El pasado domingo se celebraron elecciones regionales en Ecuador, en medio de un clima enrarecido y empañado por la violencia. El movimiento Revolución Ciudadana, liderado por Rafael Correa (desde Bélgica), se hizo con las principales alcaldías, entre ellas, las de la capital, Quito, y la estratégica Guayaquil, terminando con 31 años de dominio de la derecha. Además, se llevó adelante un referéndum convocado por el presidente Guillermo Lasso, qué incluía ocho preguntas, entre ellas, la de la posibilidad de una reforma constitucional y la de extraditar ecuatorianos involucrados en causas de narcotráfico. Los resultados, en ese aspecto, también fueron negativos para el gobierno, ya que se impuso el “no” a todas las consignas que había planteado el oficialismo.
Dados los resultados, se abren dos años extremadamente complejos para Lasso, que terminará su mandato en 2025, en medio de una gran impopularidad y un profundo descontento social. El sábado previo a los comicios fue asesinado, por sicarios en la ciudad de Puerto López, en la provincia de Manabí, Omar Menéndez, candidato del correismo a la alcaldía de la ciudad. Correa denunció el hecho inmediatamente en sus redes sociales y responsabilizó al gobierno por la inacción: «Denunciamos el hecho y exigimos a las autoridades la respectiva investigación y sanción. Inaudito que el país siga desangrándose. ¡Basta!”, decía el texto.
Los cuestionamientos al gobierno ya son de larga data. Durante 2022 se produjeron protestas a lo largo y ancho del país, con la cuestión indígena como tema central. En aquel momento, los legisladores que responden a Correa intentaron destituir a Lasso mediante un mecanismo constitucional que podría ser asimilable a una especie de moción de censura, denominado “muerte cruzada”. Sin embargo, no obtuvieron los votos suficientes en la Asamblea Nacional, y el presidente logró salir airoso de la avanzada opositora. Como la “muerte cruzada” sólo puede utilizarse una vez por mandato, salvo que ocurra un hecho excepcional, el president logrará mantenerse en el cargo hasta las próximas elecciones.
En aquel momento, Correa había afirmado que “habrá tres años mas de un gobierno descerebrado”. El líder de Revolución Ciudadana intenta volver hace tiempo a su país; exiliado en Bélgica debido a procesos judiciales que él denomina “ilegítimos” y “producto del lawfare”, el ex presidente intentó, infructuosamente, volver al poder y al país en varias ocasiones desde su salida, pero aún no lo ha logrado. Los resultados de las elecciones regionales del domingo pasado parecen dejarlo más cerca que nunca de volver a ser presidente: «Volvimos a ser Revolución Ciudadana: logramos lo imposible”, escribió Correa en un tuit, donde, además, sumó un video junto a varios miembros de su antiguo equipo de gobierno, varios de ellos exiliados en México y con procesos judiciales.
Además de las ciudades de Quito y Guayaquil, Revolución Ciudadana alcanzó la victoria en las siete prefecturas -el equivalente a las provincias- más pobladas del país, y gobernará durante el período que va del 2023 al 2027, la tercera parte del país. El oficialismo, por su parte, no sólo perdió el referendum, sino que no fue capaz de triunfar en una sola prefectura. La derrota fue tan grande y hasta inesperada, que incluso, Lasso decidió suspender el mensaje que iba a dar la noche del domingo.
Los vientos políticos están cambiando en favor de Rafael Correa, no obstante, los obstáculos que deberá enfrentar aún son muchos y de una resolución tan compleja como incierta. El ex mandatario tiene una condena de ocho años de prisión por cohecho, por ello no puede regresar a su país, ya que correría riesgo de quedar detenido. En lo que respecta a su situación legal, le quedan pocas opciones, entre ellas, presentar recursos extraordinarios de revisión ante la Corte Nacional de Justicia, o un recurso para que la Corte Constitucional resuelva si, tal y como dice su equipo de defensa, se produjeron violaciones al debido proceso. En su caso, la amnistía que podría otorgarle el Congreso parece completamente descartada, ya que, para ello, necesitaría 92 votos, al igual que para la moción de censura contra Lasso, que el correismo no pudo lograr en aquella ocasión y sigue sin tener. El espejo en el que el ex presidente se mira, claramente, es en el de Lula da Silva. Su ex par brasileño también fue condenado, pero luego su sentencia fue revisada y pudo volver a presentarse y ganar las elecciones. En el caso del ecuatoriano, si bien esto parecía imposible hace algunos años, el escenario comienza a allanársele para lograr la hazaña política y volver al poder.