Parece mentira, pero algunos funcionarios llaryoristas todavía esperan que el gobierno nacional implosione prontamente. Y, tras ello, suceda un barajar y dar de nuevo que entronice al cordobesismo en ese sillón mayor, el de Rivadavia, que la historia (y los que votan) se empecinan en negarle.
Mientras tanto, en tres meses Milei organizó un gabinete con roles nítidos; arma su partido en todas las provincias; va conformando una agenda de gobierno (buena o mala según la mirada, pero real); vuelve al Congreso con una nueva Ley ómnibus con mejores chances de sanción que la anterior; construye imagen internacional (diversamente apreciada, pero jugando fuerte, como el alineamiento con EEUU y el conflicto israelí-iraní); y la adhesión a sus iniciativas, aun cuando la crisis no cede, se sostiene en un nivel que ningún político oficialista u opositor alcanza hoy.
Se dice que Llaryora, pese a anticipar en mesas reservadas, aquel fin de fiesta precipitado de la experiencia libertaria, ahora cambió de percepción. Confirman quienes interactúan cotidianamente con él su convencimiento respecto a enfocarse en gobernar la provincia (para lo que fue electo y donde, por ahora, no deslumbra). Quienes participaron en la gran reunión de gabinete reciente lo notaron preocupado por motivar a sus funcionarios, presas del abatimiento. Todos (Llaryora incluido) lucen sorprendidos por el estado de situación de la provincia, bastante más complejo que lo informado por la administración saliente (lo que resulta curioso, teniendo en cuenta que el ex vicegobernador, más varios ministros y secretarios de la gestión Schiaretti, siguen en funciones).
¿Se pelean o se reproducen?
Los llaryoristas porfiados en visualizar la claudicación mileísta se excitan con las peleas entre libertarios, en Córdoba conocidas desde la conformación del espacio; cuando el entonces núcleo duro de LLA (en especial Karina Milei y Carlos Kikuchi) otorgó franquicias abiertas a dirigentes deseosos de invertir en su futuro político personal. Las reglas fueron claras: los costos corrían por cuenta de los interesados y nadie podría salirse de los estándares de imagen utilizados a nivel nacional. Un esquema “win-win”: la marca Milei ganó en cuantiosa difusión que no tendría que pagar, y los emprendedores que apostaron al sello podían trascender rápidamente pegados al “León”, logrando interesantes candidaturas a partir de su capacidad contributiva.
Sin partido habilitado, se armó una coalición con fuerzas políticas reconocidas: el Partido Demócrata (liderado por Rodolfo Eiben, donde amagó colarse el humorista Carlos “Negro” Álvarez), y el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID, presidido por María Cecilia Ibáñez), sumándose en las diferentes listas candidatos independientes (también franquiciantes) como el empresario de estaciones de servicio Gabriel Bornoroni, o Verónica Sikora, postulante a intendenta de Córdoba; o militantes de otros partidos, como el empresario Agustín Spaccesi (Unión Federal) o Abelardo Losano (ex UF y PRO).
Los principales emergentes (Eiben, Spaccesi, Bornoroni) sin “vibra” entre sí, protagonizaron trifulcas como precandidatos a gobernador, potenciadas por cierto desconocimiento de reglas políticas (incluso jurídicas), fastidiando a la mesa chica mileista. Tras una olvidable campaña provincial, los tres encontraron destino: Spaccesi es legislador provincial (bloque unipersonal), Bornoroni es diputado nacional, y Eiben es diputado del Parlasur.
En la provincia, el sello La Libertad Avanza fue objeto de disputas entre Eiben (aduce prioridad en el tiempo); Ibáñez (actual diputada nacional, planteo análogo); Bornoroni (cuenta con aval de Karina Milei y del presidente de Diputados, Martín Menem); y Losano (periférico, lo suyo luce picaresco).
Paralelamente, tras el fallido intento de ungir en la presidencia de la Comisión de Juicio Político de Diputados a Marcela Pagano, el entonces titular de bancada, Oscar Zago, anunció su salida de ese cuadro para conformar un interbloque libertario, desde el cual, junto a otros díscolos (entre los cuales se cuenta la cordobesa Ibáñez) seguirán apoyando a Milei. La presidencia de esta estratégica comisión, según anticipó la diputada Lilia Lemoine, sería para el polémico “Bertie” Benegas Lynch.
Una digresión: conocí e interactué profesionalmente con Benegas Lynch. Es inteligente y posee “savoir faire”. Probablemente, las críticas tras la imprudencia cometida sobre un presunto “derecho individual a no educarse” (sorprendente en quien, como ejecutivo de un banco internacional, atendía específicamente al sector educativo) lo devuelvan al sentido común que, en el trato laboral, no parecía faltarle.
Consultado un baqueano de los meandros libertarios, no dudó: “Karina Milei y los Menem (Martín y su primo Lule) arman el partido provincia a provincia. Además, El Jefe (Karina) registró en el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial la marca Milei, y palabras o frases derivadas. Ellos apoyan a Gabriel Bornoroni, nuevo jefe de bancada de la LLA”. Pregunto por los demás y es contundente: “Al cerrar las franquicias para organizar un partido, como le pasó al primer peronismo (armado a los ponchazos entre nuevos militantes, radicales personalistas, gremialistas, conservadores o militares) no nos estamos peleando, nos estamos reproduciendo. Hay mucho espacio disponible y todos se van a quedar, porque esto no para de crecer”. Se ufana: “mirá nuestra diversidad: periodistas, empresarios, mediáticos, profesionales, algunos políticos de bien… ¡Mucho dinamismo! ¡Eso seduce hoy!” Profetiza: “En 2025 arrasamos, tenemos para 12 o 16 años en el gobierno. En poco tiempo todo será: Milei o la casta”.
Y desliza, enigmático: “Bornoroni tiene vínculos fuertes con el llaryorismo. Apoya activamente, para la próxima elección de autoridades del Colegio de Abogados, al candidato oficialista Eduardo Bittar. Además, si el peronismo quiere aprobar algún proyecto en la Legislatura, necesita a Spaccesi”. Arroja: ¿por qué será que Llaryora habló tan bien de la nueva Ley bases? ¿Por qué creés que la Fundación Mediterránea se apuró en pronosticar un 2% de inflación para setiembre? ¡Todo tiene que ver con todo!”
Quién estará en lo cierto, me pregunto, confundido, mientras rezo para que, en el Panal, por el bien de Córdoba, el diagnóstico sea preciso.