domingo 13 de julio
Suscribite al diario papel
Hoy Día Córdoba
Registrate al news gratuito
  • Inicio
  • Hoy Córdoba
  • Hoy País
  • Hoy Mundo
  • Análisis
  • Política
  • Economía y Negocios
  • Sucesos
  • Deportes
 
Sin resultados
Ver todos los resultados
 
  • Inicio
  • Hoy Córdoba
  • Hoy País
  • Hoy Mundo
  • Análisis
  • Política
  • Economía y Negocios
  • Sucesos
  • Deportes
Sin resultados
Ver todos los resultados
 
Hoy Día Córdoba
Inicio Cultura
Folletín de Verano

Viaje alrededor de mi habitación – Sexta entrega

Folletín de Verano | Por Xavier de Maistre

Hoy Dia Córdoba Por Hoy Dia Córdoba
8 de febrero de 2021
Viaje alrededor de mi habitación - Sexta entrega

XXIX

Todas estas confidencias, mi querida Sofía, no la habrán hecho olvidar, así lo espero, la posición molesta en la cual me había quedado, agarrado a mi ventana. La emoción que me había producido el aspecto del lindo pie de mi vecina duraba todavía, y había vuelto a caer más que nunca bajo el encanto peligroso de la zapatilla, cuando un suceso imprevisto vino a sacarme del peligro en que me encontraba de precipitarme a la calle desde un quinto piso. Un murciélago que revoloteaba en torno de la casa, y que, viéndome inmóvil hacía tiempo, me tomé, al parecer, por una chimenea, vino de repente a posarse sobre mí y se agarró a una de mis orejas; sentí sobre mis mejillas la horrible frescura de sus alas húmedas. Todos los ecos de Turín respondieron al grito furioso que lancé a pesar mío. Los centinelas, a lo lejos, dieron el quién vive, y oí en la calle la marcha precipitada de una patrulla.

Abandoné sin gran pesar la vista del balcón, que ya no tenía ningún atractivo para mí. El frío de la noche se había apoderado de mí. Un ligero estremecimiento me sacudió de pies a cabeza, y al abrocharme la bata para entrar en calor vi con gran sentimiento que aquella sensación de frío, junta con el atropello del murciélago, había bastado para cambiar otra vez el curso de mis ideas. La zapatilla mágica no había tenido en aquel momento más influencia sobre mi que la cabellera de Berenice o cualquiera otra constelación. Calculé en seguida cuán poco razonable era pasar la noche expuesto a la intemperie del aire, en vez de seguir la voz de la Naturaleza, que nos ordena el sueño. Mi razón, que en aquel momento obraba sola en mí, me hizo ver esto demostrado como si fuera una proposición de Euclides. En fin: me quedé de pronto privado de imaginación y de entusiasmo Y entregado sin socorro a la triste realidad. ¡Existencia desagradable! Tanto valdría ser un árbol seco en un bosque, o bien un obelisco en medio de una plaza.

—¡Qué par de extrañas máquinas —exclamé entonces— la cabeza y el corazón del hombre! Arrastrado alternativamente por estos dos móviles de sus actos en dos direcciones contrarias, la última que sigue le parece siempre la mejor. ¡Oh, locura del entusiasmo y del sentimiento!, dice la fría razón. ¡Oh, debilidad e incertidumbre de la razón!, dice el sentimiento. ¿Quién podrá nunca, quién osará decidir entre ambos?

Pensaba yo que sería realmente grande tratar la cuestión en el mismo punto y hora y resolver de una vez a cuál de estos dos guías convenía confiarme por el resto de mis días. ¿Seguiré de hoy en adelante a mi cabeza o a mi corazón? Examinémoslo.

