Con el escrutinio primario prácticamente cerrado, Yamandu Orsi, del Frente Amplio (FA) ha obtenido un 43,94%, es decir, 1.057.515 votos, superando a Álvaro Delgado, del Partido Nacional, quien alcanzó el 26,7%, o 644.147 votos. En esta contienda, el candidato del Partido Colorado, Andrés Ojeda, logró 385.685 sufragios (16,03%), Cabildo Abierto del ultraderechista Guido Manini Ríos llegó a 59.000 (2,45%), el Partido Independiente alcanzó 41.206 (1,71%) y el nuevo Partido Constitucional Ambientalista obtuvo 11.691 (0,49%). Delgado espera capitalizar el apoyo de los votantes de la derecha, alineados con el gobierno de Luis Lacalle Pou, para fortalecer su posición en el ballottage. Si se cuentan todos los votos acumulados por la coalición oficialista, compuesta por el Partido Nacional, el Partido Colorado, Cabildo Abierto, el Partido Independiente y el Partido Constitucionalista Animalista, les alcanzaría para superar al FA, ya que, entre todos los miembros de la coalición, llegarían al 47,38%, 1.141.729 votos, 84.214 más que la coalición de izquierda.
A pesar de ser el partido más votado, los frenteamplistas vivieron una noche electoral agridulce. Sus líderes esperaban un resultado más contundente; el jefe de campaña de Orsi, Alejandro Sánchez, había declarado la victoria asegurada antes de las elecciones, confiando en alcanzar al menos un 46%. Así, las proyecciones iniciales generaron desánimo entre los dirigentes, que habían depositado grandes expectativas en los resultados. De cara al balotaje de noviembre, la contienda se perfila más reñida de lo que se anticipaba inicialmente. Por eso, en la noche de las elecciones, los miembros de la coalición oficialista se reunieron a festejar en el bunker de Delgado, sin embargo, el resultado final aún está abierto y nada parece decidido a priori. De hecho, el FA se quedó con mayoría en el Congreso, lo que augura un contexto de difícil gobernabilidad para la derecha en caso de ganar el ballotage y de mayor tranquilidad para la izquierda si logran hacerse con la presidencia del país.
Para Argentina, un triunfo de Delgado podría consolidar un vínculo más estrecho entre ambos países, especialmente en el ámbito económico. La gestión de Lacalle Pou ha demostrado cierto alineamiento con las ideas de Milei, aunque también han surgido tensiones, como se evidenció en el acuerdo para el dragado del puerto de Montevideo, que generó controversia en Argentina. Según analistas, la política fronteriza y las decisiones sobre infraestructura serán clave en la interacción futura entre ambos mandatarios. Delgado ha propuesto un enfoque pragmático en la política exterior, enfatizando la necesidad de separar asuntos económicos de los políticos. Esto podría llevar a una apertura hacia tratados de libre comercio más ambiciosos y a un «sinceramiento y modernización» del Mercosur. Su propuesta de transformar el Ministerio de Relaciones Exteriores en un Ministerio de Comercio y Relaciones Exteriores refleja esta visión de priorizar el comercio.
El futuro del Mercosur también está en juego. Tanto Delgado como Orsi reconocen la necesidad de flexibilizar el bloque, argumentando que su rigidez actual obstaculiza el crecimiento económico de Uruguay. Esto podría traducirse en acuerdos más efectivos con terceros países, alineando así las políticas de Uruguay con las de un gobierno argentino más liberal. Un aspecto crucial será el equilibrio de poder en el nuevo Congreso uruguayo. La capacidad de Delgado para formar coaliciones y negociar con otros partidos, como el Partido Colorado y Cabildo Abierto, determinará la viabilidad de sus propuestas. Las dinámicas internas en Uruguay podrían influir en la estabilidad de las relaciones con Argentina, especialmente si surgen discrepancias significativas entre las posiciones de los diferentes partidos.
La visión de Orsi para la política exterior se basa en un enfoque latinoamericanista e internacionalista, enfatizando el respeto a los derechos humanos, la autodeterminación de los pueblos y el multilateralismo. López Burian, profesor de Ciencia Política, subraya que este estilo diplomático puede no alinearse fácilmente con la retórica de Milei, aunque no se anticipan conflictos abiertos. La estrategia de Orsi incluye actuar como un “articulador” entre Argentina y Brasil, promoviendo un diálogo más efectivo entre estos países, lo que podría ser crucial dado el estado actual de sus relaciones. Uno de los puntos de coincidencia entre Orsi y Milei es la necesidad de flexibilizar Mercosur para permitir que Uruguay pueda negociar tratados comerciales de manera más autónoma. Orsi ha señalado que un TLC con China debería discutirse en el marco de una estrategia que involucre a todos los socios del bloque, en contraste con el enfoque más unilateral que ha seguido Lacalle Pou.
Hoy, toda la región mira con atención lo que suceda durante las próximas semanas en Uruguay. Las propuestas de Orsi y de Delgado representan visiones contrapuestas en muchos temas fundamentales como la seguridad social, la integración regional y la política exterior. El balotaje el 24 de noviembre añade un elemento de incertidumbre respecto del futuro del país oriental, pero también la oportunidad de debatir y contrastar las distintas visiones sobre el futuro de Uruguay, entre ellas, sobre su relación con Argentina. Los resultados de estas elecciones podrían redefinir no solo el panorama político interno, sino también la dinámica en el Cono Sur, en un momento en que la cooperación y el diálogo son más necesarios que nunca.