Sobre niños y números

Sobre niños y números

Esta nota cuenta con 775 palabras para abordar un lugar común del que se habla de muchas formas distintas. Aquí optaremos por denominarlo como “la planificación del descuido de la infancia” ¡Qué monstruos! ¿Quién podría desear tamaña atrocidad? La verdad es que ocurre más por omisión, por falta de criterio, por brutos. Nadie dice “durante los próximos cuatro años vamos a arruinarle la vida a los niños más pobres”. Quizás el error sea ver a los niños como futuros adultos, obviando su presente y la importancia de la implementación de políticas urgentes para mejorar su condición actual y venidera.

Como todos esos escritos que pretenden ser serios, aquí mostraremos un montón de porcentajes y resultados de encuestas para hacer referencia al tema del descuido planificado de la infancia. Ocurre algo curioso con los porcentajes en nuestro tiempo: basta con que alguien diga que “un 70,8% de los extraterrestres viven en Capilla del Monte” para que automáticamente creamos ciegamente en esa verdad. Sin embargo, nos cuesta entender que derrapamos como sociedad hace mucho cuando un nene se acerca a la mesa donde comemos para pedirnos una moneda. En ese momento se cruzan por nuestra cabeza excusas, la irresponsabilidad de los padres, hasta hay gente muy bien intencionada que le dice “vos deberías estar jugando, no pidiendo”. Chocolate por la noticia.

Palabras clave: niños, números, pobreza

Si la pobreza se distribuyera igualitariamente por todo el territorio argentino, tu hijo se encontraría, en un aula de 30 alumnos, con 16 niños pobres y tres indigentes. Y si fuera cuestión de azar, tu hijo tendría 52,6% de probabilidades de tener problemas para cubrir sus necesidades básicas (vestimenta, salud, transporte, etcétera) y 13,1% de probabilidades de no llegar a comprar lo mínimo que necesita para comer. Pero como la pobreza no es equitativa ni es cuestión de suerte, probablemente quien lea esta nota no tenga un hijo con muchos compañeritos pobres y quien no la lea, sí. Vivimos en un mundo que gusta de agrupar a sus pobres en los márgenes de las ciudades para que no molesten ni se vean tan fácilmente.

Asimismo, si nuestra aula imaginaria perteneciera a un colegio público, sólo el 32% de los estudiantes terminaría el secundario en tiempo y forma, mientras que, si el aula perteneciera a una escuela privada, el número de egresados ascendería a 62%, según un estudio del año 2017 realizado por la Universidad de Belgrano.

Al volver a sus casas, tres de los niños de nuestra aula imaginaria recibirían el abrazo de sólo uno de sus padres y, oh sorpresa, en el 85% de estos casos, sería su madre quien lo abrazaría al volver, no su padre. “La pobreza infantil es mucho más elevada en los hogares monoparentales, que cuentan con una única proveedora de ingresos que además debe asumir las tareas domésticas y de cuidado”, indica Unicef al respecto en un informe del año pasado, y agrega que los padres de los niños más pobres presentan niveles educativos bajos y trabajos informales. Frente a esto, la Asignación Universal por Hijo reduce, en promedio, un 31% la pobreza monetaria extrema en niñas y niños.

Este mundillo imaginario que propusimos ignora muchas otras dimensiones, tales como los 1.417.567 niños trabajadores que realizan tareas laborales a la par de los adultos, sin descansos. El relevamiento lo llevó a cabo la Universidad Católica Argentina.

Tampoco tenemos en cuenta a los niños y adolescentes en conflicto con la ley penal privados de libertad que, en 2010 ascendían a 1.508, según datos oficiales. “En su mayoría las personas privadas de libertad eran jóvenes varones, argentinos, con bajo nivel de escolarización (…) imputados principalmente por la comisión de delitos contra la propiedad”.

Y ni que hablar de los 301 niños que trabajaron, durmieron o estuvieron en las calles, plazas o espacios públicos de la ciudad de Córdoba censados desde el año pasado por el Gobierno de Córdoba. El sondeo muestra que el 20% de ellos no asiste a la escuela, un 15% está indocumentado, y un 10% no tiene acceso a la salud.

Conclusión

Y ahora que ya nos hemos indignado, luego yo de escribir la nota y usted de leerla, podemos ir en paz, habiendo cumplido con nuestro rol de clase más o menos media. Pero antes de pasar a leer la próxima nota, piense qué hizo usted con sus manitos para que esto no ocurra. Sí, ya sabemos que rezó mucho y que votó bien. Sí, ya sabemos que compró la tarjetita del osito al niño vendedor. Sí, ya sabemos que usted ayuda a su familia y amigos. El problema es que eso no estaría alcanzando. Bueno, que tenga un lindo día.

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