XXX

Al tiempo de pronunciar estas palabras advertí un dolor sordo en aquel de mis pies que se apoyaba sobre el escalón. Estaba yo, además, muy fatigado de la posición difícil que había tenido hasta entonces. Me bajé despacio para sentarme y, dejando colgar mis piernas a derecha e izquierda de la ventana, empecé mi viaje a caballo. Siempre he preferido esta manera de viajar a todas las demás y me gustan con pasión los caballos; sin embargo, de todos los que he visto, o de las cuales he podido tener noticia, aquel cuya posesión hubiera deseado más ardientemente es el caballo de madera de que se habla en Las mil y una noches, sobre el cual se podía viajar por los aires y que partía como un relámpago cuando se daba vueltas a un pequeño tornillo que tenía entre sus orejas.

Ahora bien, puede advertirse que mi montura se parece mucho a la de Las mil y una noches. Por su posición, el viajero a caballo sobre una ventana comunica por un lado con el cielo y disfruta del imponente espectáculo de la Naturaleza: los meteoros y los astros están a su disposición; por el otro lado, el aspecto de su morada y de los objetos que contiene le llevan a la idea de su existencia y le hacen volver a entrar en sí mismo. Un solo movimiento de la cabeza reemplaza al tornillo encantado y basta para operar en el alma del viajero un cambio tan rápido como extraordinario. Alternativamente habitante de la tierra y de los cielos, su espíritu y su corazón recorren todos los goces que es dado al hombre disfrutar.

Tuve el presentimiento anticipado de todo el partido que podría sacar de mi montura. Cuando me senté bien a plomo en la silla, y arrellenado lo mejor posible, seguro de no tener nada que temer de los ladrones ni de los tropezones de mi caballo, creí la ocasión muy favorable para entregarme al examen del problema que tenía que resolver acerca de la preeminencia de la razón o del sentimiento. Pero la primera reflexión que hice sobre este asunto me paró en seco. ¿Tengo yo derecho a erigirme en juez de semejante litigio?, me dije entre dientes; ¿yo, que en mi conciencia fallo de antemano en favor del sentimiento?

Pero, por otra parte, si excluyo las personas cuyo corazón predomina sobre la cabeza, ¿a quién podré consultar? ¿A un geómetra? ¡Bah!, esas gentes están vendidas a la razón. Para decidir este punto sería necesario encontrar un hombre que hubiese recibido de la Naturaleza igual dosis de razón y de sentimiento, y que en el momento de resolver estas dos facultades estuvieran perfectamente en equilibrio… ¡Cosa imposible! Sería más fácil equilibrar una república.

El único juez competente sería, pues, el que no tuviera nada de común ni con una ni con otro; un hombre, en fin, sin cabeza y sin corazón. Esta extraña consecuencia sublevó a mi razón; mi corazón, por su parte, protestó de que él no había intervenido para nada en ella. Sin embargo, me parecía haber razonado del todo bien, y habría con este motivo tenido la más deplorable idea de mis facultades intelectuales si hubiese reflexionado que en las especulaciones de alta metafísica, como la de que se trata, filósofos de primer orden han sido con frecuencia llevados, mediante razonamientos lógicos, a deducir consecuencias espantosas, que han influido sobre la felicidad de la sociedad humana. Me consolaré, pues, pensando que el resultado de mis especulaciones no haría, por lo menos, daño a nadie. Dejé la cuestión indecisa y resolví, para el resto de mis días, seguir alternativamente a mi corazón o a mi cabeza, según que uno de los dos venciera al otro. Creo, en efecto, que es el mejor método. No he conseguido con él, en verdad, una gran fortuna hasta ahora, me decía a mí mismo. No importa; sigo mi camino; desciendo la senda rápida de la vida sin miedo y sin proyectos, a veces riendo, llorando a veces, y con frecuencia los dos a la par, o bien tarareando una vieja canción cualquiera para distraerme a lo largo del camino. Otras veces cojo una margarita en un rincón de la maleza; arranco las hojas una tras otra, diciéndome: «Me ama un poco, mucho, apasionadamente, nada en absoluto.» La última casi siempre coincide con este nada en absoluto. En efecto; Elisa no me ama ya.

