No puedo ni quiero dejar de hacer una breve introducción para presentar a nuestras queridas invitadas de hoy quienes nos acercan, con absoluta generosidad, una temática que les pido abracen con atención plena. Estar atentos es estar en el presente, conectar con lo único que tenemos, el ahora. Estar atentos nos ayuda a hackear nuestras creencias viejitas, limitantes, a potenciar al máximo nuestras potencialidades. Por eso, ¡atención! (sonido de trompetas) Señoras, señores… ¡Con ustedes dos grandes amigas y referentes de la neuropsicología!: Priscila Elliott y Fátima González Palau. ¡Gracias por disfrutar de la lectura de sus aportes! ¡Gracias chicas por su tiempo, calidez y apertura de siempre!
Por Priscila Elliott
Julia entró a mi consultorio visiblemente nerviosa. Apenas se sentó en la silla, me dijo: “Me olvido de las cosas, estoy segura de que voy a tener Alzheimer”. Como neuropsicólogos, estamos acostumbrados a que la evaluación cognitiva genere temores, y uno de los más comunes es el fantasma del Alzheimer. Por ello, traté de transmitirle calma y, antes de comenzar con las pruebas, decidí conversar un rato con ella. Durante nuestra charla, Julia compartió que la proximidad de su jubilación la tenía preocupada, y mencionó problemas familiares recientes que le causaban malestar. Al iniciar las pruebas cognitivas, no me sorprendió encontrar dificultades atencionales y signos de ansiedad. Cuando evalué su memoria, la encontré intacta.
Situaciones similares a la de Julia vi en muchísimos pacientes más, con sus mentes ocupadas en temas del pasado y del futuro, y con poco margen para estar en el presente con atención plena, culpando a su memoria de dificultades que en realidad tenían como disparador la FALTA DE ATENCIÓN.
Una frase célebre en el ámbito de las neurociencias es: “La atención es la antesala de la memoria”. Técnicamente esto significa que aquello a lo que no prestamos atención no se codifica ni se almacena en nuestro cerebro, lo que impide que podamos evocarlo posteriormente; en términos sencillos, no podemos encontrar algo que no hemos guardado en primer lugar. A menudo, cuando mis alumnos en el taller de gimnasia cerebral me dicen: “No me acuerdo del nombre del nuevo compañero”, la respuesta suele ser negativa cuando pregunto: “¿Prestaste suficiente atención cuando se presentó y dijo su nombre?”. Además, es común que los alumnos coincidan en que pierden sus anteojos porque, mientras las dejaron, estaban pensando en otra cosa. También suelen tener dudas sobre si cerraron la puerta con llave, ya que estas acciones se realizan en piloto automático. No cabe duda entonces de la importancia de prestar atención para poder recordar adecuadamente. Pero vamos con dos datos en formato “una de cal y una de arena”:
1. La capacidad atencional tiende a declinar con la edad. Sin embargo, también está demostrado que el cerebro es muy plástico, es decir, puede cambiar y adaptarse a lo largo de toda la vida. Esto se traduce en que siempre estamos a tiempo de hacer los cambios necesarios para mejorar nuestro desempeño. Hay muchas recomendaciones que podríamos hacer en este sentido, pero voy a enfatizar una técnica que no es nueva (por el contrario, es milenaria), que probablemente hayan escuchado porque ha sido muy reflotada en los últimos años: el mindfulness o atención plena. Las personas mayores que lo practican muestran mejoras en la atención, la memoria y la calidad de vida (ya que reduce el estrés y mejora la regulación emocional).
2. La concentración en nuestras sociedades en general va disminuyendo año a año. La buena noticia es que tenemos identificados muchos de los factores que llevan a esto, y está en nuestras manos poner manos a la obra para tratar de controlarlos. Entre los numerosos “ladrones atencionales” actuales podemos mencionar los problemas de sueño, una alimentación inadecuada, el estrés, la fatiga, la ansiedad, la depresión, la tecnología. Los invito a hacer un “Doble clic” en la relación tecnología-atención:
La tecnología se ha convertido en una compañera en la vida cotidiana de todas las generaciones. Aunque se discute ampliamente la necesidad de regular su uso en niños y jóvenes, es importante reconocer que los adultos y adultos mayores también enfrentamos una relación a menudo compleja con ella. Una de las preguntas más relevantes que han surgido en el ámbito de las neurociencias en los últimos años es: ¿qué impacto tienen las pantallas en nuestro cerebro? Sólo algunos resultados para tomar dimensión:
– El “efecto Google” ha demostrado que nos resulta más difícil recordar información que es fácilmente accesible. ¿Quién todavía memoriza los números de teléfono de sus seres queridos? ¿Quién no recurre automáticamente a Google para recordar algún dato enciclopédico? Es evidente que nuestra atención hacia la información que encontramos rápidamente en línea ha disminuido, pero además, alarmantes investigaciones recientes revelan que estamos descansando en la tecnología para registrar recuerdos de experiencias. En un experimento fascinante, se observó que los visitantes de un museo que llevaban cámaras fotográficas puntuaron peor en pruebas de memoria sobre su recorrido en comparación con aquellos que no tenían dispositivos: esto sugiere que, al saber que podemos capturar momentos en un dispositivo, prestamos menos atención a lo que estamos viviendo. Este fenómeno es especialmente impactante si consideramos la cantidad de recitales, encuentros familiares, salidas con amigos, o hasta partos que vivimos mediados por dispositivos.
