Belén
Un exjuez, con muchos años de Tribunales en la solapa de su traje, alguna vez me dijo: “Cuando la Justicia no es justa, entonces es injusta. Y cuando no es justa por las ideologías, prejuicios e intereses de quienes la aplican, entonces es doblemente injusta”. Lo recuerdo muy bien porque al leer la historia que inspiró a la actriz y directora Dolores Fonzi para dirigir y actuar en la película Belén, inmediatamente brotó de mi memoria este dicho de pasillo que jamás olvidé. Con este buen señor hablábamos mucho sobre “los aciertos y errores de La Justicia” y él decía que muchas de las equivocaciones eran evitables. Y que otras eran sospechosamente intencionales.
Esta película, que representará a la Argentina en los premios Oscar, está basada en una historia real que sufrió una mujer tucumana de 25 años, quien el 21 de marzo del año 2014 ingresó a la guardia del Hospital Avellaneda de San Miguel de Tucumán, con sangrado abundante y fuertes dolores abdominales. Los médicos le diagnosticaron un aborto espontáneo y para “cubrirse las espaldas”, presentaron una denuncia penal ya que en ese momento el aborto era punible. La adecuada atención y contención de Belén quedaron en un segundísimo plano y sin demasiadas vueltas la encarcelaron durante 3 años con prisión preventiva y por la presunción de haber ocultado su embarazo y provocado el aborto. No sólo esta brutalidad cometieron estos jueces responsables, mejor dicho, irresponsables (todos hombres), sino que la condenaron a 8 años de cárcel por el delito de homicidio calificado por el vínculo y la alevosía (Ibañez, Macoritto y Fradejas quienes además de defender su espantosa sentencia, se quejaron de la “politización” del caso). Finalmente, la Corte Suprema provincial anuló el fallo tras haber confirmado un proceso absolutamente irregular y reñido con cuestiones elementales del saber y obrar judicial. La tremenda lucha de su abogada Soledad Meza y de las organizaciones feministas fueron fundamentales para que el Alto Cuerpo pusiera algo de cordura ante semejante aberración jurídica y humana.
Sin embargo, este caso ahora llevado al cine se hizo muy conocido en el país gracias a una carta que Belén se animó a escribir cuando ya había cumplido 2 años en prisión. En un párrafo ella decía: “…Me condenaron sólo por dichos, por ser humilde, por ir a un hospital, por no tener plata para ir a una clínica y para pagar una buena defensa…Sólo quería que me ayudaran y terminé presa, rodeada de policías y dedos acusadores… ¡me arrebataron mi vida!”. También fue muy importante el libro que escribió la abogada Ana Correa y que tituló ¡Somos Belén!
Que la desgarradora historia sufrida por esta mujer (cuya identidad real se preserva) haya llegado al cine, es un excelente indicador de la sensibilidad que nos mantiene vivos como sociedad, y al mismo tiempo otra prueba más del elitismo y desigualdad que aún en estos tiempos, muchos nichos de La Justicia conservan como rémoras de lo peor de nuestra historia. Cuando el Poder Judicial comete una injusta condena, el Estado de Derecho sale por la ventana. Como decía mi amigo, “cuando La Justicia no es justa, entonces es injusta”. Y la suelen sufrir los más débiles y estigmatizados. Por eso la sufrió Belén.
Sin palabras
Es increíble la cantidad de casos de abusos de menores que se ven en Tribunales y que terminan en juicio condenatorios, lo que también nos lleva a pensar sobre los muchos casos que por diferentes razones no son judicializados, pero que por supuesto tienen víctimas indefensas que quedan traumatizadas por el resto de sus vidas. Sobre todo, porque la mayoría de los abusos tienen como victimarios a gente del grupo familiar o del entorno cercano o de confianza de las víctimas.
Hace algunos días, la Cámara Primera del Crimen condenó a un abuelo abusador de 73 años. Créanme que no hay ningún error con la edad de este depravado. Sí, tiene 73 años y a los delitos los cometió cuando tenía entre 70 y 71 años. La víctima fue ni más ni menos que su nieta de 9 años, quien quedaba a su guarda en dos viviendas de Anisacate y de Villa del Totoral. Por supuesto se aprovechaba de ella ante la ausencia de otros familiares quienes jamás se imaginaron semejante perversidad. De hecho, era un “abuelo” muy querido, que fue descubierto por su nuera, quien advirtió conductas raras de él, en relación a su nieta. Por lo tanto, y a partir de “atar cabos”, sus peores presunciones se fueron confirmando. Finalmente la prueba testimonial de la pequeña fue tan categórica, al igual que la pericial, que el proceso terminó con una dura condena de 12 años de prisión para este abuelo pedófilo quien además fue enviado a la cárcel de Bouwera pesar de su edad y de ser el cuidador de su madre de 90 años. Tanto lala fiscal Laura Batistelli como el abogado querellante Matías Claría quedaron satisfechos con la condena y la inmediata detención de este abusador. Por supuesto para la familia fue un trance durísimo que tal vez a partir del juicio que ha concluido, comience a cicatrizar. Sobre estos hechos, no hay manera ni de entenderlos ni de aceptarlos. Nos quedamos…sin palabras.