El último domingo de abril se celebrarán elecciones presidenciales en la República del Paraguay. A priori, aparecen cerradas, pero existe la posibilidad concreta de que el candidato del oficialista Partido Colorado, Santiago Peña, pueda ser derrotado.
Los colorados perdieron apenas una elección presidencial en 76 años -incluyendo los 38 años de dictadura de Alfredo Stroessner- en 2008, cuando fueron derrotados frente al ex obispo de izquierdas Fernando Lugo, posteriormente destituido por el Congreso, apenas cuatro años más tarde. El partido se encuentra en una situación de gran desprestigio, debido, especialmente, a la figura del ex presidente Horacio Cartes, sancionado por Estados Unidos a causa de “corrupción desmedida que socava las instituciones democráticas”, y acusado de delitos graves.
A pesar de las resistencias internas, Cartes logró imponer a su ex ministro de Hacienda, Peña, como el candidato presidencial Colorado en diciembre pasado. La gran pregunta al respecto es hasta qué punto el candidato oficialista podrá despegarse de su padrino político para ganar las elecciones.
El principal candidato opositor fue también ex ministro, pero del gobierno de Lugo. Efrain Alegre estuvo a cargo de la cartera de Obras Públicas, actualmente es el líder del Partido Liberal Radical Auténtico, y es el candidato por la Concertación Nacional, una coalición heterogénea entre las principales fuerzas de izquierda del país, junto con formaciones políticas de centro derecha. Los sondeos, que comenzaron más dispersos, hoy muestran una fuerte polarización y paridad entre Peña y Alegre.
Quien se ubica tercero en los sondeos es el ex senador de ultraderecha Payo Cubas, conocido por conductas polémicas, como arrojar agua a otro senador durante una session, o defecar en la oficina de un juez.
Otros candidatos, que no lograron despegar en las encuestas, son el ex canciller Euclides Acevedo y el ex arquero de fútbol, José Luis Chilavert, quien pretendió presentarse como el “Bolsonaro paraguayo”, con una plataforma política de extrema derecha, pero que no fue capaz de superar el dígito en intención de voto. En el caso de Alegre, es la tercera elección presidencial a la que se presenta, ya que anteriormente perdió en 2013 y 2018.
Respecto del Mercosur, tanto Alegre como Peña se posicionan en contra de la postura de otros países del bloque, como, por ejemplo, Uruguay, que propone la flexibilización. En ese sentido, la postura es coherente con la política exterior paraguaya y la búsqueda de tratados de libre comercio, pero no individuales sino dentro del bloque. En ese marco se inscribe el tratado de libre comercio con la Unión Europea, actualmente en una especie de stand by debido a oposiciones dentro de la UE.
Paraguay, además, es el principal escollo para avanzar con Beijing, ya que el reconocimiento de Asunción de Taiwán, y no de la República Popular China, es uno de los grandes obstáculos que impiden lograr un acuerdo de libre comercio del bloque con Beijing, algo que tanto Argentina, como Uruguay y Brasil se muestran a favor, al igual que China.
En consonancia con lo que sucede (o sucedió en otros procesos electorales recientes en la region) existe cierta apatía y rechazo de la población frente a la política tradicional. Incluso se canceló el tradicional debate que enfrentaba a los dos principales contendientes por la presidencia, después de que Peña pusiera como condición para participar que se invitara a otros candidatos y no sólo a Alegre, como estrategia para evitar la polarización y hacer subir a Cuevas.
Peña prometió 500.000 nuevos empleos y programas con el objetivo de reducir el consumo de drogas, además de prestamos flexibles para casa propia o construcción de viviendas sociales. Alegre, por su parte, nombró a los miembros de su eventual gabinete, que incluye a dirigentes Colorados, y prometió medidas progresistas como ampliar la cobertura de internet a los sectores más vulnerables, acceso gratuito a medicamentos, y protección y ampliación de derechos a las mujeres.
Será interesante ver qué rol desempeña Cuevas en los comicios, ya que, por un lado, puede sacarle votos a los conservadores colorados con un discurso de derecha radical, ultraconservador y contrario a la “Agenda 2030”, defensor de un rol del Estado mínimo en la Economía; mientras que, por el otro, le come votos a la oposición al tener un discurso anti sistema.
También será importante que papel juegue el Presidente. El actual mandatario, Mario Abdo Benitez, pertenece al sector tradicional de los Colorados, enfrentado con su predecesor, Cartes. La única vez que los Colorados fueron derrotados, la izquierda se unió en una coalición con la derecha, y también se presentó un ex militar derechista, Lino Oviedo, quien le sacó votos al oficialismo. En ese sentido, la situación de estos comicios no son diferentes a los de entonces. En Paraguay, la Constitución Nacional estipula, en su artículo 230, que no hay segunda vuelta, por lo que este domingo se definirá la suerte durante los próximo cinco años del país guaraní.