– Ahora a este efecto Google se le suma el “efecto Tik tok”: acostumbrarnos a ver videos cortos y estimulantes, pasando de uno a otro con rapidez, también afecta la capacidad de concentración en tareas que requieren un esfuerzo más sostenido.
– Además, la presencia constante de múltiples pantallas y notificaciones nos mantiene en un estado de atención dispersa, donde nuestra atención salta de una tarea a otra sin poder enfocarse plenamente en ninguna (el controversial “multitasking”). Según investigaciones, tener un dispositivo tecnológico cerca, INCLUSO SIN UTILIZARLO, reduce nuestra capacidad de concentración en la tarea que estamos realizando.
El gran desafío que enfrentamos es aprender a controlar la tecnología y el lugar que ocupa en nuestras vidas.
¡ATETTI! Alejense de sus pantallas, que va la conclusión:
Así como no todos batallamos con condiciones como la diabetes, el colesterol, la hipertensión y tantas patologías más, no todos vamos a tener que convivir con un proceso de deterioro cognitivo en nuestras vidas (LA DEMENCIA NO ES PARTE DEL ENVEJECIMIENTO NORMAL), y muchas veces lo que está detrás de esos olvidos que detectamos, es la falta de atención. “Para no olvidar” (como dice la canción de Calamaro): prioricemos estilos de vida saludables, cuidemos nuestro estado anímico, nuestro descanso y alimentación; tratemos de regresar al aquí y ahora con nuestras mentes para estar presentes con atención plena, vivamos el momento; descansemos de las pantallas.
Recordemos que estar presentes es un gran regalo para hacernos a nosotros mismos, y a nuestra memoria.
Disclaimer: Ante la presencia de olvidos, siempre es importante consultar con un profesional que es quien puede realizar los estudios pertinentes y realizar diagnósticos diferenciales.
¿Quién soy? Priscila Elliott. Mgter. en Gerontología, Mgter. en Demencias, y Mgter. en Neuropsicología. Creadora del primer Gimnasio Cerebral de Argentina. PJP Neurociencias para el Laboratorio Roche.
¿Cómo lograr el bienestar y la felicidad? Pequeñas y cotidianas prácticas
Vivimos en un mundo en el que todo se mueve a una velocidad vertiginosa. La gente alude a la rapidez con la inmediatez de la tecnología y con un ritmo de vida que nos hace sentir sobrecargados: largas listas de tareas, presión por productividad, sensación de falta de tiempo. Pero, ¿qué pasa con una de nuestras capacidades para sentirnos felices: la capacidad de estar presentes y de disfrutar? Parece un tema simple, pero es un gran desafío y nos invita a reflexionar sobre un concepto: el de integración.
Vivir el presente integrando el cuerpo y la mente. ¿Cuántas veces estamos con nuestro cuerpo en un lugar, pero nuestra mente está divagando en otro lado?
Lo que hoy sabemos a nivel neurocientífico es que cuando integramos el lugar donde físicamente estamos (por ejemplo, una conversación con nuestros padres, hijos o amigos, un lugar en la naturaleza) con el lugar donde mentalmente estamos (bajando de la nube de pensamientos, proyecciones e imágenes), es cuando se producen los muchos de los momentos de felicidad y de disfrute. En la actualidad contamos con técnicas validadas científicamente para potenciar esta integración. El mindfulness o la atención plena es una de ellas (aclaro: una entre muchas otras).
La técnica de mindfulness, que también es un estado natural de la mente, nos ayuda a ser más conscientes de nuestras rutinas y del momento presente. Asimismo, además de entrenar nuestra atención, nos invita a no juzgarnos y a ser más compasivos con nosotros mismos, con algo difícil de encontrar: no requiere grandes cambios en nuestra rutina.
Entrenar nuestra mente para disfrutar y conectar: con uno mismo y con los demás.
Practicar mindfulness no significa únicamente hacer largas meditaciones. También se compone de pequeñas decisiones diarias, que nos conectan mejor con uno mismo y con los demás. Para iniciar, algunas preguntas nos pueden servir de guía:
– ¿Podrías comprometerte a tener conversaciones y momentos en los que tu escucha y tu presencia sean de atención plena? (por ejemplo, dejando de lado el celular).
– ¿Sabés qué es lo que te conecta con la sensación de calma y bienestar, con el momento presente? ¿Podrías hacer una lista de ello?
– ¿Podrías identificar momentos en los que tu cuerpo y tu mente están integrados? (por ejemplo, al saborear una comida, usar tus sentidos para identificar conscientemente sensaciones…) Te invito a que en esos momentos registres cómo te sentís.
– Hoy más que nunca, necesitamos recuperar el arte de estar presentes, disfrutar lo cotidiano, vivir sin prisa y con profundidad. Porque al final, el presente es lo único que realmente tenemos.
¿Estamos dispuestos a aprovecharlo?
¿Quién soy? Fátima González Palau. Dra. en Neuropsicología. Directora del Instituto de Neurociencias y Bienestar de la Universidad Siglo 21. European Project Manager, Fundación INTRAS, España. Directora Unidad de Neurorehabilitación, Sanatorio Allende Cerro.
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