Mientras me ocupo de este modo, la generación entera de los que viven va pasando; semejante a una ola inmensa, pronto va conmigo a romperse en las orillas de la eternidad, y como si el huracán de la vida no fuera bastante impetuoso, como si nos empujara demasiado lentamente a los confines de la existencia, las naciones en masa se degüellan aprisa y corriendo y anticipan el término fijado por la Naturaleza. Unos conquistadores, arrastrados ellos mismos por el torbellino rápido del tiempo, se entretienen en hacer morder el polvo a millones de hombres. ¡Eh, señores míos! ¿En qué pensáis? ¡Esperad!… Esas buenas gentes iban a morirse ellos solos; ¿no veis la ola que avanza? Ya su espuma se acerca a la orilla… ¡Esperad, en nombre del cielo, todavía un instante, y vosotros y vuestros enemigos y yo y las margaritas, todo eso va a concluir! ¿Puede uno encontrar bastante extraña semejante demencia? Vaya, pues; es una cosa resuelta: de hoy en adelante, yo mismo no volveré más a deshojar margaritas.

XXXI

Después de haberme fijado para lo porvenir una regla de conducta prudente, mediante una lógica luminosa, como se ha visto en los capítulos precedentes, me quedaba por resolver un punto muy importante referente al viaje que iba a emprender. No se trata sólo, en efecto, de ir en coche o a caballo; es preciso también saber adónde se quiere ir. Estaba tan fatigado por las investigaciones metafísicas en que acababa de ocuparme, que antes de decidirme por la región del globo a la que daría la preferencia quise descansar un rato sin pensar en nada. Es ésta una manera de existir que es también de mi invención, y que con frecuencia me ha servido de mucho; pero no le es concedido a todo el mundo saber usar de ella, porque si es fácil dar profundidad a las ideas reconcentrándose sobre un asunto, no lo es tanto parar de pronto el pensamiento como se para el péndulo de un reloj. Moliere ha puesto en ridículo, sin razón, a un hombre que se entretenía en contemplar los círculos que hacía el agua de un pozo al escupir en ella; en cuanto a mí, me sentiría inclinado a creer que aquel hombre era un filósofo que tenía el poder de suspender la acción de su inteligencia para descansar; operación de las más difíciles que pueda ejecutar el espíritu humano. Bien sé que las personas que han recibido esta facultad sin haberla deseado, y que no piensan de ordinario en nada, me acusarán de plagio y reclamarán la prioridad de la invención; pero el estado de inmovilidad intelectual de que quiero hablar es muy diferente del que ellas disfrutan, y del cual el señor Necker ha hecho la apología. El mío es siempre voluntario y no puede ser más que momentáneo; para disfrutar de él en toda su plenitud, cerré los ojos, apoyándome con las dos manos en la barandilla de la ventana, como un jinete fatigado se apoya sobre el pomo de la silla, y pronto el recuerdo del pasado, el sentimiento de lo presente y la previsión de lo porvenir se aniquilaron en mi alma.

Comoquiera que este modo de existencia favorece poderosamente la invasión del sueño, al cabo de disfrutarlo medio minuto sentí que mi cabeza cala sobre mi pecho; abrí al instante los ojos, y mis ideas volvieron a seguir su curso; circunstancia que prueba evidentemente que la especie de letargo voluntario de que se trata es muy diferente del sueño, puesto que fui despertado por el sueño mismo, accidente, que seguramente nunca le ha ocurrido a nadie.

Levantando mis ojos hacia el cielo, advertí la estrella polar sobre la cúspide de la casa; lo que me pareció de un augurio realmente bueno en el momento en que iba a emprender un largo viaje. Durante el intervalo de descanso de que acababa de disfrutar, mi imaginación había recobrado toda su fuerza y mi corazón estaba dispuesto a recibir las más dulces impulsiones: hasta tal punto ese pasajero aniquilamiento del pensar puede aumentar su energía. El fondo de tristeza que mi situación precaria en el mundo me hacía secretamente sentir fue reemplazado de pronto por un vivo sentimiento de esperanza y de ánimo; me sentí capaz de afrontar la vida y todos los azares de infortunio o de felicidad que arrastra con ella.

