A menos de un mes desde su estreno, este fenómeno global de cuatro capítulos ha atraído la mirada de la crítica y el público masivo. Con más de cien millones de vistas, se ubica entre los productos más consumidos de la plataforma, amenazando con destronar a clásicos de culto como «Stranger Things» (de mucha más fácil digestión en pantalla).
La trama se centra en el lacerante dolor que produce un crimen en un entorno escolar donde el bullying, la institucionalidad educativa y las prácticas de los adolescentes en las redes sociales son, no sólo la escenografía, sino los elementos determinantes.
Protagonizada por un elenco de primer nivel, debemos destacar a Stephen Graham que es el padre de la criatura. Acá nos referimos a su conmocionante actuación como el papá del protagonista -cuya contención y distancia paterna es tan abismal como profundo su dolor-, pero sobre todo a su condición de guionista. Una verdadera gema oscura, una puñalada a la sensibilidad del televidente.
Graham (también presente en series como Band of Brothers, o Peaky Blinders) está acompañado por Owen Cooper, Ashley Walters, y -entre muchas- la joven revelación Amélie Pease. Todos dirigidos por Philip Barantini que consigue hacer de lo tremendo un tono sostenido en cada instante.

Una propuesta visual tan despiadada como su narrativa
Adolescencia ha recibido la ovación de figuras como Paul Feig (director de Mad Men) quien declaró que el primer episodio era «una de las mejores horas de televisión que he visto«. La maestría narrativa en el guión también está presente en su apuesta por el plano secuencia. Brutal y despiadado, este recurso sirve para sumergirnos en una experiencia inmersiva donde cada segundo cuenta y no hay descanso posible para el espectador, casi un testigo de todos los hechos.

El dulce dolor de la música
Algunas piezas de la banda sonora contribuyen magistralmente con el clima de sobrecogimiento, especialmente la breve y devastadora versión de Fragile de Sting, bajo la batuta de Aaron May y David Ridley. «Como lágrimas de una estrella / la lluvia seguirá diciendo / lo frágiles que somos, lo frágiles que somos…». Ya sobre el final A-ha nos entrega una versión de «Take on Me» que revela una tristeza que nunca antes habíamos percibido en este clásico.
Una mirada controvertida
A pesar de su éxito indiscutible, la posición de la serie ha generado controversias. Algunos críticos señalan que ofrece una mirada predominantemente masculina y adulta, donde los jóvenes se sienten interpelados, pero no necesariamente representados. Otros apuntan que la serie se centra más en el autor que en la víctima, cuya familia y universo quedan absolutamente invisibilizados. Esto mismo es destacado por otras miradas: Juliana Rodriguez, periodista de trayectoria cultural, considera que haber cuidado a la víctima, evitar el exhibicionismo del crimen, el cuerpo -y hasta la familia-, es uno de los aciertos de la propuesta. La voz de los ausentes a veces es más poderosa.
Un capítulo añadido al debate es el valor educativo en la medida que numerosas instituciones se plantean presentarla en el aula y abrir el debate. Inclusive están quienes la proponen como videografía obligatoria. “Hicimos esta serie para provocar una conversación. Queríamos plantear la pregunta: ¿cómo podemos detener esta crisis creciente? Tener la oportunidad de llevar esto a las aulas supera nuestras expectativas. Esperamos que no solo los profesores hablen con los estudiantes, sino que los propios estudiantes hablen entre ellos” consideró Jack Thorne, autor de la serie junto a Graham.
La más insólita de las críticas llegó de Elon Musk quien promovió una penosa teoría conspirativa que calificaba la producción como «propaganda antiblanca«, generando un debate adicional sobre la politización del contenido audiovisual.
Sin un criterio unánime (¿y qué serie o película lo tiene?) no hay dudas de su importancia para compartir entre padres e hijos, aunque los primeros expongan su sufrimiento frente a los suyos.
Punzante, inolvidable y fulminantemente actual, Adolescencia nos inunda como la más grande de todas las lágrimas en la preocupación de padres, docentes y ciudadanos del siglo XXI.

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