Argentina-Bangladesh: una historia de amor

Por Gonzalo Fiore

Argentina-Bangladesh: una historia de amor

¿Cómo puede ser que un pequeño y exótico -para los latinoamericanos- país de Asia, de repente, se sienta parte del territorio argentino? Desde que comenzó el Mundial, la gente de Bangladesh y su fanatismo inusitado fueron un tema recurrente en las redes sociales y en las conversaciones argentinas.

Bangladesh es el octavo país más poblado del mundo, y el primero más densamente poblado, cuenta con 166 millones de habitantes en un territorio similar al de la provincia de Córdoba. Se trata de un país de amplia mayoría musulmana, herencia de los tiempos que fue parte del Imperio Mongol, entre 1526 y 1858. También cuenta con una minoría hindú, además de 50 etnias, cada una con sus respectivos lenguajes. Es un país tan complejo como inabarcable culturalmente. Su deporte principal no es el fútbol, sino el cricket, producto de su pasado colonial británico, ya que, hasta 1947, formó parte de la India británica, siendo la parte oriental de la provincia de Bengala, antes de pasar a ser parte de Pakistán.

La República Popular de Bangladesh, que significa país de Bengala, se convirtió en una nación independiente en 1971, tras la guerra con Pakistán, sin embargo, sus fronteras actuales fueron establecidas en 1947, con la segunda partición de Bengala. El país limita al este con Pakistán y al oeste con la India. En aquel momento, estuvo en los focos de la comunidad internacional debido a las penurias y persecuciones que padecía su pueblo por parte de las autoridades pakistaníes. Esto llevó a que el ex Beatle George Harrison, siempre interesado en temas orientales y muy influido por el hinduismo y la espiritualidad oriental, organizara el histórico Concierto para Bangladesh, con las figuras musicales más famosas de aquel momento. Tras la independencia, se produjeron sucesivas hambrunas y una interminable lista de golpes militares e inestabilidad política permanente. Sin embargo, en 1991 se reinstauró la democracia parlamentaria y, desde entonces, el país duplicó su Producto Bruto Interno (PBI). Aunque la tasa de pobreza permanece como una de las más altas del mundo, se redujo 20% en los últimos 30 años.

Gracias a la conectividad e inmediatez que proveen las redes sociales, este fanatismo no sólo se hizo conocido en la Argentina, sino que se multiplicó entre los ciudadanos bangladesíes. Todos los argentinos conocimos, así, una historia de amor que viene ya de larga data.

La historia cuenta que el 22 de junio de 1986 se jugó el partido “más geopolítico de la historia del fútbol” en palabras del presidente francés Emmanuel Macron. Allí, Diego Armando Maradona hizo historia y Argentina venció 2 a 1 a Inglaterra, con dos de los goles más recordados de todos los partidos de los mundiales. Eso despertó un interés y un fanatismo pocas veces visto entre los ciudadanos bangladesíes, que lo veían como una reivindicación de los pueblos del Tercer Mundo contra una potencia colonial como Gran Bretaña. Pero, más atrás en el tiempo, Argentina fue uno de los primeros países en reconocer la independencia de Bangladesh, estableciendo relaciones diplomáticas en 1972, durante la dictadura del general Alejandro Agustín Lanusse, donde el gobierno estableció una política exterior pragmática, de vinculación con el resto de los países en vías de desarrollo sin importar sus posturas ideológicas.

El fenómeno fue tan grande que incluso la cancillería argentina anunció que reabriría la embajada en Bangladesh. Se trata de una reapertura, ya que Argentina tuvo una representación diplomática allí entre 1973 y 1978. El tercer gobierno de Juan Domingo Perón la abrió como parte de su política de amistad y relacionamiento con el resto de los países del Tercer Mundo y del sur global; fue cerrada por la dictadura cívico-militar, pero, a partir del año que viene volverá a funcionar, aprovechándose del fanatismo por el fútbol y por el país de los bangladesíes.

Los vínculos comerciales no son para despreciar. En un contexto donde Argentina necesita imperiosamente multiplicar sus divisas y acceder a nuevos mercados, profundizar el vínculo con un Estado asiático que está dispuesto a comprar las exportaciones argentinas no es menor. Durante el 2021, por ejemplo, se exportaron desde Argentina, productos por un valor de 870 millones de dólares a Bangladesh, con una balanza favorable para los sudamericanos.

Tras la obtención del tan ansiado tercer título de Campeón del Mundo, hubo un solo lugar del globo donde se festejó con la misma euforia y alegría que en la Argentina, y ese país fue Bangladesh. Es un lugar común, pero no por ello menos cierto, decir que el fútbol es mucho más que un deporte. Contribuye a crear vínculos profundos e indisolubles entre pueblos, en principio, tan alejados cultural y geográficamente como pueden ser Argentina y Bangladesh. Una relación y una historia que recién comienza, y que, como muchas veces sucede, surgió de abajo hacia arriba, entre los pueblos, sin ningún tipo de imposición por parte de los gobiernos ni de los poderosos.

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