—¡Astro brillante —exclamé en el éxtasis delicioso que me embargaba—, incomprensible producción del eterno pensamiento! ¡Tú, que solo, inmóvil en los cielos, velas desde el día de la creación sobre una mitad de la Tierra; tú, que diriges al navegante en los desiertos del océano, y de quien un solo rayo ha devuelto tantas veces la esperanza y la vida al marinero que huía ante la tempestad; si jamás, en las noches serenas que me permitían contemplar el cielo, he dejado de buscarte entre tus compañeros, ven a mi socorro, luz celeste! ¡Ay! La Tierra me abandona; sé tú, en esta hora, mi consejo y mi guía, dime cuál es la región del globo en que yo deba ir a fijarme.

Durante esta invocación, la estrella parecía irradiar más vivamente y recrearse en el cielo, invitándome a acercarme a su influencia protectora.

No creo en absoluto en los presentimientos, pero creo en una Providencia divina que conduce a los hombres por medios desconocidos. Cada instante de nuestra existencia es una creación nueva, un acto de la omnipotente voluntad. El orden inconstante que produce las formas siempre nuevas y los fenómenos inexplicables de las nubes está determinado para cada instante, hasta en la más mínima gota de agua que las compone; los sucesos de nuestra vida no podrían tener otra causa, y atribuirlos al azar sería el colmo de la insensatez. Hasta puedo asegurar que me ha sucedido alguna vez entrever los hilos imperceptibles mediante los cuales la Providencia hace obrar a los más grandes hombres como si fueran muñecos, cuando ellos se imaginan conducir al mundo; un pequeño movimiento de orgullo que se les infiltra en el corazón basta para hacer perecer ejércitos enteros y para revolver de arriba abajo a una nación entera. Sea como quiera, creía yo tan firmemente en la realidad de la invitación que había recibido de la estrella polar, que mi resolución de ir hacia el Norte fue tomada en el mismo instante, y aunque no tuviera en esas regiones lejanas ningún punto de preferencia ni ningún objetivo determinado, cuando partí de Turín al día siguiente salí por la puerta Palacio, que está al norte de la ciudad, persuadido de que la estrella polar no me abandonaría.

(continúa el próximo martes)

Registrate al Newsletter Gratuito de Hoy Día Córdoba Registrate al Newsletter Gratuito de Hoy Día Córdoba Registrate al Newsletter Gratuito de Hoy Día Córdoba
Compartir en WhatsAppCompartir en FacebookCompartir en Twitter

Noticias relacionadas

Cineclub Municipal: últimas funciones de «Cuando las nubes esconden la sombra»
Espectáculos

Cartelera. Cineclub Municipal: últimas funciones de «Cuando las nubes esconden la sombra»

13 de julio de 2025
Fábula Libros y Café: agenda cultural de Julio en barrio Juniors
Cultura

Eventos. Fábula Libros y Café: agenda cultural de Julio en barrio Juniors

13 de julio de 2025
“Caminando por Nueva Córdoba”: historia, arquitectura y cultura al aire libre
Cultura

Visita guiada. “Caminando por Nueva Córdoba”: historia, arquitectura y cultura al aire libre

12 de julio de 2025
La historia de amor y tragedia detrás del monumento más alto del país, en Córdoba
Cultura

"El Ala". La historia de amor y tragedia detrás del monumento más alto del país, en Córdoba

11 de julio de 2025

Noticias más leídas

Quebracho

Pasilleos de Córdoba. El quebracho que puso en jaque al poder local

Por Pasilleos de Córdoba
10 de julio de 2025
0

Finalmente se trasladó el quebracho blanco de Villa Allende, con una grúa de Tucumán

Av. Luchesse. Finalmente se trasladó el quebracho blanco de Villa Allende, con una grúa de Tucumán

