Hace algunos días finalizó el XX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) que le otorgó, nuevamente, en un inédito tercer período, la presidencia a Xi Jinping. El actual mandatario de la República Popular China (RPCh) ya ocupa el mismo podio de los dirigentes políticos más importantes de la historia de la China posterior a la revolución de 1949 junto a Mao Zedong y Deng Xiaoping. Contrario a la tradición del comunismo chino hasta ahora, Xi ha logrado vencer los límites a las re elecciones, que establecían que los secretarios generales solo podían mantenerse durante dos mandatos de cinco años en el cargo. Durante el Congreso se produjeron algunos hechos y se dieron declaraciones que demuestran, en gran medida, cómo será el futuro a corto plazo de China, tanto en el fuero interno como en su manejo de las Relaciones Internacionales. Si algo está claro es que se aproximan tiempos aún más complejos en el mundo, y Beijing hace todo lo posible por blindarse. En el discurso de Xi ante el Partido se enumeraron las amenazas que considera tuvo que enfrentar su país durante los últimos años, en orden de prioridad: Covid, revueltas en Hong Kong, movimientos separatistas en Taiwán, y los “intentos externos de chantajear” a China provenientes de los Estados Unidos.
En lo que algunos expertos interpretaron como un claro mensaje de cara no sólo a la oposición interna sino a occidente, el ex secretario general del PCCh, Hu Jintao, fue removido a la fuerza de la sala de reuniones dentro del recinto donde se desarrollaba el Congreso. Hu siempre tuvo relaciones amistosas con el mundo occidental, y es quien lidera la corriente interna dentro del PCCh que propone mantener relaciones cordiales tanto con los Estados Unidos como la Otan, y sostiene la idea de buscar una solución pacífica y dialogada al problema de Taiwán. Queda claro que en el nuevo período que se abre, Xi no tolerará demasiadas resistencias internas. Hu tiene 79 años y fue presidente de China entre 2003 y 2013, precediendo inmediatamente a Xi, quien se encontraba sentando, impasible, al lado de su colega cuando éste fue escoltado fuera del lugar. La idea está clara: no habrá lugar para las disidencias internas en el período que viene, no importa de dónde provengan. Para Xi, la China de Hu tenía un Partido sin convicción, débil, con burocracia excesiva, corrupción y hedonismo de sus funcionarios. A partir de eso, para el presidente, los grupos de presión económica tenían demasiado poder, lo que llevaba a un “nihilismo” y una “adoración del dinero” por parte de los chinos, que él afirma combatir.
En ese discurso, por supuesto, hubo críticas a su antecesor. El actual líder chino afirmó que su predecesor tuvo grandes problemas para sostener el modelo histórico de “un país, dos sistemas” y la cuestión medio ambiental. En esa línea, Xi anunció medidas para solucionar esta situación. A partir de lo que se desprende del discurso de Xi Jinping ante la Asamblea, son los siguientes: reforzar el plano ideológico del Socialismo con Características chinas y el poder del Partido; avanzar en el sueño chino del rejuvenecimiento de la nación; Conseguir la prosperidad moderada, sacando a millones de la pobreza; mejorar el modelo de desarrollo chino a través de la ciencia; tecnología e innovación; avanzar en reformas institucionales para limitar poder de grupos económicos; más apertura económica; una democracia socialista, unidad étnica y reforma judicial; rol continuado del marxismo como estela ideológica; incremento de políticas sociales (sanidad, vivienda, educación, ayudas a mayores); conservación medioambiental, reducción de la contaminación, economía verde; seguridad nacional: contención del separatismo y extremismo religioso; creación de un ejército fuerte y moderno; implementación de un país, dos sistemas en Hong Kong, Macao y Taiwán; promoción del multilateralismo y contra el proteccionismo; y una campaña contra la corrupción dentro del Partido y depuración ideológica.
Las purgas internas tampoco son algo inédito para la historia china, sin remontarse a los turbulentos tiempos de la Revolución Cultural maoísta, durante el período de Deng, considerado el gran arquitecto de la China moderna, se purgó a varios secretarios generales del PCCh como el sucesor de Mao Hua Guofeng, Hu Yaobang, o Zhao Ziyang, entre otros. El PCCh, especialmente tras la muerte de Mao y las reformas modernizadoras de Deng, siempre tuvo un contrapeso de distintas facciones dentro de su director. Sin embargo, esta vez, entre los 7 principales miembros, no hay ningún representante de la facción tecnócrata, y son todos “xiistas”. Esto habla a las claras de que el poder del presidente, en esta etapa de su liderazgo, no admite oposición alguna. Xi desarrolló en su discurso el concepto de “nueva expedición”, aludiendo a las “viejas”, como la Larga Marcha u otras gestas fundacionales del PCCh. De esta manera, vinculó su propia presidencia con la historia del Partido, poniéndose, por si quedaba alguna duda, a la altura histórica de sus máximos líderes, Mao y Deng. Bajo su ala, Xi pretende que China desarrolle el “socialismo tecnológico” bajo los “preceptos del marxismo y el materialismo dialéctico” para hacer de China la principal potencia internacional. El plan trazado termina en 2049, en línea con la tendencia del país asiático de establecer planes a largo plazo. Lo cierto es que, tras el final del XX Congreso del Partido Comunista, se abre, sin ningún lugar a duda, una nueva era en la República Popular China, la era de la Nueva Expedición, con Xi como único timonel.