El algoritmo de dios y el cubo mágico

El algoritmo de dios y el cubo mágico

¿Y si dios fuese un algoritmo? ¿Y si la realidad pudiera resolverse mediante algoritmos? En el caso de la resolución del cubo de Rubik, o Cubo Mágico, encontrar el menor número de movimientos para resolver el juego desató una carrera que duró más de 30 años: la búsqueda del algoritmo de dios.

Según diversas definiciones, los algoritmos son una secuencia lógica y detallada de pasos para solucionar un problema. Sucede que, para el cubo de Rubik, las posiciones posibles son 43.252.003.274.489.856.000. Es decir que, para llevar adelante ese algoritmo fueron necesarios ordenadores de gran capacidad para procesar datos.

Ernó Rubik era estudiante, allá por 1968, durante la Primavera de Praga. Alumno de la Universidad Tecnológica de Budapest, ya diseñaba artefactos geométricos buscando la perfección de las formas. En 1974, siendo arquitecto y profesor, diseñó el puzzle de seis caras formadas por una especie de ladrillos de diferentes colores: 27 piezas móviles, 54 caras. Buscaba explicar a sus alumnos problemas relacionados con la geometría tridimensional. Pronto se convertiría en el juguete más vendido de la historia.

Más de un mes tardó Rubik para encontrar la fórmula que explicara la posibilidad de rearmarlo. Sin saberlo, estaba planteando un doble desafío: para matemáticos e ingenieros en sistemas se ponía en marcha la carrera para encontrar el algoritmo que resolviera el cubo con la menor cantidad de movimientos posible, independientemente de la posición original.

Para los fanáticos, rearmar las seis caras en el menor tiempo. Tiempo y eficiencia: el cubo Rubik, nacido en una antigua republica socialista, comenzaba a comercializarse en el mundo a principios de los 80, cuando Ronald Reagan y Margaret Thatcher inauguraban el neoliberalismo. Fue por entonces que Morwen Thistlethwaite llegó al primer algoritmo: el 13 de julio de 1981, desde Essex, en los suburbios de Londres, anunció la fórmula. Según su estudio, eran necesarios no más de 52 movimientos.

Un año más tarde, en Budapest, se celebraba el Primer Mundial de Cubo Rubik. Minh Thai, norteamericano de origen vietnamita, establecía el primer récord mundial: 22;95 segundos para armar las seis caras. Thai escribiría uno de los primeros bestsellers dedicados al cubo: The winning solution to Rubiks revenge”.

En 1989, los ladrillos del cubo seguían moviéndose: Hans Kloosterman, perfeccionando el algoritmo de Thistlethwaite, anunciaba la resolución del puzle en apenas 42 movimientos. Aunque, alcanzar el Everest de la menor cantidad de pasos, encontrar el algoritmo de dios, seguía siendo el desafío.

Michael Reid, investigador de la Universidad Berkeley, partiendo de los estudios de Kloosterman anunció el descubrimiento de un algoritmo que requería apenas 39 movimientos. Era abril de 1992; un día después, Dik Winter logró resolverlo en apenas 37. Y el propio Reid, en enero de 1995, logró diseñar un algoritmo capaz de finalizar el juego en apenas 29 movimientos, para cualquier posición inicial.

Entre diciembre de 2005 y abril de 2006, Silviu Radu, del Instituto Tecnológico Lund, de Suecia, logró bajar el número de movimientos necesarios a 28 y 26 respectivamente. Por esa época, las competencias sobre cómo resolver un cubo de 3 x 3 x 3 en el menor tiempo posible habían regresado. Los mejores estaban sobre la barrera de los 10 segundos. 63 horas tardó el superordenador de la Universidad de Boston para arribar a una solución de 26 movimientos en agosto de 2007.

Entre marzo de 2008 y julio de 2010, Tomas Rokicki iba a descender con esfuerzo los últimos peldaños. O ascender al Everest del problema: el algoritmo de dios.      Paradójicamente, a medida que su trabajo avanzaba, se iba quedando sordo. El silencio de las cumbres. En marzo de 2008 logró el algoritmo de 25 movimientos. En abril, 23. Y en agosto: 22.

En julio de 2010, Rokicki, con la ayuda de las supercomputadoras que Sony había creado para Speederman 3 y otros 35 CPUs de supercomputadoras provistos por Google, logró llegar a la conclusión definitiva: el número de dios era 20. El número perfecto, según un artículo de The College Mathematics Journal.

Otras caras del mismo cubo seguían siendo las competencias. En ese 2010, Feliks Zemdegs, considerado el mejor jugador de la historia, lo resolvía en 6,77 segundos. Un neologismo servía para graficar la carrera: speedcubers”. Zemdegs y su prodigiosa capacidad para resolver el cubo se convirtió en una especie de celebridad en YouTube. Y en 2018 logró llevar el récord a 4,22 segundos. Netflix recientemente lo retrató en un documental: cuenta su historia y la de su amigo y principal rival, el norteamericano Max Park. Sin embargo, el récord dejó de pertenecerles el año pasado: Yusheng Du armó el cubo en 3,47 segundos.

Aún parecen estar lejos los algoritmos de dios para el ajedrez o el go, donde la cantidad de movimientos posibles se elevan a 10/180. Vía mail, desde HOY DÍA CÓRDOBA le preguntamos a Tomas Rokicki si, en base a su experiencia, considera que, de existir dios, tendería a resolver los problemas utilizando la menor cantidad de movimientos de la manera más veloz posible. Me contesta al instante, desde Palo Alto, en California, con un lacónico quizás”. ¿Eso esto todo?, repregunto. En efecto, es todo”, contesta.

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