En todas las profesiones hay trabajadores más o menos capaces, preparados o experimentados; pero la línea que los diferencia puertas adentro, se vuelve más sensible cuando divide a los honestos de los deshonestos. Podemos pensar que un mecánico no confiable puede aprovecharse de un cliente que no conoce sobre motores y mentirle sobre roturas inexistentes o cobrarle por reparaciones no hechas. De igual modo, periodistas mentirosos que se dedican a desinformar y manipular a la opinión pública bajo el falaz paraguas de la objetividad e independencia de criterio. Aparentemente, estas situaciones también se dan en el Poder Judicial y con algunos abogados que «rascan» billetes de lugares prohibidos. Ocurre que a veces estas maniobras no éticas y/o delictivas pasan desapercibidas o no son fáciles de denunciar o de probar. Sin embargo, de tanto en tanto algún funcionario es condenado, como pasó con el ex fiscal federal de San Francisco, José María Viaut, quien recibió 5 años de cárcel que deberá cumplir cuando la sentencia quede firme.
Por estos días, una investigación del fiscal Enrique Gavier de Delitos Complejos es la que sacude con fuerza la rutina de Tribunales Dos, y está referida a supuestas irregularidades ocurridas en varias cárceles cordobesas, como las de Bouwer, Cruz del Eje y Villa María. La detención de dos jóvenes y queridos abogados, imputados por presunta asociación ilícita, cayó como una «bomba» que hasta cambió la fisonomía de los pasillos. Pero, además, con trascendidos que involucran a otros abogados en los hechos investigados, lo cual quedó confirmado al menos en las sospechas, con allanamientos de domicilios particulares y estudios jurídicos a finales de la semana pasada. Hasta ahora, lo poco que se sabe de las «asociaciones ilícitas» que constituyen el reproche penal, van desde la injerencia en la confección de informes para favorecer a presos, como así también el ingreso de teléfonos celulares a las cárceles para venderlos por precios muy rentables. A la vez, estarían involucrados intermediarios y autoridades, en un escándalo que pega de lleno al Servicio Penitenciario de Córdoba, y cuyas dimensiones aún no se pueden precisar.
Lo cierto es que son días hipertensos, interminables, en los que cualquier sorpresa se puede conocer en cualquier momento y con algunos rostros desencajados. Como dijo un veterano abogado al enterarse de las novedades y tal vez recordando aquella memorable película de Oliver Stone sobre el Ku Klux Klan en Mississipi: «Es la primera vez que veo a Tribunales Dos en llamas».