«Estoy convencido de que la historia de la Amazonía será medida a partir de este encuentro. Que habrá un antes y un después”. La frase pertenece a Lula da Silva y se refiere a la Cumbre Amazónica que, de acuerdo con el presidente brasileño, comenzará a cambiar el rumbo y la historia de la región. Lo cierto es que, por lo pronto, Lula logró varias cuestiones inéditas con apenas una foto. Por un lado, reunió a todos los presidentes de los países de la región amazónica. Por el otro, logró lo que parecía imposible, que se abracen dirigentes no sólo de distinto signo político sino, incluso, aquellos que no se reconocen entre sí como tales. Fue el caso del presidente de Bolivia Luis Arce y de la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodriguez, con Dina Boluarte, presidenta de Perú que llegó al poder tras el golpe contra Pedro Castillo y cuenta con numerosas denuncias por las víctimas fatales producidas durante la represión desatada tras su asunción.
En la ciudad de Santarém, en medio de la selva y a unos 700 kilómetros de Belém, se reunieron representantes de los ocho países amazónicos: Bolivia, Luis Arce; Colombia, Gustavo Petro; Perú, Dina Boluarte; Guyana, Irfaan Ali, y Venezuela, Delcy Rodriguez. Los mandatarios de Ecuador, Guillermo Lasso, y de Surinam, Chan Santokhi, al igual que Nicolás Maduro, tampoco asistieron por problemas internos en sus países, pero enviaron representantes al encuentro. Se trató del IV encuentro de gobernantes de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), fundada en 1995 e integrada por los ocho países amazónicos. También asistieron representantes oficiales de países invitados como Indonesia, República del Congo y República Democrática del Congo, todos ellos cuentan con amplias superficies de selva tropical y pulmones verdes. Además, participaron San Vicente y la Granadina, ya que ostentan la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), y los contribuyentes del Fondo Amazonía, que tiene varios proyectos de desarrollo sostenible en la region: Francia, Alemania, y Noruega.
Cerca de 50 millones de personas viven en la región amazónica, y, para Lula, el problema referente a la deforestación y sus consecuencias negativas para el ambiente y el cambio climático no pueden estar disociados de lo que sucede con las condiciones de vida de los pobladores. El brasileño afirmó, en esa línea, que «no es posible resolver la Amazonía sin resolver los problemas estructurales” como el hambre, la escasez de agua potable o la inseguridad generada por la actuación de bandas criminales transnacionales que se dedican al tráfico de drogas, extorsión, secuestros y otros delitos graves. Con esto en mente, Lula pidió que se vuelva a poner en marcha al Parlamento Amazónico, actualmente en virtual no funcionamiento, pero que, además, se lo integre con jóvenes, mujeres, y pueblos indígenas, que se verían afectados por las eventuales decisiones, para que tengan voz y voto a la hora de pensar soluciones estructurales a los problemas. «Queremos cuidar las selvas, el agua y la fauna, pero sobre todo queremos cuidar al pueblo”, expresó categórico Lula.
En ese sentido, una de las medidas concretas que se anunciaron en la Cumbre es la de dotar a la región de un “anillo de internet” amazónico que conecte a los ocho países integrantes. El programa se llama Norte Conectado e involucra el tendido de cables de fibra óptica a lo largo y ancho de los ríos amazónicos, que saldrán desde la misma Santarém hacia decenas de pueblos de la zona, que ahora no tienen conexiones a internet. Se trata, aproximadamente, de una inversión de 256 millones de dólares, que implican 12.000 kilómetros de cables, cuyo objetivo es dotar de internet a más de 10.000.000 de personas. El ministerio de Comunicaciones brasileño anunció que los extenderá hasta ciudades fronterizas del resto de los países amazónicos, para que estos continúen la obra con un fondo común. Lula aseguró que «el hijo de un pobre, a través de Internet, tendrá la misma calidad de clases que tiene un hijo de rico en cualquier parte de este país. La gente no tiene que ir atrás del Estado, es el Estado el que tiene que llevar el desarrollo donde está la gente.”
Lula también hizo hincapié en la importancia del encuentro para contribuir a comenzar a resolver la cuestión climática. Desde su asunción como presidente tras derrotar a Jair Bolsonaro, Lula dio un vuelco de 180 grados a la política oficial brasileña de su predecesor respecto del Amazonas y el cambio climático. Esta nueva perspectiva inclusiva refleja un cambio en la dirección política de la región, marcando un precedente poderoso para futuras colaboraciones. En el corazón de esta cumbre se encuentra un mensaje claro: la Amazonía es un patrimonio compartido que requiere una acción conjunta y decidida.
Lula da Silva y los líderes presentes han sentado las bases para un futuro más sostenible y equitativo para la región amazónica, marcando un antes y un después en la historia de este tesoro natural global.