Espejos, surcos y esperanzas

Por Roy Rodríguez

Espejos, surcos y esperanzas

¿Es posible que los espejos de nuestra historia nos devuelvan imágenes distorsionadas? Historias contrapuestas, donde lo blanco fue negro y viceversa. Difícil saberlo. Sin embargo, dos rincones de la pampa santafesina, obturan casi al mismo tiempo, imágenes de inmigrantes degollando soldados indefensos, mientras los criollos van abriendo un surco con el arado.

Juan Bialet Massé y Adolfo Saldías fueron contemporáneos. Ambos nacieron en la década de 1840. Y ambos comparten el hecho de haber investigado y escrito sobre las primeras historias de la Argentina. Ambos, de una u otra manera, fueron silenciados por la historia oficial.

Bialet Massé escribió su Informe sobre el estado de las clases obreras, cuando el siglo XX alumbraba. Y la luz de sus palabras muestra la explotación de obreros en cada rincón. Desde los cañeros a los yerbatales, del campo a la ciudad, un capitalismo salvaje parece sostener la fastuosidad de los consumos de las clases dominantes.

Hay escenas de salvajismo en los libros de Saldías, Historia de la Confederación Argentina, es una pormenorizada versión de los hechos que llevaron a las provincias Unidas del Río de la Plata a convertirse en una nación.

Pero serán dos historias narradas como al pasar por ambos las que se conviertan en espejos esenciales: la fundación de Esperanza, primera colonia de la Argentina, narrada por Bialet Massé. Y la Matanza de Cañada de Gómez, contada por Saldías. Espejos que devuelven una idea diferente de lo que creemos la argentinidad: migrantes trabajadores de un lado y criollos irrecuperables, por el otro. ¿Y si sido al revés?

La Esperanza

Cuando en 1858 don Aarón Castellanos fundó la primera colonia «La Esperanza», se dieron a los colonos extranjeros arados, semillas y todos los menesteres para su establecimiento. Con un tiempo más que regular, la primera siembra fue un fracaso y la segunda también. Los colonos, desalentados, abandonaron la colonia”, escribe Bialet Massé.

Y puestos a buscar razones, don Aarón Castellanos y el por entonces gobernador de Santa Fe Domingo Crespo concluyeron en que las causas del fracaso de las primeras cosechas tenían que ver con que los colonos no sabían ni arar, ni sembrar, ni segar, ni trillar; el defecto no estaba, pues, en el suelo, ni en el clima, sino en la ignorancia técnica”.

Según la versión de Bialet Massé todo comenzó a encaminarse cuando los europeos volvieron a los campos acompañados por un agricultor criollo. Un criollo por cada familia. El éxito fue completo; la cosecha espléndida”.

La muerte

Es posible que los primeros trigos hubiesen fructificado hacia la primavera de 1861 cuando, en Cañada de Gómez, se produjo la gran matanza de soldados del otrora ejército de Justo José de Urquiza. Aún la historia no logra desentrañar las razones del retiro del general entrerriano de la batalla de Pavón. No lo entendían sus oficiales y soldados que, en tierra santafecina, esperaban por su vuelta. En esa espera los encontraría la muerte. Dormían la noche del 22 no noviembre de 1861. Las tropas de Buenos Aires, que habían estado al mando Bartolomé Mitre, respondían a políticos uruguayos, integrantes del Partido Colorado: Venancio Flores, Ambrosio Sandes, José Arredondo y Wenceslao Paunero.

Las palabras de Rafael Barret en El terror argentino” nos ayudan a graficar la calaña de los oficiales mitristas: Sandes, célebre por sus fechorías, en el lugar denominado Cruz de Piedra, provincia de Mendoza, pidió mate a un respetable anciano, y habiendo éste demorado algunos instantes en servicio, le obligó por la fuerza a beber la caldera de agua hirviendo en presencia de su familia”.

Pero aquella noche de 1861 la saña iba ser mayor. Más de trescientos soldados iban a morir degollados sin posibilidad de defensa alguna. Entre los que lograron salvarse del degüello estaban Leandro N. Alem, futuro fundador de la Unión Cívica Radical, Rafael Hernández y su hermano José, el mismo que con su pluma pintaría para la eternidad a un gaucho rebelde llamado Martín Fierro.

Dice Saldías hacia el final de su libro La evolución republicana durante la Revolución Argentina: Y lo peor es que una gran parte de la inmigración europea que nos viene propaga esos instintos feroces. En la matanza de Cañada de Gómez, según dicen los que escaparon, los italianos hicieron despertar en la otra vida á muchos hombres que cansados de los trabajos del día dormían profundamente.”

Juan Manuel Gelly y Obes, ministro de Guerra de Mitre y uno de los que negoció con Urquiza su rendición en Pavón, trató de explicar: «El suceso de Cañada de Gómez es uno de esos hechos de armas muy comunes por desgracia en nuestras guerras, que después de conocer sus resultados aterroriza al vencedor, cuando éste no es de la escuela del terrorismo. Esto es lo que ha pasado al general Flores, y es por esto que no quiere decir detalladamente lo que ha pasado.”

Quién agrega detalles sobre los sucesos de Esperanza es Bialet Massé: los primeros surcos trazados en la Pampa, de una manera racional y eficaz, no fueron trazados por los colonos inmigrados, sino por los hijos del país que les sirvieron de maestros.”

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