El primer ministro de Canadá ha anunciado su dimisión en medio de una creciente presión, tanto interna como externa, lo que marca el fin de su mandato tras casi una década en el poder. A sus 53 años, Trudeau dejó claro que abandonará la jefatura del Partido Liberal y, en consecuencia, la presidencia del país una vez que se elija a un nuevo líder para la formación. Sin embargo, continuará ejerciendo como primer ministro en calidad de «caretaker» (cuidador) hasta que se seleccione su sucesor, en un contexto marcado por importantes desafíos políticos.
La renuncia de Trudeau se produjo en un momento de fractura dentro de su propio gobierno. La salida de Chrystia Freeland, su ministra de Finanzas y viceprimera ministra, en diciembre de 2024, fue un golpe significativo. Freeland dejó el gabinete tras expresar desacuerdos con Trudeau sobre cómo abordar la amenaza de aranceles comerciales de Donald Trump y la política económica del país. Este conflicto interno reflejó una creciente disidencia dentro del Partido Liberal, lo que sumó presión sobre un líder cuya popularidad ya estaba en declive.
El descontento dentro del gabinete y entre los miembros del partido se exacerbó por las crecientes dificultades económicas que enfrentaba el país, particularmente en cuanto a la inflación, que se convirtió en un tema clave en el debate político. A medida que las encuestas mostraban un descenso en la aprobación de Trudeau, varios parlamentarios liberales comenzaron a pedir su dimisión públicamente, subrayando la falta de dirección y unidad en su liderazgo.
A nivel internacional, las tensiones con Estados Unidos también jugaron un papel crucial en la decisión de Trudeau de dejar el cargo. La amenaza de Donald Trump, presidente electo de EE. UU., de imponer aranceles del 25% a los productos canadienses fue un factor adicional que complicó la gestión del primer ministro. Trudeau intentó mediar con Trump en varias ocasiones, incluyendo un encuentro en noviembre de 2024 en Mar-a-Lago, pero la postura agresiva de Trump hacia Canadá, además de sus ataques públicos al líder canadiense, minaron aún más la posición de Trudeau.
Trump no solo amenazó con tarifas, sino que también hizo comentarios despectivos sobre Trudeau, llamándolo «gobernador de Canadá» y sugiriendo que la unión de ese país a los Estados Unidos como el «estado 51» sería una “buena idea”. Estos ataques, sumados a la creciente presión de la política interna canadiense, contribuyeron a un clima de inseguridad y desgaste en el liderazgo de Trudeau.
El Partido Liberal, bajo la dirección de Trudeau, ha visto cómo sus índices de popularidad caían drásticamente en los últimos meses. En las encuestas, el Partido Conservador, encabezado por Pierre Poilievre, ha superado a los liberales por un margen significativo. Con una ventaja de más del 20% en las preferencias electorales, los conservadores parecen estar en una posición privilegiada para ganar las próximas elecciones, que deben celebrarse a más tardar en octubre de 2025.
Poilievre ha aprovechado la caída de Trudeau para presentar una alternativa política más firme y de derechas, acusando a Trudeau de ser responsable de la inflación y de otras crisis económicas. Con un estilo combativo y un mensaje directo, Poilievre ha logrado captar a sectores descontentos con la gestión de Trudeau, lo que ha acelerado el desgaste de su liderazgo.
La dimisión de Trudeau deja al Partido Liberal sin un líder permanente en un momento crucial. Si bien se convocará una convención especial para elegir al nuevo líder del partido, el proceso de selección podría llevar varios meses, lo que deja a los liberales en una situación de incertidumbre. Si las elecciones se celebran antes de que el partido tenga un nuevo líder definitivo, el Partido Liberal podría verse obligado a presentar una figura provisional que no haya sido elegida por sus miembros, algo que nunca antes ha sucedido en la historia política reciente de Canadá.
Entre los posibles sucesores de Trudeau se encuentran figuras como Mark Carney, exgobernador del Banco de Canadá; François-Philippe Champagne, actual ministro de Innovación y la propia Chrystia Freeland, aunque su reciente salida del gabinete complica su retorno como candidata. Otros nombres que suenan como opciones viables son Melanie Joly, ministra de Relaciones Exteriores, y Dominic LeBlanc, actual ministro de Finanzas.
El futuro de Canadá está ahora en manos de los partidos políticos, pero la partida de Trudeau marca el fin de una era y abre un capítulo incierto en la política canadiense. A medida que se avecinan las elecciones, los canadienses estarán pendientes de cómo se reorganiza el Partido Liberal y si los conservadores, bajo el liderazgo de Poilievre, podrán capitalizar el descontento generalizado hacia el gobierno de Trudeau.
La renuncia de Justin Trudeau es el resultado de una combinación de factores internos, presiones externas y un creciente desgaste de su liderazgo. La disidencia dentro de su propio partido, la caída en las encuestas y las tensiones con Donald Trump han dejado al primer ministro con pocas opciones. Mientras el Partido Liberal se enfrenta a la difícil tarea de elegir a su próximo líder en medio de un panorama político incierto, los canadienses se preparan para un cambio significativo en las elecciones que se celebrarán en los próximos meses.