El lema «Make America Great Again» (Maga) se ha convertido en un símbolo poderoso dentro de la política estadounidense, especialmente desde que Donald Trump lo popularizó en su campaña presidencial de 2016 y volvió hacerlo en la de 2024. Sin embargo, este movimiento no es un fenómeno completamente nuevo. De hecho, los cimientos de Maga ya estaban siendo gestados mucho antes, a lo largo de más de un siglo de historia política, económica y social de los Estados Unidos. En este artículo exploraremos los antecedentes históricos que han dado forma a este resurgimiento conservador, los cuales van desde la Revolución Industrial hasta los movimientos sociales del siglo XX, pasando por las crisis económicas y la polarización política.
Durante el siglo XIX, Estados Unidos vivió una transformación económica sin precedentes, gracias a la Revolución Industrial. Este cambio significó no solo un crecimiento económico masivo, sino también una mayor desigualdad social y económica. La industrialización desplazó las formas de trabajo agrícola, especialmente en el norte y el medio oeste del país, llevando a una urbanización acelerada.
La aparición de una clase trabajadora industrial y el crecimiento de las ciudades generaron tensiones políticas y sociales. Las dificultades derivadas de este proceso de modernización fueron especialmente evidentes en las zonas rurales, donde las personas se resistían al avance de una nueva economía basada en la manufactura y el capitalismo industrial. Así, comenzó a gestarse una división entre los «valores tradicionales» del mundo rural y los nuevos ideales de la modernidad industrial.
El siguiente hito importante en la historia de las tensiones políticas estadounidenses fue la Gran Depresión de 1929. La crisis económica provocó un colapso económico que afectó a millones de personas y cambió radicalmente la relación entre el gobierno y la ciudadanía. En respuesta, el presidente Franklin D. Roosevelt implementó el New Deal, un conjunto de programas destinados a aliviar la pobreza, promover la recuperación económica y evitar futuras crisis.
Aunque el New Deal tuvo un éxito considerable en estabilizar la economía, también instauró un sistema más intervencionista que fue mal visto por muchos, especialmente los sectores conservadores. Esta intervención estatal en la vida económica y social sembró las semillas de una creciente desconfianza hacia el gobierno federal, algo que sería clave para entender la posterior resistencia al intervencionismo estatal y la revalorización de un gobierno más limitado, que sería abrazado por los defensores de Maga.
A medida que avanzaba el siglo XX, Estados Unidos vivió transformaciones sociales profundas, especialmente con los movimientos por los derechos civiles en las décadas de 1950 y 1960. Estos movimientos lucharon contra la segregación racial, la discriminación hacia las personas afroamericanas y la opresión de diversas minorías. A la par, surgió una contracultura que desafió las normas sociales y culturales de la época.
Si bien muchos celebraron los avances en términos de igualdad y derechos humanos, también surgió una fuerte resistencia, particularmente en el sur del país, donde la segregación y las actitudes conservadoras estaban profundamente arraigadas. La lucha por los derechos civiles no solo cambió las relaciones raciales en el país, sino que también transformó la visión de los estadounidenses sobre la estructura de poder y la identidad nacional.
En este contexto, el conservadurismo resurgió con fuerza, particularmente durante la presidencia de Richard Nixon en la década de 1970, quien capitalizó las preocupaciones de quienes se sentían amenazados por estos cambios sociales. Nixon y, más tarde, Ronald Reagan, quien asumió la presidencia en 1981, se erigieron como líderes de un resurgimiento conservador que se oponía al liberalismo social y cultural de los años 60 y 70. En este ambiente, las políticas económicas conservadoras de Reagan fueron vistas como una respuesta a los excesos del New Deal y la expansión del gobierno federal. Ya Reagan había usado por primera vez el lema Maga en su campaña 1980.
Trump supo canalizar el descontento acumulado de aquellos que se sintieron desplazados por los rápidos cambios sociales y económicos de las últimas décadas. Maga no solo apela a una nostalgia por un pasado idealizado, sino que también refleja un temor ante los avances de la diversidad, los derechos civiles y el papel creciente del gobierno en la vida de los ciudadanos. Trump logró movilizar a un segmento importante de la población que veía con desconfianza el «nuevo orden» social, económico y cultural, y que anhelaba un regreso a lo que consideraban los «valores tradicionales» de Estados Unidos.
El movimiento Maga es, en este sentido, un síntoma de una profunda polarización política y cultural que se viene gestando desde hace más de un siglo. Desde la Revolución Industrial hasta las luchas por los derechos civiles, pasando por la crisis económica de 1929 y la consolidación de un estado intervencionista, los temas de la desigualdad, el cambio social y la intervención del gobierno han estado en el centro de los debates políticos de Estados Unidos. Maga es, de alguna manera, el resultado de este proceso histórico, un movimiento que busca restaurar una versión idealizada de un pasado que muchos sienten que se ha perdido.
El auge del movimiento no debe verse únicamente como un fenómeno aislado, sino como una expresión de continuidades y rupturas en la historia política y social de Estados Unidos. Maga es tanto un retorno a los temores y aspiraciones del pasado, como una reacción a las transformaciones radicales de las últimas décadas. Al igual que en el pasado, las tensiones entre la modernidad y los valores tradicionales, la intervención del gobierno y el deseo de autonomía, siguen siendo elementos clave en el discurso político estadounidense. Si bien Maga ha marcado una nueva etapa en la política de Estados Unidos, las raíces de este movimiento se hunden en un siglo de transformaciones profundas y contradicciones que siguen definiendo la identidad estadounidense.