En medio de todo lo que está sucediendo alrededor del mundo, la política latinoamericana continúa su propio cauce particular. Aún más peculiar es la situación interna de la República Oriental del Uruguay. En el pequeño país sudamericano, el pasado domingo 27 de marzo se celebró un referéndum impulsado por la oposición del Frente Amplio, con el objetivo de aprobar o rechazar una serie de medidas propuestas por el presidente, Luis Lacalle Pou, de centro derecha. Tras conocerse los resultados, quedó a la vista de la opinión pública que la sociedad actualmente se encuentra dividida y polarizada.
Si bien, ganó la postura del mandatario, lo hizo por poco más del 51%, contra el casi 49% que alcanzó la posición contraria. El voto en blanco fue muy bajo, alcanzando apenas el 1%. Finalmente fueron 1.077.557 votos para el NO a la derogación, 1.065.001 sufragios para el SÍ, 28.747 boletas en blanco -contabilizados a favor del NO- y 81.817 anulados. A pesar de lo reñido de los resultados, el presidente intentará avanzar con una agenda de reformas aún más ambiciosa.
Lo que se refrendó el fin de semana fueron 135 artículos de la ley paradigmática del gobierno de Lacalle. Se trata de la Ley de Urgente Consideración, conocida como la LUC, y conformada por 476 puntos. Estos reforman conjunto importante de leyes que hacen a la vida diaria de los uruguayos, tanto en lo civil como en lo penal. Por ejemplo, duplica las penas impuestas contra los adolescentes que cometen delitos, incrementó las penas para los delitos de tráfico de drogas y creó nuevas figuras penales, como el delito de agravio a la autoridad policial. A su vez, flexibiliza los controles respecto del lavado de activos, o regula el derecho a huelga. En el plano civil, tiene un fuerte impacto en el área educativa, ya que, entre otras medidas, elimina los consejos desconcentrados y suma nuevos mecanismos de validación para la formación docente.
Tanto las reformas educativas como el endurecimiento en la política de seguridad son dos de las principales banderas del gobierno de Lacalle Pou. Con una clara impronta represiva, por un lado, y liberalizadora por el otro, el Partido Nacional desafía los consensos establecidos por el Frente Amplio durante sus 15 años de gobiernos progresistas.
El gobierno de Lacalle, además, envió un fuerte mensaje a sus socios del Mercosur. De acuerdo con el uruguayo, el organismo multilateral debe ser reformado, y Montevideo está dispuesto a patear el tablero. Al día siguiente de las elecciones, el presidente anunció que “Uruguay seguirá abriéndose al mundo”. Esto se suma a cuando, a finales del año pasado, había anunciado que su país buscaría un tratado de carácter bilateral de libre comercio con China, algo expresamente prohibido por los estatutos del bloque, más precisamente en la resolución 32/2000. El pasado lunes, Lacalle se refirió nuevamente al futuro del organismo, afirmando que “insistirá” con sus planteos para “flexibilizar” el bloque, al mismo tiempo que aseguró que el Mercosur “muchas veces es demasiado proteccionista”, deslizando que Uruguay debe “dejar de participar” si esto no se modifica en el corto plazo. El año pasado, Lacalle había dicho que el Mercosur “no puede ser un lastre”, lo que valió cruces con su par argentino. Uruguay busca que sus socios acepten la flexibilización, no obstante, la cancillería charrúa entiende que la resolución 32/2000 no está internalizada, por lo que carece de valor legal.
En un contexto de división extrema, es interesante ver cómo la postura de la oposición frenteamplista triunfó de forma clara en los grandes centros urbanos, como Montevideo o Canelones, pero el Gobierno arrasó en las regiones del interior del país. Los resultados no fueron muy lejanos a los obtenidos por el candidato del Frente Amplio, Daniel Martínez, en 2019, que había llegado al 47,35% de los votos. Esto entusiasma a la militancia de la coalición opositora, que salió a las calles a manifestarse, festejando lo que ellos consideran una remontada, ya que las encuestas indicaban un amplio triunfo para la postura del Gobierno, que finalmente no se produjo.
Si no se toman en cuenta los votos en blanco, la diferencia a favor del NO fue apenas de 19.603 sufragios, lo que habla de un panorama extremadamente polarizado, donde el escenario de cara a las elecciones presidenciales que se producirán dentro de dos años y medio se mantiene abierto. Por lo pronto, el Presidente está convencido que el referéndum del Gobierno fue respecto de su mandato, más que sobre la ley. Esto, entiende, le dará un espaldarazo importante para avanzar con su amplia agenda de reformas, que pretenden cambiar la cara del país oriental, y también, si tiene éxito, de parte de la región.