Ejercicio imaginativo y no tan lejano. Que la primera dama más mentada de la historia de Estados Unidos haya sido cordobesa y nieta de un ex gobernador. Las imágenes del magnicidio más célebre de la humanidad sin ella, sin Jacqueline intentando huir de los disparos, pero con Baby, con la cordobesa Baby Cárcano en la misma situación dramática y cinematográfica.
Es un ejercicio imaginativo. Pero no tan lejano de la realidad: Baby Cárcano fue la cordobesa que amó a Kennedy y fue la cordobesa que Kennedy amó. ¿Qué hubiera cambiado de haber habido una cordobesa en el asesinato más televisado de la historia? Absolutamente nada. Pero cómo hubiéramos hablado del tema.
Vamos por el principio. La avenida Cárcano hace que el apellido Cárcano, antes dominante de la escena política cordobesa, se mantenga inmortal. Pero convertirse en nombre de calle también sirve para ser eso y poco más: llegás a la Cárcano y doblás a la derecha. Ser nombre de calle es ser una arteria por donde ir y venir.
Pero los Cárcano en la historia de Córdoba son más que una calle y siguieron siendo aun después de las dos gobernaciones del viejo Ramón J. A Ramón le siguió su hijo Miguel Ángel, también militante del Partido Demócrata. No fue un caudillo como su padre, pero se mantuvo siempre cerca del poder. Eterno abonado a la función pública, Miguel Ángel fue diputado nacional por Córdoba, ministro de Agustín P. Justo, embajador en Francia y en el Reino Unido durante la década infame y canciller de Frondizi: tocó con todos Miguel Ángel.
En sus últimos 20 años, alejado de la vida pública, fue historiador. Y como historiador no contó la historia más interesante de su familia. Y no hablamos de su padre gobernador ni de su rol en la política nacional. La historia más interesante de la familia fue la que protagonizó su hija, Stella Ana Inés Rosa Carolina, más conocida como Baby. Baby Cárcano y su amistad íntima con John Fitzgerald Kennedy, el mismísimo Kennedy.
Si hubo idilio y amor consumado forma parte no sólo de los mitos de nuestra historia dramática, sino también de la vida privada de él y ella. ¿A nosotros qué nos importa lo que hicieron? Lo que sí hubo, y es público y es también político, fue un fuerte lazo de amistad y cariño que los unió por siempre. El punto de inicio es de fácil reconocimiento: Cárcano, Miguel Ángel, padre de Baby, embajador en Reino Unido. Joseph Keneddy, padre de John, mismo cargo yen el mismo país, representando a Estados Unidos. Allí estaban los dos, hijo e hija de embajadores viviendo la gran vida. Por esos días, las dos familias, en plan de vacaciones financiadas por el Estado, viajaron al Vaticano para presenciar la asunción al trono de Pio XII y nació la amistad de los púberes, muy lindos ambos y en edades de plena efervescencia, si acaso vale el comentario cosificador.
Que Joseph, el papá de John Fitzgerald, haya apoyado después a los nazis y haya sido más que lascivo con el pueblo judío, poco importó. Es otra historia. Sí importa la vida de película de la joven cordobesa Baby y el joven John, poco más de 20 años cada uno, todos los gastos pagos y la belleza estética de los dos en el corazón de Londres. Así es muy fácil enamorarse.
Las épocas londinenses terminaron al finalizar las misiones diplomáticas de los progenitores, pero la relación jamás murió. Tanto que, en 1940, poco después de egresar de Harvard, John Fitzgerald inició un viaje por América Latina que lo traería, cómo no, a la Córdoba de su amor Baby Cárcano. Desde el 26 de mayo hasta el 10 de junio, los dos veinteañeros convivieron en la estancia familiar de Ascochinga, donde el futuro presidente de Estados Unidos montó caballos argentinos usando guantes por su alergia a los equinos.
El norteamericano festejó sus 24 años, bailó tango, rechazó el mate y rezó en la iglesia del poblado (hoy, una placa lo recuerda). Durante aquellas jornadas de ensueño, el futuro líder demócrata tuvo largas charlas con el hijo del viejo gobernador de Córdoba. En los crepúsculos de aquel otoño cordobés, Kennedy le confesó a Cárcano su deseo de ser presidente de su país.
Las fotos de los veinteñeros, íntimos amigos, exhiben un cariño verdadero, una relación afectuosa que se mantendría incluso cuando los dos, con el paso de los años, formalizaron con sus respectivas parejas, se casaron y uno de ellos alcanzó la cima del mundo. La relación epistolar se mantuvo siempre. Las cartas escritas por la cordobesa Baby se conservan en el museo oficial del ex presidente. En sus escritos, la nieta del gobernador de Córdoba encabezaba sus palabras con el afectuoso ‘mylove’. No a cualquiera se le dice ‘mi amor’. Mi cómplice y todo:
_ Mylove -dice en una de las tantas-, te escribo porque he estado pensando en ti y recordando los viejos buenos tiempos.
Si ese amor se consumó no se sabrá jamás. Baby murió en 2017 a los 102 años con el título de vizcondesa, heredado de su casamiento con un inglés.Jamás confesó en público hasta dónde llegó su amor por el hombre asesinado en Dallas un 22 de noviembre de 1963. Pero lo imaginamos.Y los felicitamos.
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