El pasado domingo marcó un hito histórico para México, la principal economía de América Latina. En medio de una coyuntura política sin precedentes, el país celebró su primer debate presidencial en anticipación a las elecciones presidenciales programadas para el 2 de junio de este año. Un evento que, además, será testigo de un acontecimiento trascendental: la posible elección de la primera presidenta mujer en la historia de la nación.
Con un total de 97 millones de ciudadanos habilitados para votar, México se prepara para una jornada electoral que no sólo definirá la presidencia, sino también los destinos de nueve entidades federativas, que elegirán a su titular del Poder Ejecutivo Local. Entre estas, ocho entidades de la República seleccionarán gobernadores, mientras que una entidad optará por un jefe de gobierno. Además, se renovarán los congresos locales, añadiendo un componente crucial a la dinámica política nacional.
Los focos de atención están puestos en los principales candidatos presidenciales, quienes representan una variedad de intereses y posturas políticas. Por un lado, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) presenta a Claudia Sheinbaum, una figura que se perfila como la heredera natural del actual presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), cuya popularidad ha alcanzado niveles significativamente altos al final de su mandato. Por otro lado, Xóchitl Gálvez, de la coalición opositora Fuerza y Corazón, y Jorge Álvarez, un ex miembro del PRI que lidera la coalición Movimiento Ciudadano, también figuran como contendientes en esta contienda electoral.
El panorama político es notablemente distinto al de décadas pasadas. A pesar de la larga hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que gobernó el país durante 70 años, y la alternancia posterior con el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), ninguno de estos partidos tiene un papel protagónico en esta elección. Tanto el PAN como el PRI forman parte de la coalición Fuerza y Corazón, que emerge como la principal fuerza opositora en la actualidad. Las encuestas sugieren que Sheinbaum cuenta con una considerable ventaja sobre sus rivales, con un 50% de intención de voto, seguida de Gálvez con un 30% y Álvarez con apenas un 8%. Estas cifras reflejan no sólo el respaldo hacia la candidata oficialista, sino también la creciente influencia de MORENA en el panorama político mexicano.
En el primer bloque del debate presidencial, la candidata oficialista destacó su solidaridad con los diplomáticos mexicanos repatriados después de la intervención en la embajada mexicana en el país sudamericano. Al abordar la cuestión de la salud, Sheinbaum propuso fortalecer la inversión pública en el Sistema de Salud Pública y Bienestar, reafirmando su compromiso con la continuidad de los planes del actual gobierno y descartando la privatización de la salud. Asimismo, se comprometió a mejorar la formación de profesionales de la salud y a actualizar la infraestructura sanitaria en centros públicos necesitados de mejoras. Por otro lado, Xóchitl presentó su plataforma sanitaria, proponiendo un «nuevo seguro popular» que combinaría sector público y privado para mejorar la atención primaria. También abogó por la implementación de una «tarjeta de vales sanitarios», aunque esta propuesta fue descalificada por Sheinbaum como una potencial fuente de corrupción.
En el bloque sobre educación, los tres candidatos matizaron sus proyectos políticos para abordar el rezago educativo en México. Sheinbaum propuso reforzar la educación pública y otorgar becas a todos los estudiantes de educación básica en instituciones públicas. Por otro lado, Xóchitl Gálvez criticó a Sheinbaum por su gestión anterior como alcaldesa, señalando el colapso del Colegio Rebsamen durante un terremoto en 2018. Propuso el regreso de las estancias infantiles a tiempo completo y un aumento en el financiamiento de la educación pública, además de una beca universal para estudiantes de educación básica. Mientras tanto, Jorge Máynez abogó por la universalización de la educación superior y prometió destinar al menos el 1% del PBI a la educación. Los tres candidatos ofrecieron visiones divergentes para abordar el rezago educativo, resaltando las diferencias fundamentales entre sus enfoques políticos.
A nivel económico, México ha experimentado un período de altibajos bajo el mandato de AMLO. Aunque el PBI experimentó una caída del 8,5% en 2020 debido a los efectos devastadores de la pandemia, la economía se ha recuperado desde entonces, con un crecimiento de los salarios por encima de la inflación, un fenómeno poco común en sexenios anteriores.
Uno de los mayores desafíos que enfrenta el gobierno actual sigue siendo la seguridad. A pesar de una reducción en los homicidios registrados, la administración de AMLO ha sido testigo de una ola de violencia sin precedentes, superando en cifras a sus predecesores. Con un promedio de un asesinato cada 15 minutos, la seguridad sigue siendo una de las principales preocupaciones para los ciudadanos mexicanos.
A pesar de estos desafíos, México ha logrado mantener una tasa de desempleo notablemente baja a nivel mundial, ocupando el cuarto lugar entre los países con menor desempleo, sólo por detrás de la República Checa, Corea del Sur y Japón. La posible elección de la primera presidenta mujer en la historia de México agrega un aspecto histórico adicional a esta contienda electoral. Los principales candidatos presentan una diversidad de intereses y posturas políticas, reflejando la complejidad del panorama político actual. A pesar de las diferencias, el compromiso con temas cruciales como la salud pública y la educación evidencia una preocupación común por mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos mexicanos. Sin embargo, persisten desafíos importantes en materia de seguridad y economía, que seguirán siendo temas centrales en la discusión política y en la toma de decisiones del próximo gobierno.