Un cuarto de pan

El ojo de Horus

Un cuarto de pan

Un cuarto de pan

El Tribunal Federal Dos se apresta a juzgar a los ex dueños de la panadería Lapana, acusados de maniobras fraudulentas para evadir el pago de impuestos. Los principales acusados son Pablo Sebastián Martinat y Fernando Pautassi, imputados de organizadores de una presunta asociación ilícita fiscal. También están imputados Gabriela Escudero, Andrés Sánchez, Diego Sabulsky y Fernando Olivero.

Según la acusación, habrían implementado una especie de «contabilidad paralela», que incluso se extendía a las franquicias con la exigencia de una facturación doble. Por supuesto, todo habría sucedido en el marco de la comercialización de confituras y productos panificados con la marca Lapana.

Más allá del intríngulis del ardid, el ocultamiento de la actividad total para engañar a la Afip se puede claramente dimensionar en un porcentaje: lo blanco” y legal habría constituido sólo el 25%, mientras que lo negro” e ilegal el restante 75%. Como dijo un viejo periodista de Tribunales, es como si compraras un kilo y sólo te dieran un cuarto de pan.

Subordinación, obediencia y plata

¿Alguien se puede imaginar al Maestro Po manipulando, y aprovechándose del pequeño Saltamontes? Según la historia Bíblica, ¿acaso Jesús se apropió alguna vez de los bienes y propiedades de sus seguidores?

La vida es un hermoso desafío sobre el que podemos filosofar largamente, pero nadie puede negar que el sufrimiento anímico, la angustia depresiva y la pérdida de la felicidad, muchas veces se convierten en una carga difícil de sobrellevar. Es justo ahí, en esa ranura, cuando aparecen los vendedores de ilusiones, sólo interesados en engañar a los débiles y necesitados, y mucho más aún, si esas personas tienen recursos y dinero.

La fiscal de Villa Cura Brochero, Analía Gallaratto avanza en la investigación sobre «los sanadores egipcios», un grupo de personas claramente encabezados por el uruguayo Álvaro Juan Aparicio Díaz. Es él quien está sindicado como organizador de una presunta asociación ilícita dedicada a captar gente para someterla y esclavizarla.

Haciéndose llamar «licenciado Sahú Ari Merek», organizaba charlas, conferencias y cursos como primer paso de su objetivo, igual que un pescador que tira el anzuelo al río. A partir de allí, y con el pago de cuotas mensuales, quienes eran absorbidos, se convertían en monaguillos, cada vez más alejados de sus propias familias, y que siempre tenían que poner todo lo que tenían, incluso endeudándose para cumplir con los mandatos del jefe, y poder conservar la gracia de su bendición.

Aparicio Díaz actuaba como un psicólogo, como un especialista en las prácticas Seshen de la medicina egipcia. Según la acusación, en realidad, siempre fue un estafador. Su perverso manejo habría sido despiadado. Sus víctimas, las que no podían soltarse, siempre le debían subordinación, obediencia y plata.

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