La mayor quiebra bancaria desde la crisis financiera del año 2008, finalmente, no se produjo en China, como muchos auguraban tras la crisis de la mega empresa constructora Evergrande en 2022, sino, nuevamente, en los Estados Unidos.
Se trata del Silicon Valley Bank, una de las entidades bancarias más importantes del país, fundada en 1983, y en el puesto 16 de los bancos comerciales estadounidenses más grandes, con sedes en países como Alemania, Canadá, China, Dinamarca, Irlanda, Israel, Reino Unido y Suecia. Si bien la Casa Blanca decidió intervenir para garantizar los depósitos de los clientes del banco, el crash de la institución financiera representa un duro golpe para los mercados globales.
La Administración de Joe Biden también cerró el Signatura Bank, un banco regional que se encontraba a punto de colapsar, pero, al igual que hizo con el Silicon Valley Bank, salió al rescate de los depósitos de los ahorristas. No así de los accionistas o de las mismas instituciones. Cuando se produce la implosión de un banco, los organismos reguladores pueden cubrir los depósitos hasta los 250.000 dólares, pero el 96% de los fondos de la entidad con sede en California se encontraban muy por encima de esas cifras. La mayoría de los clientes del Silicon Valley Bank eran pequeñas y medianas empresas ligadas a la tecnología. Las pérdidas calculadas oscilan cerca de 1.800 millones de dólares.
El presidente Biden fue claro al respecto de a quien debía ayudar el gobierno, ya que, si bien intentó llevar tranquilidad a la población, asegurando que “el sistema bancario es sólido, sus depósitos están seguros y estarán disponibles cuando los necesiten”, también descartó salvar a los inversores y accionistas afirmando que estos “sumieron un riesgo a sabiendas y, cuando el riesgo no les recompensó, los inversores perdieron su dinero. Así es como funciona el capitalismo.” De esa forma, el mandatario destacó que de ninguna manera el gobierno saldría al rescate del sector financiero a pesar de las perdidas multimillonarias a partir del desplome del mercado bursátil.
Las desregulaciones de la banca implementadas por Donald Trump terminaron resultando contraproducentes a la hora de poder exigir una ayuda concreta del Estado en ese aspecto. Por ello, tanto el Departamento del Tesoro como la Reserva Federal anunciaron la creación de un nuevo mecanismo de préstamos destinado a bancos que se vean afectados por una corrida o retirada masiva de depósitos por parte de sus clientes. El jueves de la semana pasada, los clientes del Silicon Valley Bank retiraron, en apenas 10 horas, 42.000 millones de dólares, una cifra hasta tres veces superior a las corridas que se habían producido en la crisis financiera de 2008.
La tasa de interés más baja en la historia de Estados Unidos fue durante la crisis financiera mundial de 2008, cuando la Reserva Federal bajó la tasa de interés a corto plazo a casi cero, específicamente a un rango de 0 a 0,25%. Esta tasa de interés se mantuvo en ese nivel durante varios años para estimular la economía. La génesis del colapso final del Silicon Valley Bank puede encontrarse justamente allí. Cuando la entidad financiera invirtió miles de millones de dólares en bonos del Tesoro. Sin embargo, cuando la Reserva Federal debió subir las tasas de interés con el objetivo de controlar la inflación post pandemia, cuando se elevan las tasas de interés, los precios de los bonos disminuyen.
La tasa de interés más alta en la historia de Estados Unidos fue durante la década de 1980, cuando la inflación se disparó. En 1980, la tasa de interés a corto plazo alcanzó un máximo histórico del 20%. A comienzos de febrero pasado, la Reserva Federal volvió a aumentar la tasa 0,25%, situándola en un rango de entre 4,50% y 4,75%, afirmando que aunque “la inflación se ha suavizado un poco, sigue siendo elevada”.
Lo cierto es que EEUU y el mundo parecen al borde de un nuevo fenómeno similar al que ya se produjo en otras ocasiones, aunque con particularidades que la hacen diferente. Una crisis financiera internacional sucede cuando hay un colapso o una caída significativa en el sistema financiero global que afecta a varios países o regiones del mundo. Estas crisis a menudo se caracterizan por una serie de eventos interrelacionados que afectan negativamente a los mercados financieros, incluyendo la bolsa de valores, los mercados de deuda y los mercados de divisas. Las crisis financieras internacionales suelen tener un impacto significativo en la economía global, ya que pueden provocar una disminución en la confianza de los inversores, una retracción en el flujo de crédito, bajas considerables en el comercio internacional y una reducción en la producción económica en general. Algunos ejemplos de momentos de crisis financieras internacionales recientes incluyen la asiática de 1997, la ya mencionada de 2008-2009 y la europea de 2010-2012.
Mientras China volvió a incrementar su Producto Bruto Interno, los Estados Unidos deberán capear este temporal para salir lo más airosos posible en un contexto de competencia internacional donde se debate nada más ni nada menos que un nuevo orden global.