Tras el atentado que podría haber acabado con su vida, Donald Trump demuestra que no está listo para dejar la arena política, sino todo lo contrario.
Durante un mitin en Butler, Pennsylvania, el pasado sábado 13 de julio, el ex presidente y actual candidato republicano fue herido por una bala que, milagrosamente, no impactó en su cabeza pero rozó su oreja, provocándole un corte superficial que sumó espectacularidad a las fotos posteriores al acontecimiento. Inmediatamente, el magnate se levantó con su cara ensangrentada y empezó a gritar “Fight! Fight!”, mientras agitaba el puño a sus seguidores y era escoltado por agentes del Servicio Secreto. El atacante fue abatido en el acto (uno de los asistentes al rally murió al intentar proteger a su familia de los disparos, y dos más quedaron en grave estado).
En cuestión de minutos tras el tiroteo, la ira de los republicanos se transformó en admiración por la respuesta instintiva de Trump, y luego en júbilo por su desafío.
El 15 de julio se celebró la convención del Partido Republicano, donde, finalmente, Trump fue nominado como el candidato oficial del Grand Old Party (GOP). El magnate, además, allí anunció a su compañero de formula: JD Vance. El senador, de 39 años y ex marine, se ha convertido en una figura emblemática del conservadurismo radical, que se aferra a la idea de un Estados Unidos aislacionista. Su postura sobre la guerra en Ucrania refleja un profundo aislamiento: la ayuda a un país en conflicto se considera un despilfarro, un dinero que debería reinvertirse en las comunidades desgastadas de Ohio.
Vance, famoso por su libro «Hillbilly Elegy», cuya narrativa personal le otorgó notoriedad en 2016, ha evolucionado hacia un anti intervencionismo que parece resonar con un electorado cansado de guerras interminables. Algunos lo ven como un campeón del pueblo, mientras que otros recuerdan sus palabras de advertencia en 2016, cuando insinuó que Trump podría convertirse en “Hitler para EEUU”.
Si en 2016 Mike Pence era el contrapeso moderado a un Trump que emergía como una figura fuertemente radicalizada y polarizadora, en la actual formula republicana no hay moderación alguna. El ascenso de Vans es un testimonio de cómo el Partido Republicano ha cambiado, dejando atrás cualquier vestigio del establishment en favor de una predominancia pura y dura de la base MAGA (Make America Great Again). Con Vance como compañero de fórmula, Trump no sólo consolida su poder, sino que, también, solidifica una visión que prioriza el interés interno sobre las dinámicas internacionales. La película dirigida por Ron Howard, protagonizada por Amy Adams, puso su historia en la pantalla grande, pero ahora es su política la que se encuentra bajo el foco.
JD Vance se ha despojado de cualquier ambigüedad, y su legado está forjado en la defensa de un nacionalismo que mira hacia adentro, desafiando los paradigmas tradicionales en un momento en que la política estadounidense navega en aguas tumultuosas.
Previo al atentado contra Trump, las encuestas ya lo daban por arriba del presidente Joe Biden, aunque por un margen estrecho. La campaña demócrata se encuentra plagada de dudas e incertidumbres respecto de si el actual presidente es el mejor candidato. Debido a lagunas y a problemas que ha mostrado respecto de su estado mental, un sector importante del establishment del partido, ya sean dirigentes políticos o figuras sociales y culturales, le han pedido al veterano dirigente que dé un paso al costado. Sin embargo, Biden afirma tanto en público como en privado que se postula porque cree que es el hombre indicado para ganar esta elección.
La Convención Nacional Demócrata será el 19 de Agosto, y allí se nominará a la formula que competirá en las elecciones del próximo 5 de noviembre. Lo cierto es que, a estas alturas, y con tan poco tiempo de anticipación, es poco probable que Biden sea reemplazado por un nuevo candidato.
Todavía no está claro cómo los últimos hechos impactarán en la contienda electoral. Por un lado, los acontecimientos pueden beneficiar a Trump, por el otro, pueden ser utilizados para reforzar la narrativa demócrata de que una segunda presidencia del republicano podría llevar al país a una espiral de violencia, caos y polarización irreversible o muy difícil de manejar. Para los demócratas, lo sucedido en Pennsylvania es la culminación o la consecuencia de los acontecimientos puestos en marcha el 6 de enero de 2021, cuando un grupo de trumpistas radicales intentaron tomar el Capitolio para evitar la certificación de la victoria de Biden.
Estados Unidos se encuentra en uno de sus peores momentos como Nación, a tal punto que su misma existencia pareciera estar amenazada, de acuerdo a lo que plantean los propios candidatos presidenciales.