Por Redacción
13 de julio de 2025
0

Uber alertó a sus usuarios en Córdoba sobre una posible regulación que encarecería los viajes

Por email. Uber alertó a sus usuarios en Córdoba sobre una posible regulación que encarecería los viajes

Por Redacción
11 de julio de 2025
0

La historia de amor y tragedia detrás del monumento más alto del país, en Córdoba

"El Ala". La historia de amor y tragedia detrás del monumento más alto del país, en Córdoba

Por Redacción
11 de julio de 2025
0

Crisis alimentaria en la infancia argentina

Vulnerabilidad. Crisis alimentaria en la infancia argentina: un tercio de los niños sufren privaciones graves

Por Redacción
12 de julio de 2025
0

Últimas destacadas

Hoy Córdoba

Vaitty cruza fronteras: del mercado asegurador argentino al desembarco en España

31 minutos atrás
Hoy Córdoba

Finalmente se trasladó el quebracho blanco de Villa Allende, con una grúa de Tucumán

5 horas atrás
Espectáculos

Cineclub Municipal: últimas funciones de «Cuando las nubes esconden la sombra»

5 horas atrás
Cultura

Fábula Libros y Café: agenda cultural de Julio en barrio Juniors

6 horas atrás
Hoy Día Córdoba

Medio de comunicación de la ciudad de Córdoba, Argentina. Periodismo con agenda propia.

Secciones

  • Agrietados
  • Ambiente
  • Análisis
  • Análisis internacional
  • Automovilismo
  • Autos
  • Azar
  • Basquet
  • Ciencia
  • Club de la Porota
  • Columnistas
  • Córdoba
  • Cuaderno de bitácora
  • Cuentos de Verano
  • Cultura
  • Cultura y tecnología
  • Deportes
  • Economía y Negocios
  • El centinela ciego
  • El Imperdible
  • El ojo de Horus
  • El Transeúnte Insomne
  • En las redes
  • Espectáculos
  • Estilo y Bienestar
  • Finanzas
  • Fútbol
  • Gastronomía
  • Gente
  • Golf
  • Hacia la tierra sin mal
  • Hoy Comunidad
  • Hoy Córdoba
  • Hoy Día Clip
  • Hoy Mundo
  • Hoy País
  • Humor
  • Información
  • Información General
  • Mascotas
  • Nacional
  • Negocios y empresas
  • Política
  • Política Cordobesa
  • Rugby
  • Salud
  • Sociedad
  • Sucesos
  • Tapa del día
  • Tecnología
  • Tenis
  • Turismo
  • Un pedante en delantal

Institucional

  • Inicio
  • Staff
  • Edición Impresa
  • Registro Gratuito al News
  • Suscripción Papel
  • Hoy Día Juegos
  • Política de privacidad
  • Contacto
  • Inicio
  • Contacto
  • Política de privacidad

© 1997-2025 - Hoy Día Córdoba - Todos los derechos reservados. Desarrolla: Daskalos.

¡Gracias por Registrarte a Hoy Día Córdoba!

Si sos de la Ciudad de Córdoba, también podes suscribirte a nuestra edición impresa y recibirla en tu casa



Sin resultados
Ver todos los resultados
Registrate al news
  • Hoy Córdoba
  • Ambiente
  • Análisis
  • Autos
  • Azar
  • Ciencia
  • Cultura
  • Deportes
  • Economía y Negocios
  • Espectáculos
  • Estilo y Bienestar
  • Gastronomía
  • Gente
  • Hoy Comunidad
  • Hoy Día Clip
  • Hoy Mundo
  • Hoy País
  • Humor
  • Mascotas
  • Política
  • Salud
  • Sociedad
  • Sucesos
  • Tecnología
  • Turismo
  • Edición Impresa
  • Podcasts
  • Hoy Día Juegos

© 1997-2025 - Hoy Día Córdoba - Todos los derechos reservados. Desarrolla: Daskalos.