. Por ello, el apoyo que le está dando a la familia gobernante es explicito. El manual de Bannon tiene en claro la necesidad de inventar una amenaza, para luego erigirse como respuesta a ella. Eso es lo que está haciendo Bolsonaro cuando afirma que la democracia está en peligro”, y él es la única garantía” para salvarla.
Trump puso en riesgo a la democracia estadounidense pero no logró realmente romper el orden institucional. Bolsonaro puede llegar a tener éxito en esa empresa si la República en Brasil no logra mantener sus cimientos de manera sólida. El creciente autoritarismo del presidente preocupa, no solo a un sector importante de su pueblo sino también al resto de los países sudamericanos y a gran parte de la comunidad internacional.
Cada vez más violento y agresivo, hoy Bolsonaro parece ser el principal peligro real que enfrenta la democracia brasileña y América Latina.