Te espero en la esquina

Por Mario Trecek

Te espero en la esquina

Cuando niños, la maestra te manda al rincón, donde dos planos se encuentran, y luego jugás con los amigos en la esquina donde había luz. Cuando adolescente citás a la chica en una esquina, pero oscura. Cuando adulto, hacés una cartografía de la ciudad en que se vive y elegís un bar. En lo urbano se da el fenómeno de las esquinas. El damero nos permite, como lo hizo Walter Benjamín en Paris, orientarnos: perderse en la ciudad es como perderse en un laberinto”, es necesario el hilo de Ariadna, un GoogleMaps, un GPS para descubrir los pasajes” y diseñar una sociología de las conductas, tanto individuales, como colectivas. Todos queremos parecernos a Homero (pero Manzi) y tomar un café, un vino o una birra, y ser poeta como el santiagueño, para escribir una canción San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,/ Pompeya y al llegar al terraplén,/ tus veinte años temblando de cariño/ bajo el beso que entonces te robé”, que canta hasta las lágrimas el Polaco Goyeneche en la película de Pino Solanas.

O sentarse en un bar a ver la gente pasar, como dice Andrés Calamaro en El ritmo del lunes”, plantado en Pueyrredón y Santa Fe, para ver por qué vereda camina Usted”; o poner una cámara, como Auggie Wreng en Smoke”, Calle 3 esquina 7º Avenida, durante 4.000 mañanas: le dice a Benjamín que es solo una pequeña parte del mundo, pero también allí pasan cosas, igual que en cualquier otro sitio. El personaje de Paul Auster reflexiona: tienes gente con abrigo y botas impermeables y gente con pantalones cortos y camiseta. A veces son las mismas personas, otras veces son diferentes. Y a veces las personas diferentes se convierten en las mismas y las mismas desaparecen. La tierra da vuelta alrededor del sol y cada día la luz del sol da en la tierra en un ángulo diferente”.

En Río Tercero, la esquina más tradicional es el Bar Avenida, donde el Chiche”, personaje del pueblo, siempre estaba; Manuel Esnaola le escribió un poema canción, que, en dúo con Franco Ingaramo, en La máquina de los dinosaurios”, le tributan. Bar donde los parroquianos de siempre se sientan a ver quién pasa. Ver y ser visto. Es el faro. Punto estratégico porque allí nace la principal arteria, la calle Libertad, que nos lleva a la Esperanza. Aunque la esquina Perón y Balbín es la más paradójica, parecen antagónicas, pero ambas, inexorablemente nos llevan a un mismo destino: el río. Es como la plaza Vicente Mojica, de Río Cuarto, que en la novela de Pablo Dema, La canción de las máquinas”, te conmina a dar vueltas en círculos: no hay esquinas y la vuelta del perro se hace eterna, viciosa. Salvo los pocos alumnos de la Nocturna, que, como la poeta Elena Berruti, eligen ir a Constitución y San Juan, a la Panadería Petrazzini, para los mejores bizcochos, o criollos, como les dicen en Córdoba Capital. 

La Docta tiene esquinas emblemáticas como campanas. Me detendré en dos, que tienen esculturas. La de Daniel Salzano, en el Sorocabana, y la de unos de los protagonistas del Cordobazo: la de Agustín Tosco. En el Sorocabana me siento a tomar un café, como aquella mañana cuando lo entreviste a Salzano, gracias a la gestión del artista plástico y amigo Sergio Blatto. Abrir La Mañana leer el HOY DÍA CÓRDOBA hojear La voz por las dudas aparezca todavía Quiénes y cuándo”, él, que como buen flâneur” a lo Charles Baudelaire escrutó, observó, y advirtió que no es lo mismo la gran manzana jesuítica que San Vicente y que sacar a pasear el perro: es bueno, pero es mejor dar una vuelta a la manzana con un libro. Busco en YouTube a Jairo, así somos tres para disfrutar esta ciudad, recordar otra esquina, Corrientes e Independencia, 7º C, cuando a la mañana me despertaban las campanadas del Monserrat, en el departamento de mis tías solteras, donde pasé momentos felices.

La otra esquina es la de la Casa Radical (o, más frívolo, la del Patio Olmos). Allí, para el cierra del Congreso de la Lengua Española, post cierre apoteótico de María Teresa Andruetto, nos tomamos un café con ella y Claudio Suárez en el bar de ingreso. Cuando la Tere” (o la Gringa” como le dice El negro” Claudio) planteó con contundencia y dulzura, ciertas cuestiones a la Real Academia Española. Esquina testigo de las grandes trifulcas citadinas, la meta de todas las marchas sindicales, estudiantiles, de género, y la de cada 24 de Marzo por juicio y castigo.

En estos tiempos de pandemia y de debate sobre la vacuna rusa, (Sputnik si, Sputnik no) recuerdo la canción de Mateo Sujatovich, en Conociendo Rusia” el protagonista revisa las historias de Instagram de una chica y canta y me gusta pensar/ que nos vamos a encontrar/ en la esquina de Cabildo y Juramento. 

Pero la esquina más famosa, es la de Segurola y La Habana. Paso a detallar. Nada hacía suponer al periodista Titi Fernández lo que iba a vivir en su entrevista con Charly García, Claudia Villafañe y Diego Armando Maradona. Pocas horas antes de su llegada a Boca después de 14 años, el Diego se agarró con Julio C. Toresani, DT de Colón de Santa Fe. Estaba recaliente, y le dijo: Segurola y Habana 4310, 7º piso. Y vamos a ver si me durás 30 segundos”. A quien se le ocurre, tirar en televisión abierta, la dirección de un astro. En plena Villa Devoto, desde entonces es la esquina simbólica para cagarse a trompadas”, como cuando éramos niños y dirimir cualquier diferencia. Hablando de trompadas, y de cross a la mandíbula, como no mencionar a Roberto Arlt y la esquina de Diagonal Norte y Suipacha, para recrear la escena en la que cae asesinado Haffner, el rufián melancólico” de Los siete locos”. Y concluir que toda esquina es preferible, tanto para los duelos pugilísticos como verbales. Justo en Diagonal Norte, donde estaba el Teatro del Pueblo, que dirigía Leónidas Barletta, del Grupo de Boedo, y donde Arlt, llamaba con una campana, en la esquina, para conseguir espectadores.

Por eso te digo, a vos, turrito”: te espero en la esquina, y ahí vemos si es punto de encuentro, o de fuga.

Salir de la versión móvil